Si bien no llegamos al anochecer, el viaje se alarga un poco más de lo esperado, después del incidente con Erin, tuvimos que hacer una segunda parada porque esta vez fue Bella la que necesitaba con urgencia un cambio, y por la cara de Dylan, era evidente que no olía precisamente a lirios. Entramos al resort y tengo que admitir que es hermoso y la brisa marina se siente totalmente diferente a la ciudad. Cuando bajo del auto estiro las piernas, suelto un suspiro. «Creo que necesito cambiarme de ropa, descansar un poco y salir a dar un paseo, eso estaría genial». Mi mirada se desvía al coche de al lado y Marcella baja imitando mi gesto y su sonrisa aparece cuando pasa sus ojos por el lugar. —Vamos a registrarnos —comenta Jared mientras baja de la camioneta. Entramos al lugar que exuda tran