Capitulo 4: Una loca noche de copas.
Julia.
Estrecho la mano del nuevo cliente y sonrió de oreja a oreja. Hoy es un muy buen día y esto no puedo ignorarlo. Así como tampoco puedo ignorar el hecho de que Jenkins está a mi lado igual de feliz. Hemos conseguido patrocinar a uno de los más grandes futbolistas del momento, siendo de esta manera, seremos quienes lo vistan de ahora en adelante y por ello ganaremos muchos clientes a lo largo del mundo porque muchísimas personas lo siguen y es algo que nos conviene. Publicidad de boca en boca. O en términos más profesionales, estamos haciendo una campaña de co branding con una persona jurídica bastante reconocida.
—Ha sido todo un placer conocerte, Julia.
—El placer ha sido todo mío, señor Anderson.
—Por favor dime Daniel, creo que ahora podemos llevarnos con mucha más confianza.
—Tienes toda la razón, Daniel. —le doy una amable sonrisa y escucho a Jenkins carraspear.
—Señor Anderson, nos alegra poder seguir trabajando con usted, siéntase en total confianza de venir cuando lo requiera o ya tiene nuestros números telefónicos, siempre estamos disponibles para usted.
—¿Incluso para cosas personales? —pregunta mirándome directamente, mi sonrisa flaquea un poco, pero es Jenkins quién continua la plática.
—Por supuesto, si algún día quiere invitarnos a uno de sus partidos, cuente con nosotros. Somos fans número uno de su equipo.
«Odio el fútbol»
Y probablemente Jenkins también lo odia porque jamás he visto que sea fan de este deporte, dudo si quiera de que conozca el equipo para el cual juega Daniel Anderson, pero aún así Martín lo sabe muy bien, siempre hay que complacer al cliente y por los ojos brillosos de Daniel, lo está haciendo muy bien.
—Pues no se diga más, les haré saber para el próximo juego —su sonrisa es gigante y hace unos cuantos movimientos de pases con un balón invisible que nos hace reír por obligación.
—Nos vemos entonces, que tengas un buen día Daniel.
Él toma el atrevimiento de acercarse a mi y besar mi mejilla. Es un hombre guapo y joven, mucho más joven que yo y aunque la edad no me importa, si me importa el que no sea para nada mi tipo.
—Hasta pronto.
Daniel y Martín se despiden con un estrechon de manos y una palmada en la espalda, ambos vemos como el futbolista se va saludando a todos a su paso y firmando unos cuantos autógrafos. Es una buena persona, me ha caído muy bien y me veo asintiendo hacia el mostrando mi aceptación y esto no pasa desapercibido por Jenkins.
—Le gustaste muchísimo —dice él y cuando lo miro a los ojos veo que tiene una mueca de asco que intenta disimular. Ruedo mis ojos grises.
—Mucho cuidado que tal vez estés hablando con la próxima Georgina Rodriguez, eh.
—Jaaa, ya quisieras ser la esposa mantenida de un multimillonario —dice y le sigo el juego aunque estamos muy lejos de la realidad.
Yo jamás estaría con un hombre por su dinero. Nunca de los nunca. Primero prefiero matarme toda la vida trabajando muy fuerte antes que depender mental y económicamente del sexo masculino.
A excepción de mi padre, que fue el único hombre que pudo darme todo lo que tenía a su poder y gracias a él soy quien soy hoy. Ya no dependo de nadie porque mis padres me educaron justamente para eso, para que yo solita me valiera por mi misma y no tuviera ese pensamiento de estar con alguien solo para tener estabilidad.
La estabilidad me la doy yo solita… Y a veces Jenkins me la quita en el trabajo, pero esa es una historia vieja que ya sabemos todos.
—A todas estas, ¿sabes para que equipo juega él? —pregunto enarcando una ceja, me mira y una sonrisa pícara sale de sus labios.
—No tengo ni idea. No me gusta el fútbol.
—Lo sabía.
***
—¡¿Ves que no es tan horrible?! —me dice mi jefe y yo hago una mueca al tener que darle la razón.
—Bueno, esta vez ha sido fácil —confieso y es que realmente Jenkins parece haber puesto todo de si para lograr que esté negocio funcionara y así fue. —Pero tal vez los otros…
—Shhh, shhh… —lleva el dedo índice a sus labios y con la otra mano me pide que pare de hablar —, no atraigas cosas negativas cariño, simplemente se feliz con el ahora y ruega porque así siga siendo cada uno de los negocios. Tienes mucho en juego y no puedes pensar negativamente. Todo tiene que ser tan perfecto como hoy. ¿Entendido?
—Lo entendí perfectamente jefe, créeme.
Ella me sonríe y es su manera de decirme: Largo. Me despido de ella y voy directo a mi oficina en donde Erin me espera con una sonrisa nerviosa en su rostro. La miro con los ojos entrecerrados, ella es muy fácil de leer así que me planto frente a ella esperando que me suelte una mala noticia.
—¿Qué ha pasado?
La pregunta me sale con bastante resignación y es que ya me he acostumbrado a sus malas noticias cuando trae esa sonrisa.
—El señor Jenkins manda a decirle que… —llevo las manos a mis sienes al escuchar la mención de ese hombre.
—Erin —la interrumpo —, te voy a hacer esta pregunta una vez y espero que tú me seas muy sincera al darme la respuesta, ¿Va? —ella asiente mordiendo su labio inferior y bastante nerviosa. —¿Te gustaría trabajar para Jenkins en lugar de trabajar conmigo?
—¡Por supuesto que no, señorita Lloyd! —exclama de inmediato. —¿Por qué me pregunta eso? Usted es muy buena jefe, me gusta este puesto. No quiero irme de acá.
—Bueno, te lo pregunto porque pareces más asistente de él que mía, tú no tienes porqué traerme esas razones, eso debe de decirlo su asistente directamente a mi. Así como cuando yo te mando a decirle algo directamente a él y no a sus empleados, ¿Lo comprendes? Parece que mantienes más en ese lugar de la oficina que acá mismo. —ella niega con su cabeza y aún así a mi se suena a que no me está diciendo toda la verdad —Dime la verdad, Erin. No pasará nada malo, pero tengo que saber la verdad.
Ella mira al suelo y mueve sus pies con nerviosismo.
—Erin…
—Es que el señor Jenkins me parece muy guapo —responde con la voz muy baja, pero aún así logro escuchar y llevo mis dedos al tabique de mi nariz apretando con fuerza.
No puede ser.
—¿Te acostaste con él?
Lo sé, mi pregunta es bastante directa y no debería de hacerla, pero me sale tan de repente que no puedo detenerla, me mira con los ojos muy abiertos y niega rápidamente con su cabeza.
—No, no… eso jamás ha pasado. Él no sabe que me gusta, solo por eso me gusta estar por allá y verlo… Solo eso, jamás ha pasado nada con él.
—¿Segura? Porque esto me preocupa y si te ha hecho algo tenemos que ir a hablar con el departamento de recursos humanos y demandarlo por acoso s****l en la oficina.
—Creame señorita Lloyd que no ha pasado nada, no hay necesidad de llegar a esos extremos. Y de haber sido así, no necesito demandar a nadie porque fue por mutuo acuerdo.
Hago una mueca de asco cuando me doy cuenta de que de verdad le gusta muchísimo y me apena, porque ella es increíble y él es… Solo Jenkins.
—Él tiene novia —baja la cabeza triste y realmente me duele el corazón verla así, tomó su mano con cariño —. Erin, eres una chica increíble y yo llevo muchos años conociendo a ese patán para poder tener el derecho de decir que no te conviene. Jenkins es un perro, no le importa ni su propia novia a quien engaña. Él no sabe dar amor. No le entregues tu corazón a quien solo busca algo más.
Erin es bastante joven, apenas está descubriendo sus gustos y no me gustaría saber que ella misma ha roto su corazón con una vana ilusión. Porque por experiencia propia, sé cuánto duele el amor cuando la única interesada eres tú.
—Le agradezco mucho sus palabras, créame que por eso me gusta trabajar con usted. Es muy sabia y tengo que decirle que la admiro mucho y algún día quisiera ser así de valiente, poderosa e inteligente. Usted es mi modelo a seguir.
Mis ojos se llenan de lágrimas y le doy un fuerte abrazo. Me alegra saber que soy la inspiración de otra mujer, porque me ha costado sangre, sudor y lágrimas llegar a donde estoy y es grandioso que alguien lo noté.
—Serás mucho más grande y mejor que yo, ten eso por seguro. Ahora dime qué era lo que mandó a decir Jenkins.
—Dijo que hará una reunión en su casa y ha invitado a toda la oficina para celebrar que ustedes hayan logrado el negocio.
En pocas palabras eso se traduce a que Jenkins quiere que toda la empresa sepa que hoy ha tenido un éxito y los quiere más juntos, porque Siempre un momento de fiesta será genial y eso solo hará que las personas lo recuerden como alguien “cool” cuando haya que tomar una decisión. Esta jugando sus cartas y no sabe que yo también tengo un as bajo la manga.
No me emociona mucho la idea, pero me pica la curiosidad de conocer el lugar en donde vive Jenkins y de ser posible conocer a la mujer que él llama novia y ponerla en aviso de que él es un patán.
—¿A qué hora?
—Justo al terminar la jornada todos irán hacia allá.
—¿Tienes auto? —ella niega con la cabeza y yo sonrío —, entonces te vas conmigo. No quiero llegar sola a ese lugar.
—Claro, está bien.
***
Al terminar la jornada laboral, lo único que se escucha es sobre la mega fiesta que se hará en el penthouse de Jenkins… ¿Realmente tiene un penthouse? Necesito comprobar eso yo misma.
Al parecer Jenkins y gran parte de su equipo ya se ha ido hace mucho para poder encargarse de comprar el alcohol y unas cuantas botanas, es lo que he escuchado en los pasillos porque solo se habla de eso.
Hay al menos unas cincuenta personas trabajando directamente en este lugar de manera fija, así que son las que iremos y probablemente vayan unos cuantos de los que trabajan a tiempo parcial o por horas… Eso suma más de trescientas personas, pero dudo mucho que vayan todas, no sumo más de cien. Y aunque eso suena a mucha gente, las personas siguen diciendo que podrían entrar hasta mil y habría espacio para todas.
—Una vez fui a su casa, me invitó a una cita romántica… ¡Tiene un jacuzzi! Espero volver a usarlo hoy.
Miro de reojo a la mujer que habló, sino estoy mal, creo haberla visto en los talleres, creo que es una auxiliar de confección, pero puedo estarme equivocando.
Las chicas a su alrededor parecer estar alucinando con su historia y buenoooo tengo que admitir que yo también porque vaya, creí que Jenkins y yo teníamos un sueldo parecido y mi departamento no tiene ningún jacuzzi.
Poco a poco comenzamos a hacer grupos para compartir autos, al parecer el departamento es grande, pero el parqueadero es limitado, así que no pueden ir muchos autos, por lo que todo carro que vaya debe ir completo y yo estoy esperando que tres personas más se alisten en mi carro. No tengo ningún problema con llevar a quien no conozco, vamos para el mismo lugar a fin de cuentas.
Unos cuantos optan por pedir Uber compartido cuando juran y perjuran que van a beber hasta perder la consciencia y prefieren dejar los autos en el estacionamiento de la empresa. Yo no es que sea de beber mucho alcohol, así que no tengo problema en llevar mi auto porque sé que más tarde podré conducirlo totalmente sobria.
Pasados unos quince minutos, Erin, la chica de la historia —que ahora sé que se llama Mariana—, una de sus compañeras llamada Fernanda y un chico de contabilidad llamado Gabriel y claramente yo, somos los cinco que vamos en mi auto.
—Gracias por llevarnos señorita Lloyd, nos ha sorprendido.
—¿Sorprendido por? —pregunto mirándolos por el espejo retrovisor. Erin es quien va a mi lado, obviamente su lugar en mi vida le daba la ventaja de ir de copiloto.
—Bueno, se escuchan cosas en la oficina —comenta Mariana mirando las puntas de su cabello, Gabriel va en medio de ambas y se nota un poco incomodo.
—Cuentame.
—Se dice que usted es un ogro —abro mis labios bastante sorprendida y Erin jadea.
—Y quién lo dijo no se llamará Martín Jenkins de casualidad, ¿O si?
—Puede ser… O tal vez no. Son rumores de pasillos, nunca se sabe quién inicia el rumor, pero a todos le llega. De hecho, es hasta sorprendente que usted haya aceptado ir a una fiesta, todos la tildan de amargada y poco sociable.
—Yo soy bastante sociable.
—Lo es —confirma Erin asintiendo. Parece que ella está más ofendida que yo por la manera en la que frunce el ceño, yo estoy muy divertida con la situación.
—Bueno, casi nunca sale a beber con nadie de la empresa, cuando hay reuniones usted siempre brilla con la ausencia.
Bueno. En eso ella tiene razón, no suelo ir mucho a esos eventos porque no soy de mezclar mucho la vida privada con la vida laboral.
—Pues fíjate hoy en que no soy así, me gusta mucho divertirme y siempre salgo de copas con mis amigas. Es que no nos hemos dado la oportunidad de celebrar juntos.
—A bueno, hay que ver para creer.
****
—¡Tu casa es increíble! —le digo a Jenkins en el oído, debo alzar la voz porque la música está muy fuerte.
Cuando llegué al lugar, realmente no estaba creyendo lo que veía. ¡Este departamento es inmenso! Tipo loft de tres pisos, siendo el último piso una terraza increíble en donde efectivamente hay un jacuzzi.
El primer piso tiene una sala de estar bastante acogerodara, con un techo de doble altura justo en esa parte, la cocina es estilo industrial, aunque casi que toda esta casa tiene un estilo bastante industrial, con sus acabados en colores grises y negros. El segundo piso tiene varias habitaciones y una oficina, aunque poca atención le di a este piso ya que pasamos directamente a la terraza en la que se lleva a cabo la reunión y en la que se ve una vista estupenda a la ciudad. Tuve un poco de envidia al ver el lugar. Tengo que admitir que está increíble.
En la terraza hay muebles, una barra de alcohol y una lista de baile con equipos de sonido del último año que hace retumbar todo a su paso.
—Creo que es mejor que dejes de beber —me dice y yo niego con mi cabeza al ritmo de la música.
—¿Estás loco? ¡La fiesta apenas comienza!
—Estas borracha Lloyd —me dice soltando un suspiro de frustración e intentando quitarme el vaso de vodka, pero soy más rápida y me lo tomo de un solo trago.
La garganta me arde, pero no me importa.
No hay personas a nuestro alrededor, casi todos están en la pista de baile y muchos otros en la barra acabando con las bebidas alcohólicas, nosotros estamos en el lado izquierdo de la terraza, un poco ocultos de todos y muy cerca del jacuzzi lleno de agua fría ya que no está encendido y yo lo miro con anhelo.
—¿Dónde está tu novia? —pregunto y me sirvo un nuevo trago, porque yo me traje la botella.
—En su casa, supongo —levanto mis cejas y lo escucho bufar —. Deja de beber ya, por favor. No estás acostumbrada y mañana te despertarás con un fuerte dolor de cabeza.
—Tu no me conoces. ¿Así que soy un ogro amargado? ¡Pues no lo soy! —exclamo tomando otro trago directamente del pico de la botella porque me ha quitado el vaso.
—Y a eso tienes que agregarle que no sabes beber y vas a estar fatal mañana.
—No, no… ¡Si esto lo hago cada fin de semana con mis amigas!
Rueda los ojos sin creerme y me entra el sentimentalismo porque todos tienen razón. Yo solo soy una amargada. La barbilla comienza a temblarme y mis ojos se llenan de lágrimas. Jenkins me mira asustado.
—¿Julia?
—Ella no puede ser como yo. Yo no soy nadie, no puede admirar a quien es nadie. No tengo muchos amigos, solo una de hecho. El amor siempre me da patadas en el culo y nadie dura mucho conmigo porque simplemente soy una aburrida de mierda que no es capaz de mantener a un hombre feliz a su lado. ¿Tan fea soy? —toco mi cabello y mi rostro y hago una mueca —. He de serlo. Parece que todos huyeran de mi.
—No digas bobadas. Tu eres muy hermosa. Solamente que eres mucha mujer para un hombre cualquiera.
—Mientes, solo dices que soy hermosa porque es lo que les dices a todas —hago una mueca y pienso en la pobre Erin —. Ella te quiere y tú ni siquiera lo ves porque no ves más allá de ese p**o corto que tienes.
—No sé de quién estás hablando, pero te juro que si yo le digo a una mujer que es hermosa es porque así lo considero y te he dicho que eres MUY hermosa porque estás mucho más allá que cualquier mujer —una de sus manos toca mi rostro con sus nudillos y yo entre abro mis labios —, no entiendo cómo no notas lo preciosa que eres.
Sacudo mi cabeza y me hago hacia atrás alejándome de su toque.
—Y por cierto, no es un p**o corto, es muy grande y…
—No me importa Jenkins. No quiero saberlo.
Él suelta una carcajada y yo río con él, es de las primeras veces que río a su lado sin ninguna obligación y se siente bien. Muy bien.
—Fuiste mi crush poco después de llegar a la empresa —confieso y tapo mi boca con las manos cuando me doy cuenta de lo que he dicho. Jenkins abre mucho su boca y sus ojos.
—¡Júramelo!
—No duro mucho. Apenas abriste la boca te odié.
—Vaya, que lástima… En cambio, tú sigues siendo ese amor platónico de oficina.
Esta vez la que ríe con fuerza soy yo.
—Ay ajá, ya te voy a creer —ruedo mis ojos dando más tragos y lo veo encogerse de hombros.
—Te lo juro. Me gustabas mucho. Eres hermosa, inteligente… Cualquier hombre querría salir contigo, pero entonces tú solo odiabas tenerme a tu lado y yo fingía lo mismo.
—¿Porqué me dices esto? —me doy cuenta de que estamos muy cerca, demasiado.
—Te lo digo porque estás ebria, mañana no recordarás nada y yo por fin habré confesado lo que llevaba años ocultando. Pronto te irás de la empresa y al menos sé que no te vas sin saberlo, aunque lo olvides, yo ya lo habré dicho.
—¿Y si no lo olvido y por eso te llego a odiar más?
—Con todo el alcohol que hay en tu sistema, es imposible que recuerdes algo de esto.
—Entonces puedo hacer cualquier cosa sin temor a arrepentirme porque simplemente no lo recordaré. ¿Cierto?
—Así es.
Y es que no sé cómo ni porque hago lo que hago. Tal vez me ha poseído algún demonio, porque ni casi muerta podría hacer esto… Pero mi yo borracha si y parece estar demasiado feliz pegada de los labios de Jenkins besándolo con fiereza.
La sorpresa de él es tanta que se tambalea y terminamos cayendo ambos en el jacuzzi. El agua está completamente helada. Tomo una fuerte respiración saliendo a la superficie y es entonces cuando soy consciente de muchas cosas.
Primero. Ya no estoy ebria. Ahora estoy bastante sobria.
Segundo. No he olvidado absolutamente nada. Lo recuerdo todo.
Y tercero… Jenkins me mira con miedo porque sabe que no olvidaré nada y ahora sé muchas cosas que preferiría no haber sabido nunca.
—¡Te voy a matar! —exclamo cuando dejo de estar en shock.
—¡Tu me besaste primero! —exclama él a la defensiva y yo me quiero morir.
¡¿Cómo pude haberlo besado?! ¡¿A él?!
¡Iugh!