—Tendrá muchas invitaciones— repuso Lord Hartcourt—, sobre todo cuando la Duquesa se encargue de vestirla con propiedad. Bertram profirió una exclamación —Eso me recuerda— dijo—, que tengo algo más que decirte, pero por tu culpa lo olvidé. ¿A que no adivinas cuál es el último chisme? —Casi nunca doy crédito a las habladurías— musitó Lord Hartcourt con voz aburrida. Cuando su valet lo ayudó a ponerse una bata, se dirigió al baño. —No, espera, debes oír esto— dijo Bertram—, me lo han asegurado dos personas Debe ser cierto. —Bien, ¿de qué se trata?— preguntó impaciente Lord Hartcourt. —Dicen— repuso Bertram con voz ansiosa—, que Lily llevó a su sobrina esta tarde con Worth y no llevaba puesto nada, óyelo bien, nada, excepto una estola de chinchilla que valía millones de francos. Le sup