Maite no comprendía nada, porque Marcos la había sacado de la cárcel si el mismo la había encarcelado. Cuando estaban por subirle al auto de Marcos, ella se reusó hacerlo, con ambas piernas se empujó. —Con cuidado—, dijo Marcos —No quiero que lastimen a mi hijo—, escucharle decir mi hijo, la hizo tranquilizarse. Se dejó llevar por policías y cuando estos la metieron al auto, Ángel acababa de llegar, al verla ser introducida dentro del auto de Marcos, estacionó el auto y corrió ayudarla, Marcos, antes de entrar a su auto vio al hombre acercándose a pasos gigantes, le lanzó una mirada de desprecio y una sonrisa desagradable. Cuándo estaba por llegar, Marcos arrancó y mirando fijamente por el espejo derecho al hombre que intentaba abrir su auto, sonrió con malicia. Una vez que lo dejó a