—Creo que esto te puede servir, —espeta Marcella cuando sale del vestidor de su antigua habitación en casa de sus padres, me tiende un vestido de día, color rojo de finos tirantes. —Muchas Gracias —murmuro apenada por la escena y el aspecto que tengo ahora. El de un jodido perro mojado. Y todo por culpa del insufrible de Luca. —Lamento lo ocurrido… —¿Qué fue lo que sucedió? —Inquiere cuando deja el vestido sobre la cama. —Algo tonto —digo algo azorada, —decidí caminar un poco mientras hablaba con tu hermano, tropecé, el intento sostenerme y caímos al agua. Un descuido. —Claro —espeta con los ojos entrecerrados, es evidente que no es muy creíble. —Iré al armario de mamá y te traeré un par de sandalias. Es un alivio calzar el mismo número que Brianna, si no tendría que usar mis zapatill