La escogida

1763 Words
“Creo que ella es mejor que la chica de mis sueños. Ella es real” De la película 500 primeras citas. Narrador omnisciente Miércoles, verifica por quinta vez que sea el día que espera ansiosamente. Debe levantarse temprano, hacer algunas cosas antes de salir o simplemente dedicarse a estar bella ese día. Es una difícil decisión para Anya, que suele ser algo indecisa cuando se trata de ella misma. Se levanta, arregla su cama, se ducha, se pone una bata de algodón y prepara algo de desayunar, no quiere verse muy apretada en el vestido, por lo que unas rebanadas de pan tostado con margarina y miel, una taza de café, serán suficientes. Anya, revisa en las gavetas del guardarropas, busca algunos ganchos de pelo para hacerse varios rollitos que logren que su cabello castaño se vea por lo menos diferente, con algunas ondas surfistas que dan a su rostro, un aspecto sensual y a la vez delicado. Se recuesta de nuevo para leer su libro favorito y esperar que el tiempo pase rápidamente. Andrew entre tanto, ha entrevistado a cuatro de las chicas y hasta ahora, no ha sentido que alguna de ellas sea la indicada. El lunes estuvo con Lucía, una rubia de cabellos ensortijados, innegablemente hermosa, pero durante toda la entrevista no hacía otra cosa, que arreglarse los rulos, y jugar con su goma de mascar. —¿Por qué deseas ser contratada? —Mi sueño es viajar por toda Europa y por supuesto hacerme una lipo después del embarazo. —Gracias por tu respuesta. Mi asistente te llamara de ser aceptada. La hermosa rubia, de cuerpo esbelto sonríe y de despide de él, se inclina para darle un beso y deja que sus labios rocen con los suyos. Sale de la oficina con movimientos sinuosos y sensuales. Esa misma tarde, entrevista a Vanessa, una morena alta, sensual y excesivamente provocativa. Parece ser un poco más centrada o tal vez astuta, pero él quiere ir un poco más allá, por lo que la invita a cenar. Durante la cena, Vanessa prueba apenas la comida, no desea estropear su cuerpo fitness. Aún así tomó casi toda la botella de wiskhy ella sola. Luego terminó llorando sobre el hombro de Andrew contándole sobre sus fracasos amorosos y confesándole que es lesbiana. Aunque para él, esto no es una razón para contratarla, su ansiedad y manera de resolver sus estados emocionales con alcohol si lo son. Esa noche la dejó en la puerta de su apartamento y se regreso a casa. Hasta ahora, no pensaba que fuese tan difícil encontrar a alguna mujer que de verdad pudiera ser cariñosa y preocupada por la vida que estaría gestando dentro de su cuerpo. La tercera, Dayana, era algo tímida, aunque muy hermosa y sofisticada. No quiso entrevistarla pues notó que las anteriores tenían respuestas precisas y planeadas, era mejor ver su comportamiento fuera de cámaras como dicen los cineastas. —¿A dónde vamos? —preguntó algo nerviosa. —Quiero que demos un paseo por el parque, no sé. O si prefieres algún lugar más tranquilo. —sugirió Andrew —¿Qué quieres? ¿A dónde me llevas? Detén el auto o me lanzo. Andrew frenó rápidamente y la joven abrió la puerta, la azotó y desde afuera, lo llamó sádico. Una menos. Pensó. Esa noche le correspondía a Samantha. Ta eran las 6:30 de la tarde y no había llegado. Cuando ya Andrew se disponía a cerrar la puerta de la oficina, ve la mujer, pelirroja, vestida como bailarina bourlesque acercarse a él de forma intempestiva. —Hola, soy Samy, vine a la entrevista. Disculpa que no haya llegado a tiempo pero como dice el dicho “lo bueno se hace esperar”. —Muy bien, entremos a mi oficina —abrió nuevamente la puerta y la mujer entró sin ningún tipo de recelo. —Hermosa tu oficina, bebé —se acercó a él y lo sujetó de la corbata, halándolo hacia ella. —Samantha, creo que te equivocas, yo no ando buscando una amante, ando buscando un vientre en alquiler. —Pues precisamente es lo que quiero, alquilarte mi vientre, pero eso no implica que no podamos divertirnos y que seas mi inquilino esta noche —se acerca más, dejando que sus pechos voluptuosos se aplasten contra sus pectorales. —Eres una mujer irresistible pero no quiero involucrarme con la mujer que será la encargada de llevar nueve meses a mi hijo dentro. No tengo interés en conectarme afectivamente. Disculpa —le dice, separándose de ella. —Como quieras bebé. Entonces dime dónde firmo y cuánto es el pago. —Nosotros te llamaremos. Ahora por favor —le muestra la puerta— debo regresar a mi casa. La mujer toma la cartera de la silla y se retira abruptamente de la oficina, no sin desquitarse antes, azotando la puerta. —Una menos. —murmura moviendo de lado a lado su cabeza. Esa mañana tendrá su quinta entrevistada; dicen que no hay quinto malo. Erika, la mujer a entrevistarse, tiene treinta años, por lo que él presume debe ser bastante madura. Llega la hora del mediodía, la mujer es además de puntual físicamente aceptable. La conversación al inicio es bastante fluida hasta que Erika comienza a hacer sus peticiones para aceptar el contrato. —El primer pago deberá ser 60% y al final el otro 40% como sabrá necesito alimentarme bien y tratar de tener tranquilidad emocional por lo que debe estar en una zona bastante tranquila de la ciudad, además de sesiones de Yoga semanal. Ah, también leí en un reportaje de que si los niños son estimulados con música clásica nacen con un coeficiente intelectual mayor por ello sería bueno, ya que en este país no se puede salir libremente con la situación que tenemos de inseguridad, contratar a una pequeña orquesta de cuerdas que dé una hora de concierto mensual, para que no sea muy costoso. —¿Alguna otra cosa más? —Creo que eso es todo por ahora. —sonríe con excesiva tranquilidad, conforme con sus estrictas exigencias. —Muy bien Erika, cuando terminemos esta semana con el resto de las entrevistadas, te estaremos llamando. —Excelente —estrecha la mano de Andrew como si acabará de cerrar el mejor de los negocios, se pone de pie y sale de la oficina. Andrew pone sus manos sobre su cabeza y murmura: —Diossss, esto es una locura, de haber sabido lo complicado que era… simplemente contrato a una agencia y dejo que se encarguen de todo. Tocan a la puerta. Él responde para que puedan entrar, se asoma a la puerta Teresa. —¿Señor, puedo pasar? —Sí, Teresa pase adelante. Teresa entra, se sienta, coloca sus manos en sus piernas, está allí para saber como va el proceso hasta ahora. —Le venía a informar que la siguiente candidata, confirmó su cita para hoy a las seis de la tarde. —Muy bien, ¿Cómo se llama? —Anya Marcolla, la verdad es una chica bastante joven, por lo que vi en el formulario, no cuenta con la edad exigida de veinticinco años, pero creo que es una persona responsable y necesita el dinero. —Esto ha sido una verdadera locura, cada una es peor que la siguiente. No creí que fuese tan difícil encontrar un viente en alquiler. —responde él, en un tono de desánimo. —Sí, imagino. Tratar con mujeres, no es tan fácil, menos si se desconoce su forma de pensar. —Pareces saber mucho sobre ese tema. —Soy mujer y bueno, he estudiado algo de psicología. Realmente siempre quise estudiar esa carrera, pero cuando eres de bajos recursos, debes estudiar lo primero que encuentres. —Sí, me imagino. ¿Me dijiste que Anya, necesita el dinero? —Sí, su padre está en la cárcel injustamente y es por ello que se candidateó para el cargo. —¿Cómo sabes tanto de ella? —pregunta con curiosidad Andrew. —No lo puedo decir. La verdad es que espero usted la conozca y se forme su propia opinión. Y si ella resulta ser la escogida, le podré decir algunas cosas que sé de ella. —Entonces esperemos a Anya. ¡Gracias Teresa! Ya puedes retirarte. Transcurre la tarde rápidamente. Anya está ansiosa por la cita, siguiendo el tutorial de maquillaje, se ve delicada y hermosa. Coloca el vestido, que se amolda perfectamente bien, resaltando la curvas y el color de su piel. Ata las tiras de las sandalias. Ya está lista para salir, baja las escaleras con algo de inseguridad en cada paso. Para llegar hasta la avenida debe caminar un kilómetro de distancia. En el trayecto, el silbido de algunos chicos del barrio la pone muy nerviosa. —Epale mamacita ¿pa’ donde vas tan solita? ¿Quieres que te acompañe bebé? Anya apresura el paso, sólo desea llegar a la carretera y tomar el transporte que la llevará hasta su encuentro. Hoy esta de suerte, puede abordar un jeep. La mirada de alguno de los pasajeros la pone algo nerviosa e incómoda. El auto se detiene, baja y camina hasta la estación del subterráneo. En pocos minutos está frente al edificio, la valla publicitaria le indica que está en el lugar correcto “Ditech”. Entra, pasa a la recepción. —El señor Andrew Isler. Tengo una entrevista con él. —le pregunta con amabilidad a la recepcionista. La mujer la observa de pie a cabeza, luego le da la información. —El señor Isler —dice con énfasis como corrigiendo a la joven en cuanto a la manera formal con la que debe referirse al CEO de la empresa— está en su oficina. Piso 2 oficina 13. —¡Gracias! Anya entra al elevador, se seca un poco el rostro, se acomoda el vestido. Sale y camina algo nerviosa, la sonrisa de Teresa y la forma en que la mira, demuestra que todo va a estar bien. Andrew mira su reloj, falta apenas un minuto, por alguna extraña razón, su corazón late apresuradamente, se increpa a sí mismo. “Nervios por qué”. Anya toca la puerta, él desde adentro responde para que ella entre. —¡Adelante! La voz grave pero a la vez cálida de Andrew, provoca en ella una sensación extraña, su corazón late apresuradamente, abre la puerta, él levanta el rostro para mirarla. Existe un momento en que todo se detiene, el tiempo y el espacio se congelan como una fotografía instantánea. Es allí donde comienzan las grandes historias de Amor.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD