A ella le condenaron a 60 años de prisión, saldría del lugar cuando ya fuera una anciana, lo que significaría que nunca podría estar con su hijo. Volvió a llorar hasta que sus mejillas se mojaron, la sola idea de pensar en aquello la deprimía. No tenia a nadie fuera de prisión que pudiera cuidar de su hijo, porque en prisión no podía tenerlo, y si Marcos se enteraba, lo más probable era que lo apartaría de su lado y jamás le permitiría estar con él. —¿Y ahora tú?, ¿qué te pasó?— Cuestionó Graciela al verle llorando. Maite se dejó caer sobre la cama —Estoy embarazada y no sé que va a pasar con mi bebé después de que nazca—. Sorprendida se quedó Graciela al enterarse de esa noticia, puesto que era grabe la situación de Maite, aunque ella era una persona fría trató de consolarla, pero en ese