Con el disparo que resonó por cada rincón de la mansión, las empleadas se levantaron. Emma bajó rápidamente con su ropa manchada de sangre.
—Mañana cuando despiertes, tu vida será un infierno Maite Ferri, te odio con toda mi alma, espero con ansias ver cómo el odio de Marcos caerá ante ti, te odiará y aborrecerá.
Caminó hasta el auto que lo había dejado parqueado a las afuera de la hacienda, cuando estaba por irse vio el auto de Marcos llegar, suspiró aliviada que él no la encontrara.
—Pronto serás mío Marcos Heredia, sólo mío.
Marcos había salido de la mansión, como todos los días a su trabajo, pero su amigo Alfonso le había preparado una noche de despedida de soltero.
Pero Marcos no tenía ni pizca de estarse divirtiendo, estaba con el ceño fruncido y sus expresiones mostraban su estrés. Tenía un rostro de amargura al ver bailar esas mujeres para él, se sintió furioso, que ni siquiera siguió viéndolas, desvió la mirada a cualquier parte.
Por alguna razón su corazón se sintió afligido, se levantó del asiento tirando al suelo a la mujer que bailaba delante de él, sin voltearle a ver ni pedir disculpa, salió del apartamento.
La mujer sintió rabia y vergüenza, agradecía muy en el fondo que ese hombre se hubiera ido. Todo el rato estuvo amargado, ni siquiera les sonreía y ni las miraba.
Marcos llegó a la mansión y al entrar escuchó muchos gritos desesperados de sus empleadas, subió rápidamente la escaleras y al dirigirse a la habitación de Maite, encontró un hombre desnudo tirado en el suelo, una ira lo invadió, caminó a pasos rápidos hasta aquel tipo. Sus empleadas se quedaron estáticas, pues no sabían qué hacer ni qué decir, ellas escucharon el disparo y se cambiaron lo más rápido posible para llegar hasta el lugar.
Marcos se acercó y al verlo herido en la espalda, tocó el pulso y el hombre estaba muerto.
—¿Qué diablos pasó aquí? —balbuceó alzando la mirada hacia la habitación, la puerta de aquella se encontraba abierta y se sintió morir al verla tendida en el suelo, y lo peor, estaba completamente desnuda, en la mano contenía un arma, varios pensamientos cruzaron por su mente e hicieron añicos su corazón, se debatía entre Maite desnuda y el hombre muerto, y la pistola en su mano.
Tragó grueso cuando se fijó que el lado de su amada, estaba su abuela… —Abuela, al verla completamente herida, gritó en desesperación.
—¡¿Qué diablos pasó?!
Todas sus empleadas se miraron unas a las otras, hasta que una habló y dijo nerviosamente:
—No… No… No lo sé señor.
La ira lo invadió y las fulminó con la mirada.
—Cúbrela —gruñó Marcos y la empleada agarró una sábana y la tiró sobre el cuerpo desnudo de Maite.
Mientras Marcos tocaba el débil pulso de su abuela.
—Llamen a una ambulancia —pidió con angustia. Una empleada agarró el teléfono y llamó al hospital.
La ambulancia llegó tan pronto como pudo, el pulso de Elisa cada vez era más débil y la angustia invadía a Marcos, quien con sus ojos oscuros recorría la habitación y encontrando un teléfono en el suelo, lo tomó nerviosamente, aquel teléfono era de Maite, la pantalla estaba trizada al parecer había caído de algún lugar alto.
Encontró en primera pantalla un video, lo abrió temeroso, una vez visto, sintió el corazón estrujarse, observó el espectáculo de aquel hombre recorriendo el cuerpo de su amada.
Tragó grueso y se desvaneció sentándose sobre el filo de la cama, lagrimas que amenazaban con salir por la traición de Maite, las contuvo con gran esfuerzo.