Capítulo 15: la protección de tus brazos (parte2)

857 Words
Marko se acercó a ella y después observó a un empleado que se acercaba con un ramo de rosas rojas, se las entregó al niño y después se marchó. Valentina comenzaba a presentir lo que iba a pasar. Pudo sentirlo años atrás cuando él le robó su primer beso. El niño le extendió el ramo de rosas y le mostró una enorme sonrisa. También parecía nervioso. —Valentina… yo… —Intentó calmarse para hablar mejor—. Siempre me has gustado, eres mi mejor amiga, pero yo… estoy enamorado de ti. ¿Serías mi novia? La niña apretó los labios con fuerza y le dejó los brazos estirados, no tomó las rosas. Estaba cansada de él, no le gustaba. Le robó su primer beso. No quería que fuera su novio. Quería resistirse por primera vez a sus caprichos. Las mejillas de Marko estaban más rojas, haciendo que todo su rostro también se ruborizara. Seguía ofreciéndole el ramo de rosas y las manos comenzaban a temblarle, Valentina podía notarlo. —No puedo —dijo ella—. Estoy muy niña, mis papás no me dejan tener novio. —Bajó la mirada cuando notó que él estaba al borde del llanto—. Además… tú no me gustas. Lo dijiste, somos amigos, los amigos tienen que seguir siendo amigos. —Pero, yo… —Marko bajó por fin sus brazos—. Pero yo… creí que sí te gustaba. —No me gustas. —Valentina agarró con fuerza su vestido nuevo, era justo uno rosado que la señora Rumanof le había comprado el domingo pasado—. Todo este tiempo… he estado contigo porque me lo pides y no puedo negarme porque tu padre es el jefe de mi padre. —Volvió a observarlo, pero con mirada endurecida. Las lágrimas se deslizaron con fuerza por las mejillas del niño. —Val… ¿por qué me haces esto? —sollozó—. No tienes que ser grosera conmigo. Me lastima. Ella se sorprendió por sus palabras. Otra vez le restregaba que era el mayor de los dos. —Eres un niño caprichoso que quiere que esté a su lado siempre, ¿acaso no tienes más amigos? —espetó ella—. No quiero ser tu novia, tampoco tu amiga. La mirada de Marko pasó de la tristeza a la rabia. —¿Has estado todo este tiempo a mi lado por el dinero de mis padres? Ella no había estado a su lado por su dinero, pero quería herirlo, hacer que se sintiera igual de enojado que ella. Quería herirlo. —Sí, eres el hijo de un millonario, claro que sería la única cosa que quiero de ti, por eso te soporto —espetó. La mirada de Marko se endureció. —Eso no es cierto —soltó—. Tú no eres así. —¿Entonces para qué me preguntas? —Val… —soltó él cuando vio que se iba a marchar—. ¡Val, espera! No quiero que te enojes conmigo. La tomó del brazo y ella lo observó fijamente, notando que también iba a empezar a llorar. —¿Por qué me mientes? ¿Es cierto que ya no quieres ser mi amiga? —preguntó. —No, no quiero ser tu amiga —dijo entre el llanto—. Déjame, quiero irme a casa. —Lo siento —soltó él, algo que la desconcertó—. No sabía que te fastidiabas al estar conmigo. Me alejaré de ti si eso es lo que quieres. Valentina se sintió sumamente mal cuando Marko se alejó sosteniendo el ramo de rosas. Después ella se fue en silencio, avergonzada por lo que había pasado. Llegó a su casa de bajo ánimo, sus padres le preguntaron qué sucedía, pero ella mintió y dejaron el tema. Se distrajo en el cine y casi se le olvidó todo. Pero no sucedió lo mismo con Marko, su padre lo encontró llorando a mares en su habitación, esto lo asustó y le preguntó qué le pasaba. El niño se sentía con los sentimientos revueltos, le contó a su padre lo sucedido y después decidió hacer algo de lo que se arrepentiría. Le contó a su padre que Valentina le contó que sabía que su padre le robaba dinero de la empresa. El señor se mostró extrañado, casi como si no le creyera, después le dijo que descansara, que todo se solucionaría. —No quiero verla, me dijo que sólo estaba conmigo por mi dinero —sollozó él. —Te lo dije, los pobres siempre te buscarán por interés. No están a nuestro nivel —dijo el hombre antes de salir. Al poco rato entró su mamá con un pocillo de leche caliente. Se recostó a la cama y lo abrazó mientras él bebía la leche. —Tu papá está furioso, dijo que le contaste que el padre de Valentina le roba a la compañía —dijo ella—. Y tú y yo sabemos que eso no es cierto, que lo dijiste en un impulso de rabia porque ella no quiso ser tu novia. —Perdón… —soltó y volvió a llorar, pero esta vez en silencio.
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