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Dueño de mi destino

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Blurb

Williams Mckeson tras años de ausencia forzada regresa a su ciudad natal, siendo un hombre frío, calculador, despiadado a la corta edad de 18 años, por haber sufrido los horrores de la segunda guerra mundial, aunque en su camino se cruza con dos mujeres que marcaran su vida, Margaret Taylor, una chica inglesa de 18 años de edad, hija de una familia acaudalada de Londres, con un alma noble y pura que tiene una mirada diferente de la vida, y con Adriana Caprini, una Baronesa italiana de 24 años de edad que solo usa a los hombres, aunque Williams es un hombre que no cree en amor, pero ciertos acontecimientos lo harán cambiar de parecer, dejándolo en una encrucijada entre el amor y la venganza, ¿Cuál será la mujer que cambiará el destino de Williams? ¿Cuál romperá su coraza? Descúbrelo conmigo. Obra registrada en Safe Creative, prohibida su reproducción total o parcial.

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Tomando el control
Septiembre de 1945 Sur de Italia, Sicilia Williams Me parece mentira las palabras que acabo de escuchar por esta vieja radio, se acabó la segunda guerra mundial, es que ni siquiera sé si reírme o llorar, porque cuando comenzó está maldita invasión de los nazis a Europa yo solo era un niño, un iluso que pasaba días esperando que mi querida madre se apiade de mí, y vaya a buscarme al internado en Paris, claro que Vivian Mckeson solo pensó en su bienestar, en su conveniencia y apenas pudo se deshizo de mí, con solo 10 años me alejó de las personas que amaba, en fin, para mi suerte hubo alguien que me ayudó a sobrevivir todos estos años, un hombre que es como un tío para mí, Charlie Ferrer, un amigo de mi padre. En medio de la algarabía del momento por el final de la guerra solo escucho los gritos, los cánticos de los italianos, haciéndome salir al balcón del departamento para ver como festejan, hasta que me arranca de mi burbuja la voz de mi tío Charlie. –Por fin vamos a tener paz, se acabó está pesadilla de la guerra, pero ahora me preocupa otra cosa, tú mi querido Williams, debes regresar a New York. –Tío para mí no hay nada en New York, por lo único que volvería es por mi padre, solo por él, porque a la perra de mi madre no la quiero ver nunca más en mi vida. –De nuevo con lo mismo Williams, deja de guardarle resentimientos a tu madre, no es bueno para ti, además ella hizo lo que estaba en sus manos para rescatarte del internado. –¡Por favor tío! Ella solo lo hizo por conveniencia, no porque me quisiera, incluso recuerdo como lloré por días para no regresar al internado en Paris, pero a ella no le importó nada, me dejó como un animal tirado en ese maldito lugar hasta que tú llegaste y me rescataste de los nazis. –Muchacho mi deber era protegerte para que vuelvas a New York apenas pudieras, claro que fue bastante complicado, diría que fue hasta una misión suicida mantenerte vivo, pero lo conseguí y ahora tú debes hacer tu parte. –¡¿Volver a New York?! Preferiría permanecer en Sicilia, aquí siento que puedo comenzar mi vida, me siento un italiano más. –Williams cumpliste 18 años de edad y con ello debes asumir tu destino, pero no te preocupes no te dejaré solo, estaré para ti como todos estos años a tu lado, cuidándote como un hijo. ¡¿Mi destino?! Parece absurdo ahora que lo pienso, porque solo me mantuvieron vivo porque necesitaban de mí, si fuera el hijo de un simple obrero a estas alturas estaría muerto, pero por ser un Mckeson valgo mi peso en oro, aunque me toca verle la cara a mi madre por más que no me guste la idea, además tengo curiosidad por saber que dejó mi abuela Lily en su testamento. Una semana y media después New York Con muchos sentimientos encontrados dejé Sicilia, porque se puede decir que la mitad de mi corta vida, estuve escapando de la guerra, así me embarqué en el primer barco rumbo a la libertad como muchos repetían, porque ellos quieren escapar de la crueldad de un genocidio, quieren dejar atrás todos los malos recuerdos, aunque está guerra no solo a los europeos los afectó, fue como una pandemia que apareció en un solo lugar y se dispersó por todo el mundo, ya que de alguna forma a todos nos alcanzó, por mi parte los días que estuve arriba del barco solo recorría la cubierta viendo los rostros de muchos pasajeros felices con sus hijos en brazos o caminando sujetando su mano, claro que de alguna forma recordaba a mi hermana Jaqueline y a mi padre, incluso venían a mi mente unos vagos recuerdos de mi abuela Lily, aunque para mí mal en las noches seguía con mis pesadillas recurrentes y solo podía dormir cuando me vencía el sueño, pero tras una semana llegamos a la isla Ellis, donde tuve que presentar mis documentos como ciudadano americano, pero sin embargo me trataron peor que un criminal, haciéndome exámenes médicos hasta que fui rescatado por el abogado de mi familia, así pude dejar la isla pisando tierra firme, quedándome unos segundos a contemplar mi ciudad natal con un sinsabor en la boca, hasta que soy arrancado de mi mundo por la voz de mi tío Charlie. –Williams, el chofer nos está esperando en el auto para llevarnos a tu mansión, vamos por favor. –Tío preferiría ir a visitar la tumba de mi hermana Jaqueline y de mi abuela Lily, además que no quiero ir a la casa, no estoy listo para enfrentar a Vivian, lo hare solo en la lectura del testamento, porque no puedo evitarlo. –Muchacho no me parece buena idea ir al cementerio, porque no necesitas visitar las tumbas de las personas que perdiste, si todavía las tienes presente en tu corazón, mejor hagamos algo, vamos a comprarte ropa decente, ya que necesitas vestirte como lo que eres, un Mckeson, y después vamos a un hotel a descansar, pero mañana no puedes faltar a la lectura del testamento de tu abuela Lily, ¿De acuerdo? –Tío es una ironía lo que repites, porque durante mucho tiempo solo me vestí con harapos, con la ropa que me regalaban, ni si quiera tenía un solo zapato decente, estaban todos llenos de agujeros, pero estoy en la tierra prometida, donde mis ancestros levantaron un imperio, si ellos pudieron superar todo, yo no seré la excepción, vamos de compras. Un rato más tarde Tras la insistencia de mi tío Charlie ingresamos a una tienda de ropa con diseños exclusivos para la gente adinerada, sintiéndome un poco intimidado por las miradas de cada empleado, hasta que una dependienta se acerca a nosotros para ayudarnos. –Buen día señores, mi nombre es Margaret, ¿En qué les puedo ayudar? –Señorita mi sobrino necesita unos trajes nuevos, algo sofisticado, elegante, pero sobrio. –Tío permíteme escoger lo que me pondré, creo que puedo hacerlo solo. –Señores les muestro algunos trajes y ustedes escogen los que quieran ¿Les parece? Un segundo más –Tío ¿Qué te parece el traje? ¿Cómo luzco? ¿Parezco un Mckeson? –pregunto mientras me miro en el espejo. –No está mal el traje, igual que la muchacha, ella no te despegaba los ojos de encima, es muy linda, con su cabello castaño, esos ojos azules, piel blanca, diría que tiene tú edad y su acento inglés fue la cereza del pastel. –Tío creo que exageras, ella solo estaba siendo amable, yo ni siquiera vi que mostró algún interés en mí– le respondo mientras me giro quedándome sin palabras al ver ingresar a una mujer bellísima. –¡Williams! ¿Qué miras? Ya me di cuenta, es hermosa esa mujer no hay dudas. –Hermosa es poco, es despampanante, con ese cabello n***o, esa silueta de diosa, su piel bronceada, hasta tiene una buena altura, 1.70 cm– le repito hechizado. –¡Williams! ¿Qué esperas? Ve por ella– me alienta. –¡Tío! ¿Cómo me veo? ¿Elegante? –pregunto con dudas hasta que somos interrumpidos.   –Señor aquí está el resto de trajes que eligió, se los dejo para que se los pruebe con calma– me repite la empleada. –Señorita déjelos allí en el probador, ya regreso– le explico alejándome. Doy unos cuantos pasos para estar cerca de la hermosa mujer, que se entretiene mirando unos collares de la vitrina que hacen juego con la ropa, hasta que se cruzan nuestras miradas obteniendo una sonrisa coqueta de ella, haciéndome romper el silencio con mi voz. –Ese collar es lindo, pero yo escogería este de esmeraldas, luciría mejor en tu cuello. –¡¿Lo crees?! –me pregunta con una voz provocativa. –Me permites que te ayude a probártelo– le pido agarrando el collar de su estuche. –Por favor ayúdame a ponérmelo– me repite moviendo su cabello a un lado mientras se lo abrocho. –Te queda perfecto el collar en tu hermoso cuello– le aseguro. –Tienes un buen gusto para las joyas, ¿Cómo te llamas? –me explica mirándome con curiosidad. –Soy Williams Mckeson, ¿Tú cómo te llamas? –¡Mckeson! Interesante, me llamo Adriana Caprini. –Ora capisco il tuo acento quando parli inglese, sei italiano. –Williams hablas muy bien el italiano para ser estadounidense, ¿Dónde lo aprendiste? –Larga historia, pero si tienes tiempo te la puedo contar yendo por un café y conocernos un poco más, ¿Aceptas? –Eres demasiado directo Williams, pero ahora no tengo tiempo, mejor llámame, esté es mi número de teléfono– me explica dándome una tarjeta. –Señorita ponga el collar en mi cuenta, nos vemos Williams– me repite despidiéndose. Al día siguiente Algo en mí se murió hace muchos años por el mundo que me rodeaba, pude ver la maldad de la gente, porque yo tuve que valerme de miles de recursos para sobrevivir en la guerra, así fue que dejé de creer en esa palabra que todos llaman amor, para mí no existe tal cosa, solo es pasión, lujuria, lo que llegamos a sentir y yo como cualquier otro hombre también puedo ser seducido por mis impulsos, más si conocemos a una mujer como Adriana Caprini. Así para evitar alguna negativa de vernos opte por no llamarla al número de teléfono que me dio, decidí usar otros métodos para tener la seguridad que no había forma de recibir un no por parte de Adriana, me estoy dando el tiempo de ir a la tienda de ropa donde ayer nos conocimos, con la intención que alguien me ayude con su dirección. En fin, apenas llego a la tienda me acerco a la empleada del sector de accesorios de mujeres, inventando una excusa. –Buenos días señorita, ayer mi amiga Adriana Caprini estuvo aquí probándose varios vestidos, incluso unos collares, pero me da la impresión que enviaron todo a la dirección incorrecta, porque no llegaron los paquetes a su casa, ¿Puede verificar adónde mandaron todo? –Buenos días caballero, permítame un segundo que confirmo a donde enviaron los paquetes de la Baronesa Caprini– me pide preocupada la mujer mientras habla con su jefe. Solo espero con impaciencia cerca del mostrador viendo el movimiento de la tienda, incluso a la chica de ayer que tiene que soportar a una cliente bastante peculiar con una voz chillona y por lo que puedo apreciar es una pesadilla la mujer, en un segundo soy arrancado de mi burbuja por la voz de la empleada. –Señor los paquetes de la baronesa fueron entregados en la dirección que tenemos, el chico me asegura que dejó todo en el 1335 Avenue of the Américas, en el departamento 504, con su ama de llaves. –Disculpe señorita, es culpa del ama de llaves, se volvió a olvidar de avisarnos, permítame compensarle haberla hecho perder su tiempo, voy a llevarme este collar de piedras negras, envuélvalo para regalo, gracias. Un rato más Tras unos minutos en el auto, el chofer estaciona en la dirección que nos dio la empleada de la tienda de ropa, así me bajo dando unos pocos pasos a la entrada del edificio donde soy recibido por el portero, tan solo saludo indicando que vengo de la tienda, así subo sin mayor problema al piso del departamento de Adriana, hasta que estoy delante de su puerta tocando el timbre con impaciencia, cuando poco  a poco se va abriendo la puerta viendo la silueta de ella que me mira pensativa, así decido romper el silencio con mi voz. –¡Hola baronesa! ¿Me permites entrar? –le repito mirándola con malicia.

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