—Suéltame, patán—, gruñón Maite. Marcos hizo más presión, he hizo que la mujer se inclinara delante de él —Acabas de matar a mi hijo, y tendrás que pagar por ello. —¿Y qué vas hacer? ¿Me golpeadas hasta matarme?—pregunto temerosamente, mientras ríos de lágrimas rodaban por sus mejillas. Y con la otra mano protegía su vientre. Marcos enchino los ojos, se preguntaba, ¿qué clase de hombre creía ésa mujer que él era? Nunca había golpeado una mujer hasta asesinarla, a la única que había tratado de forma abrupta era a ella, peor todo eso porque Maite quiso asesinar a su abuela y sobre todo, porque le había montado los cuernos. Después de regresar de su trance refutó —No acostumbro a golpear mujeres, y si soy un animal contigo es porque quiero que pagues y sientas dolor como mi abuela o Emma