Ayer por la noche después de lo del comedor me llevaron a mi habitación a descansar, pero creo que fue todo lo contrario, no pude dormir gracias a las lágrimas que salían de mis ojos.
Me desperté, ya que alguien tocaba mi puerta. Amaba mi cuarto, era muy grande. Al entrar estaba la mini sala (unos sillones, una mesa y en frente una pantalla plana), a lado estaba mi cama king con buró a mis dos lados, del lado izquierdo de la cama estaba el tocador y enfrente de la cama el escritorio y a lado del escritorio estaba la puerta para el gran vestidor y mi baño, y lo mejor era casi todo blanco, dorado y n***o.
-Pase- dije lo suficientemente alto para que me escucharan. La puerta se abrió y luego se cerró.
-Angélica, recuerda que hoy te quitan todo lo que te pusieron- dijo Adam recordándome que tengo que ir al doctor para que me quiten todo mi cuerpo artificial -Vamos, arriba, date un baño, cámbiate y baja a desayunar- dijo mientras yo me sentaba perezosamente en la cama.
-No tengo ropa que ponerme- dije con los ojos cerrados.
-Ya lavaron la ropa de ayer, te pones esa y saliendo del doctor te vas con tus hermanos al centro comercial- dijo sentándose en la cama.
-Tengo sueñooo- dije yéndome para enfrente apoyando mi cabeza en la cama.
-Vamos princesa, ya está la tina, mande a alguien para que la llenara- dijo moviéndome. Me senté otra vez y me paré.
-Esta bien- dije caminando al baño, pero me detuve -Buenos días- saludé dándole un beso en la mejilla para después meterme a bañar.
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Salí del baño, me puse mi ropa de ayer y bajé a desayunar, donde estaba mi papá y una mujer cocinando.
-Angélica, ella será tu ayudante, Sara. Sara ella es mi hija Angélica- nos presentó Adam.
-Un gusto Angélica- dijo Sara con una sonrisa amistosa.
-Dígame Emma por favor- dije sonriéndole y la expresión de Adam era de bastante felicidad.
-Nos vamos en 10 minutos- dijo besando mi frente para salir de la cocina.
-¿Te gustan los chilaquiles?- preguntó y yo sonreí.
-Amo los chilaquiles- contesté, me sonrió y se puso a sacar las cosas -¿Puedo ayudarte?- pregunté tímida, ya que siempre que le preguntaba a "mi madre" me decía que no, que yo era un desastre en la cocina. En esos momentos lo escuchaba como un juego, pero ahora lo escucho de verdad.
-Claro que si, eso ni se pregunta- dijo fascinada a lo que sonreí feliz y me acerqué a ayudarle.
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Ya estaba lista para ir al doctor a que me quiten este disfraz, estoy emocionada por saber quién soy en verdad. Me subí al carro de Adam y emprendimos marcha. Llegamos a un lugar apartado de la ciudad, lo que se me hizo raro, ya que los hospitales siempre están por la ciudad. Nos bajamos del auto y nos adentramos al edificio no tan grande. Adam fue a hablar con el recepcionista mientras yo esperaba apartada hasta que me llamó y caminamos por varios pasillos para llegar a un consultorio.
Karl viejo amigo- saludó Adam al entrar -Aquí está la paciente- dijo haciéndose a un lado para que me vea.
-Perfecto, creo que en unas horas estará lista, completamente libre de químicos- dijo mirándome sonriente.
-Genial, estaré aquí mientras la atiende- dijo mi padre. El Dr. Karl fue a su escritorio por unas cosas -Eres hermosa como sea que estés- dijo Adam abrazándome y dándome seguridad.
-Gracias- dije separándome.
-Bueno, vamos Emma, que la transformación empiece- me llamó el doctor para que lo siguiera. Entramos como a otro consultorio donde me quedé parada en medio de la sala -Bueno iniciaremos con lo más fácil, el cabello- suspiro -Siéntate aquí- indicó.
Me senté y empezó a ponerme bastantes cosas y capas de aluminio en la cabeza hasta que después de una hora se sentó frente a mi.
-Los químicos que tenias en el cabello son de los más difíciles de quitar, lo hacía rizado desde la raíz al igual que café. Pero después de un largo trabajo, ya está- dijo orgulloso.
-¿Cómo es mi cabello naturalmente?- pregunté ansiosa.
-Color n***o y lacio, muy largo- contestó y yo tenía una sonrisa de oreja a oreja -Vamos a quitar esto y ya estará- dijo y empezó a quitar en aluminio de mi cabeza hasta que mi cabello cayó por mis hombros - Uno menos, faltan dos. Bueno te resultará incomodo, pero necesito que te quites la camisa para revisar qué áreas serán quitadas- dijo he hizo que enseguida me sonroje, por suerte soy un poco morenita.
-Claro- dije y me quité mi camisa quedando en sostén de encaje n***o, mi pecho no es tan grande, ni chiquito, es normal, tal vez un poco más de lo que debería tener a esta edad, pero esta bien. Karl estaba anotando unas cosas en su libreta.
-Suerte que no tienes nada dónde está el piercing- dijo sonriendo. Así es, tengo un piercing en el ombligo -Solo tienes en los extremos de tu cintura, cadera y en el abdomen bajo. Para poder realizar el procedimiento tendrás que quitarte el short, ya que también tienes en la parte de arriba de las piernas, te lo quitas y te acuestas aquí para después anestesiarte- se volteó y llamó a varias enfermeras que estaban de un lado a otro.
-Cariño, recuéstate, ya empezaremos- dijo una mujer. Le hice caso, me quité el short quedando en ropa interior y me recosté en la camilla -Bueno te pondré esto y contarás hasta diez y antes de que lo termines estarás dormida- me explico y yo asentí nerviosa -Aquí vamos- dijo y puso esa cosa.
Uno....dos....tres....cuatro....cinco....seis..sie..-
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Me desperté en una camilla con una bata de hospital, miré a mi alrededor y estaba sola. Me senté y vi mi cabello como siempre lo he querido. Recordé que me hicieron "la transformación" y me emocioné. Vi mi ropa en la silla de a lado y me cambié rápidamente, fui al baño que había ahí y al verme quede sorprendida, esta era yo, mi verdadera yo.
Era delgada, piel sin granos o espinillas, ojos azules como los de mi madre, cabello n***o y lacio como ella. Era una copia de ella. Me peiné un poco y salí del baño donde estaba Adam sentado en la camilla. Al voltearse y verme quedó sin habla.
-Eres idéntica a ella- dijo sonriendo feliz -Hermosa como siempre- dijo acercándose a mí y acariciando mi mejilla -Cuanto daño nos hicieron esas personas- dijo abrazándome -Pero ya no más- dijo separándose de mi.
-Ya no más- aseguré sonriéndole.
-Tus hermanos enloquecerán cuando te vean. Una jovencita como tú tan hermosa se tiene que cuidar- dijo el acariciando mi mejilla -Vamos a casa hija- dijo tomando mi mano y saliendo del cuarto.
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Llegamos a la casa y nunca había sentido tanta seguridad de mí misma, antes me hacía sentir mal que las personas me vieran, pero ahora no me importa. Entramos a la casa y papá llamó a los chicos para que vinieran, mientras yo fui por un vaso con agua.
-Llevan a su hermana al centro comercial, necesita ropa, ya que no tiene nada- escuché a mi papá decirles. Con el vaso de agua en mi mano fui a donde estaban -La cuidan, yo le daré su tarjeta para que se compre lo que quiera- dijo cuando entre, y al ver a los chicos su mirada era épica.
-¿Emma?- preguntaron sorprendidos y sonreí.
-La misma- dije dando una vuelta en mi lugar.
-Eres tan....wow- dijo Luke a lo que reí por su tonto comentario -Tan sexy como nosotros- exclamó feliz a lo que todos reímos.
-Esas personas sí que te habían cambiado- dijo Ethan -Parece una persona completamente diferentes- dijo impresionado.
-Bueno, ya chicos- dijo Adam -Cuidan a su hermana y la ayudan para lo que necesite- dijo y todos asintieron -Bueno Emma, te tengo un regalo- dijo mirándome sonriente.
-No es necesario, estar con ustedes es más que suficiente- dije honesta y él sonrió.
-Vamos a fuera- indicó. Todos fuimos a fuera y luego me dio unas llaves -Ten- dijo sonriéndome.
-¿Para qué unas llaves?- pregunté confusa él me hizo una seña que me volteara y...-¡Oh por dios! ¡Es una broma!- exclamé mirándolo incrédula, pero él y los demás estaban sonriendo.
-Es tuyo, todos mis hijos tienen el mismo solo que diferentes colores- dijo sonriendo y yo lo único que hice fue abrazarlo muy fuerte.
-Gracias- le dije realmente agradecida era mi auto soñado, un Lamborghini y mejorado para que sean cuatro asientos en total -En serio no era necesario- dije honesta.
-Ya, váyanse a comprar- dijo feliz. Los chicos fueron por sus autos y yo me acerqué al mío -Ten cuidado hija y esto es para que compres lo que tú quieras- dijo recargado en la ventana dándome una tarjeta.
-Gracias y siempre tengo cuidado- dije sonriendo -Regresamos al rato- dije encendiéndolo.
-Claro que sí- dijo separándose.
Vi a los carros de mis hermanos y los pude identificar con tan solo ver la parte de atrás. Ethan rojo, Luke azul, Zack verde e Ian gris, ya que en la parte de atrás venía su nombre como si fuera la marca. El mío era n***o, el mejor color. Los chicos se fueron por un camino que no conocía, pero los seguí sabiendo que con ellos siempre estaré bien.