El mismo día New York Margaret En realidad, cuando le planté a Donald que deberíamos conocernos un poco más, fue porque no sabía que disculpa darle, me sentí acorralada, ¿Qué más podía repetirle? No puedo decirle que estoy confundida, mucho menos por un beso de un imbécil, él no se merece tal herida, además yo estoy segura que es cuestión de volver a ser los novios que antes éramos, pero no significa que quiera volver a Londres, quiero que me demuestre que me ama, que se esfuerce por mí, en fin, en este instante sus ojos me miran esperando con expectativa mi respuesta, hasta que hago presente mi voz. –¡Donald! Yo no puedo regresar a Londres en este momento, porque yo tengo un trabajo que no puedo abandonar solo porque tú lo dices y no me parece justo que yo siempre sea la que tenga que