CAPÍTULO IV Gardenia irrumpió impulsiva en la habitación de su tía. —¡Tía Lily, es inútil!— exclamó y después se detuvo diciendo sorprendida— ¡Oh, pero qué linda estás! La Duquesa estaba parada de espaldas a la ventana, ataviada con un amplio vestido de seda azul adornado con un ramo de rosas, también de seda, sujeto al pecho con un enorme prendedor de diamantes. Se cubría el dorado cabello con un gran sombrero y en verdad se veía hermosa, casi como aquella vez que Gardenia la vio en Inglaterra. —Gracias, pequeña— dijo Lily de Mabillon complacida con el cumplido. —Tu vestido es hermoso, y a pesar de que leí algo acerca de esa moda en los periódicos, no había visto nunca un sombrero al estilo de la “Viuda Alegre”. —¿Es así como lo llaman?— preguntó la Duquesa divertida, mirándose en e