Rompiendo esquemas

1010 Words
El mismo día New York Margaret Cuando vine a New York lo hice escapando de cierta forma de mis padres, necesitaba que me dejen de ver como su pequeña, como su princesa, quería demostrarles que soy capaz de cuidar de mí, además necesitaba poner distancia con mi novio, yo todavía no me siento lista para asumir un matrimonio, pienso que la vida es mucho más que ser educada para ser la esposa de un hombre de negocios. En fin, hace unos meses pude conseguir un empleo en una de las tiendas de ropa exclusiva para gente adinerada, no es una gran suma la que gano, pero alcanza para pagar la habitación que alquilo, viviendo con otras chicas en una casa de huéspedes, aunque ahora termino de arreglarme para ir al trabajo cuando soy sorprendida por la voz de mi amiga que entra en mi habitación. –¡Beatriz! ¿No sabes tocar la puerta? Por favor hazlo la próxima vez. –¡Margaret!, Deja la formalidad, deja de ser tan tú, disfruta la vida, alócate, además te veo y no entiendo, ¿Qué diablos haces aquí? Si yo tuviera el dinero que tienes no trabajaría más en mi vida, pasaría todo el tiempo viajando en cruceros por el mundo, haciendo compras en las mejores boutiques de ropa– me repite divertida haciéndome sonreír. –Amiga quiero demostrarles a mis padres y a Donald que soy capaz de mucho más, por eso vine a la tierra de las oportunidades, me hacía falta vivir, arriesgarme por el mundo– le repito mientras me miro al espejo. –Margaret, entiendo que no quieras casarte todavía, mucho menos con alguien que es mayor que tú, yo me casaría con alguien como ese galán que entro en la tienda, con ese cabello desordenado color castaño, con la barba que se lo veía tan varonil, esa mirada profunda de sus ojos marrones, con esa piel bronceada, y de 1.80 cm de altura, todo un hombre, suerte la tuya que lo atendiste, seguro vuelve y pregunta por ti– me repite entre suspiros. –¡Beatriz exageras! Para mí fue un cliente más, además yo estoy enamorada de Donald Marshall, algún día me casaré con él y me tocará regresar a Londres, pero mientras tanto voy a disfrutar de mi libertad, sin involucrarme con los clientes. Williams Tal vez no debí ser tan impulsivo presentándome en la puerta de la Baronesa, pero es una forma de aliviar un poco la tortura a la que seré sometido al tener que soportar a mi madre en la lectura del testamento de mi abuela Lily, incluso a estas horas tendría que estar en el despacho del abogado de la familia, pero sí Vivian pudo esperar varios años, no le hará mal esperar un poco más, además ahora prefiero divertirme con Adriana, claro que no sé que piense ella hasta que en un segundo su voz se hace presente. –¡Hola Williams! No voy a decir que me has sorprendido, porque no lo has hecho, hasta diría que tardaste en aparecer delante de mí puerta, pero ya que no puedo ser descortés, por favor entra y toma asiento. –Adriana tienes demasiada confianza en tus encantos, no voy a negar que eres hermosa, porque lo eres, pero ¿Qué hace una baronesa en New York? ¿Qué busca? ¡¿Diversión?! –le explico mirándola a los ojos estando a poca distancia. –¡Williams! Te tocará descubrirlo si te interesa saberlo, de lo contrario todavía estás a tiempo de salir por esa puerta– me repite desafiante. –¡Adriana! No harás las cosas como estás acostumbrada, será a la mía baronesa– le aseguro sorprendiéndola cuando la tomo por la cintura. –Estás jugando con fuego, te vas a quemar– me advierte sintiendo que me descontrolo por su cercanía. –Adriana, soporte una tormenta, un infierno y unas pocas palabras tuyas no me desanimarán– le repito para terminar adueñándome de su boca. Acabo de perder la coherencia, mientras nuestros labios son los protagonistas de aumentar este fuego, quemo de tal manera que es imposible dejar quietas mis manos, ellas recorren el contorno de su silueta hasta llegar a sus nalgas donde las aprieto haciendo que sean más desenfrenados nuestros besos, así comienza a estorbar la ropa, en segundos van desapareciendo cada prenda sin dejar de besarnos, quedándose ella en lencería haciendo que tome una pausa para mirar la perfección de su cuerpo mordiendo mis labios, ella sin dejar de mirarme termina de desnudarse aumentando el deseo de hacerla mía, volviendo a atacar sus labios con desesperación, para terminar empujándola contra la pared, donde me las ingenio para quitarme mi ropa interior siendo evidente mi pronunciada erección, quedando piel con piel para elevarla un poco con mis brazos para que enrede sus piernas en mi cintura, sujetando sus nalgas con mis manos, así sin percatarse la penetro con fuerza haciendo que suelte un gemido, que aumenta mi locura, mis embestidas son cada vez más rápidas sin dejar de ver la expresión de placer en su rostro, solo escucho sus gemidos y mis jadeos con cada movimiento que hago, hasta que siento que estoy llegando al final cuando exploto dentro de ella, quedándome sin aliento para terminar soltándola, dejando que sus pies toquen el suelo, tan solo sonrió de satisfacción aun agitado, viendo que busca sentarse en el sillón para recuperarse. –Baronesa, lo repetimos, pero está vez en la cama, ¿Te gusta la idea? –le propongo con mi espalda apoyada en la pared aun con mis latidos acelerados. –Williams, tienes demasiada confianza en ti, pero debemos hablar de lo que acaba de suceder, porque no quiero malos entendidos después. ¡Diablos! ¿Me precipité? ¿Metí la pata? No quiero una relación, no voy a negar que está mujer me enloqueció, pero de allí hay un largo trecho en querer atarme a alguien, yo solo busco divertirme, me tocara hacerle frente a lo que venga, puedo sobrevivir a cualquier situación me repite mi interior.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD