Tres

901 Words
Después de varios minutos, Maite empezó a sentirse extraña, no podía ver con claridad y su cabeza daba vuelta, sobre todo su lengua estaba pesada. —Em… —nombró a su amiga estirando la mano —Aquí estoy amiga —refutó Emma con una sonrisa dichosa. —Me siento algo mal. —¿Dónde está Marcos? —preguntó Emma. —En la oficina, está dejando todo arreglado, nos iremos por un mes de luna de mil. Maite no podía ni mover la lengua, se intentó parar y no pudo, al verla tan débil, Emma se paró. —Iré a mi recámara. —Em, no me dejes aquí. —Ya vuelvo —expresó y continuó. Luego abrió la puerta, Maite intentó pararse para dirigirse a su habitación y su mirada estaba borrosa. —Marcos, ¿eres tú? Preguntó cuando vio un hombre acercarse a ella, éste empezó a besar su cuello. Luego la cargó en sus manos hasta su habitación. —Marcos… Emma se dirigió hasta la habitación de Elisa, al notar que ella dormía plácidamente empezó con su plan. —Hazlo ahora —rugió Emma, Maite acarició el rostro de aquel hombre. —No eres Marcos —replicó sin fuerzas. Maite quiso alejarse, pero estaba sin fuerzas, luego él hombre empezó a desnudarla. —No, déjame. —Serás mía —rugió ansioso. Le lanzó a la cama, sacó su blusa y luego procedió a sacar su pantalón. —¡Em, ayúdame! —Nadie te ayudará —rugió el estríper. Intentó pararse, pero éste la agarró con fuerzas, le besó en el cuello y luego mordió sus senos. —Marcos… sigiló —Sí, soy tu Marcos. Ella recorrió su espalda con las manos, por alguna razón sintió que ese cuerpo no era de Marcos. Luego sintió el peso del hombre caer sobre ella, sintió algo duro por sus piernas mientras el individuo manoseaba sus duros senos. —Por favor, no. Ella quería pararse pero no podía, ni siquiera podía pedir ayuda, su lengua estaba tan pesada que apenas podía susurrar. —Oh, por Dios, no —sintió una angustia en el corazón. —Gime preciosa, cuando te penetre, ahora déjame recorrer este cuerpo encantador que tienes, me excitas —balbuceo el hombre. El hombre no paraba de acariciarla y besarla, luego escuchó la voz de Elisa y todo se quedó en silencio. «Elisa estaba en su cama cuando de pronto escuchó pasos acercándose a su puerta, al escuchar que esta se abría empezó a roncar como si durmiera profundamente. Emma le había ofrecido una bebida y por alguna razón no la bebió, ágilmente botó la bebida en un florero cuando Emma se dirigió a entregar la bebida de Maite. Cuando vio que Emma giraba, alzó su copa fingiendo tomarla. ¿Por qué lo hizo? A Elisa le pareció extraño ver a Emma feliz por la boda de Maite y Marcos, más aun festejando la despedida de soltera de Maite. Sólo Elisa sabía cuán enamorada estaba Emma de Marcos, le bastaba recordar como esa jovencita contemplaba a su hijo cada vez que se hospedaban en su casa. Los años que llevaba de vida le habían hecho una mujer sabia, y ella intuía que Emma planeaba algo, pues Elisa sentía que el corazón de la joven no era bueno, por eso fingió beber la bebida. Cuando escuchó cerrarse la puerta de la habitación de Maite, se paró despacio y se encaminó sin hacer ruido, abrió la puerta lentamente, al ver el tipo trepado sobre Maite e intentando violarla, ella gritó. —¿Qué está pasando aquí? ¡Suéltala, malnacido!» Elisa golpeó al hombre con el bastón para que dejara a Maite, está como pudo se paró, quiso buscar ayuda de Elisa pero estaba tan débil que sus ojos no alcanzaban ni ver con claridad, cuando ya no pudo mantenerse en pie, calló desplomada al suelo. En cuanto a Emma estaba grabando en una esquina de la habitación, quería que todo quedara reflejado en un video para que Marcos no tenga duda alguna. Al instante que Elisa entró y habló ella dejó de grabar. Se acercó furiosa y presionó del brazo a Elisa, impidiendo que continúe atacando al estríper. —Eres malvada y perversa —refutó Elisa, llena de ira. —Y tú… —verbalizó Emma— Eres una vieja metiche. —Esto lo sabrá mi nieto, mañana mismo te desterrará de la mansión y del país. —Maldita vieja —gruñó Emma. Emma le agarró el bastón y con el mismo la golpeó hasta partir su débil cráneo, cuando cayó al suelo seguía golpeándole y riendo diabólicamente. —Oh Dios, en qué me he metido… El estríper al ver ese acto se sintió aterrorizado, lo que menos quería era estar envuelto en un asesinato. Emma le había pagado una gran suma de dinero para que se acueste con Maite, pero ser testigo de un asesinato ya era algo grave. —Me largo. Emma seguía golpeando a Elisa tirada en el suelo, y cuando vio que el hombre salía de inmediato preguntó. —¿Dónde vas? Tienes que terminar el trabajo —le gritó, al ver que no se detenía sacó su arma de la cartera y le disparó por la espalda. —Fuiste un idiota al querer largarte sin hacerla tuya. Rápidamente limpió sus huellas, se la puso en manos de Maite, igualmente limpió las huellas del bastón con el que atacó a Elisa.
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