La mejor versión de mí

4271 Words
Tal y como lo prometí, tomé mi lirio y salí de la casa de mi hermano antes de que el sol se asomara. —Con lo que tengo solo me alcanzará para una habitación por esta noche —suspiré sin saber qué hacer. Tal vez las cosas serían diferentes si nunca hubiera renunciado a mis sueños. Me enfoqué tanto en ser la esposa perfecta que me olvidé de mí. A mis 23 años tenía una carrera la cual había dejado sin terminar todo por enfocarme en hacer feliz a Benedict. Entre la universidad y mi matrimonio tuve que priorizar lo que creí que era más importante, ¿Cómo pude ser tan tonta? Si hubiera pensado en mí, ahora tendría una profesión y no estaría padeciendo este problema qué inunda mi cabeza. Al llegar a un parque me senté en una banqueta y cerré mis ojos pensando en ese instante que lo cambió todo. Tal vez mi vida hubiera sido diferente sí… Mientras pensaba una mano se posó en mi hombro y asustada volteé a mirar encontrándome con la madre de Benedict. —Señora Vera… — titubee su nombre sintiendo como mis ojos se llenaban de lágrimas, ella me miró con una profunda lástima y sin dudarlo me recibió en sus brazos. —Ay querida, ¿qué es lo que pasó? —me pregunta, pasando suavemente su mano sobre mi espalda para luego tomar con delicadeza mi rostro y mirarme a los ojos—. Fui esta mañana a visitarte en casa para darte una noticia, creí que estarías sin embargo quién me recibió fue esa mujer que ahora se proclama como dueña y señora de esa propiedad. —¿Habló con su hijo? —le pregunto y ella niega con la cabeza. —Benedict no estaba, de lo contrario hubiera exigido una explicación así que decidí buscarte. Te llamé varias veces pero tu celular está apagado. Querida cuéntame, ¿qué es lo que sucede? Tomando asiento ambas en la banqueta, suspiro para contarle los hechos a lo que ella muestra sorpresa cuando le relato la causa de mi decisión para haberme alejado de su hijo. —Dios mío —suspira —Benedict… no puedo creer este haciendo esto, es mi hijo pero en qué clase de monstruo se está convirtiendo, ¿Cómo pudo haberte hecho esto? —entonces la señora se puso de pie—. No voy a permitir que esto continúe, ahora mismo me va a escuchar él y esa mujercita. —No señora —decido impedirlo, sujetando su brazo—. Si usted va las cosas empeorará, yo ya no tengo nada que hacer ahí, con o sin Úrsula su hijo me detesta, me odia —bajé la mirada con pesar. —No querida, no bajes la mirada bajo ninguna circunstancia —usando sus manos con delicadeza, la señora Vera levantó mi rostro—. Eres una muchacha hermosa llena de vitalidad e inteligente por eso quiero darte mi apoyo. —Señora… —No estás sola querida, yo confío en ti, y a pesar de todo tú eres mi nuera, eres como la hija que nunca tuve. Así que ahora mismo seca esas lágrimas y vendrás conmigo a casa. —No señora, yo no puedo volver a… —Vendrás a mi casa, así que puedes estar tranquila, no te llevaré dónde está esa mujer. No tenía nada que perder en estos momentos, no podía darme el lujo de desechar ayuda así que conociendo la amabilidad de la señora Vera acepté. Ella me llevó a su casa, un hermoso lugar amplio que pocas veces había visitado. —Esta casa fue de mis padres —me comenta—, mi madre tenía otra casa pero luego la vendió y nos vinimos a vivir aquí junto a mi padre. Observé un cuadro de una familia entera sobre la chimenea de la casa. —¿Son ustedes? —pregunté —Así es, ellos dos son mis padres y los que nos acompañan son mis hermanos, soy la hija mayor, ¿verdad que era muy linda? —me sonríe tratando de bajar la tensión de los acontecimientos que habían ocurrido. —Mucho —contesto—. Tiene la misma mirada que su padre. —Me lo han dicho, los ojos Bercelli son un rasgo típico, Benedict también los heredó… —de repente su voz guarda silencio al darse cuenta que había traído el tema de conversación de su hijo—, pero dejemos de hablar de ello, tengo algo que te podría interesar, espérame aquí —me pide, mientras ella se dirige a las escaleras que la conducen a las diferentes habitaciones. Decido esperar en la sala. Aún sostengo en mis manos el lirio. La calidez de esta casa se sentía por cada espacio, era fácil imaginarse que este lugar estaba lleno de hermosos recuerdos. Mientras contemplaba los bellos detalles de la casa, la señora Vera regresó con una caja. —Toma querida, esto es para ti —abriendo la caja, ella me muestra un vestido blanco con hermosos detalles. —Diseñé este vestido como regalo por tu aniversario, lamento que las cosas no hayan salido como lo imaginaba, pero esto será mejor que lo que traes puesto. Al darme cuenta de mi aspecto le di la razón. —¿Puedo probármelo? —le pregunté y ella afirmó. —Es tuyo, por supuesto que puedes ponértelo. Tomando el vestido, me dirigí al baño de invitados donde rápidamente me cambié de atuendo. Cuando la señora Vera me vio salir luciendo el vestido, sus labios se curvaron en una sonrisa. —Te queda perfecto. Mi sonrisa dibujó algo de felicidad en mi rostro y mientras lucía el vestido mi estómago gruñó, provocando que mis mejillas se enrojecieran de vergüenza. —Disculpe. —¿Has comido algo querida? —ante su pregunta yo niego con la cabeza recordando que del disgusto y la rabia no había ingerido un solo alimento. —Bueno, entonces aprovechemos. Te prepararé una de las tantas delicias que me enseñó mi madre ella era muy buena creando postres. —Me encantaría ayudarla —1la señora Vera me miró durante unos segundos en silencio mientras sonreía y me permitió acompañarla. Juntas entramos a la cocina y preparamos algo pequeño para los dos. Cuando todo estuvo listo, fuimos a la mesa y comimos la comida recién hecha. —Eres sorprendente en la cocina, no sabía que tuvieras esas habilidades. —Desde pequeña aprendí a hacer pan —le respondo—, luego me interesaron los libros de receta y como ya sabía leer empecé a experimentar con otras preparaciones. —¿Saber leer?, ¿qué edad tenías? —Tenía siete años —le respondo mientras devoraba lo que estaba en la mesa. —¿Siete? Pero no tenías supervisión —me pregunta con sorpresa—. ¿Qué hay a tu hermano? —En ese tiempo mi hermano se estaba preparando para ser médico, y como la empleada de casa terminaba renunciando, aprendí a cocinarme para mí de lo contrario tal vez hubiera muerto de hambre —reí restándole la importancia a lo que la señora Vera se mostraba sorprendida. —¿Puedo tomar de ese jugo? —pregunté señalando la jarra, a lo que ella asintió, sin dudarlo me serví un vaso y lo bebí sintiendo como mi estómago poco a poco se saciaba. Al terminar agradecí por la comida, de repente me di cuenta que mi lirio no estaba cerca y me asusté. —¿Qué pasa querida? —me pregunto al ver el temor en mis ojos. Regresé hasta la sala, encontrando por fin mi lirio a salvo en el sofá. —Es lo único que me acompaña —le respondí tomando el lirio entre mis manos. —Querida, ¿puedo hablar contigo? —Por supuesto que sí señora Vera. Ella se acomodó con elegancia sobre el otro sillón y me pidió que también tomara asiento. —En realidad hay otro motivo por el cual fui a buscarte —al oír la seriedad en su tono de voz asentí y la miré con atención—. Creo que recordarás que hace un mes se cumplieron dos años desde… Al recordar afirmo con tristeza La señora Vera se levanta y a los pocos segundos regresa con un documento en la mano ella lo extiende frente a mis ojos pidiéndome con la mirada que lo tome. Al tenerlo entre mis manos leo el contenido y quedo sorprendida. Pero nuestra conversación queda interrumpida cuando alguien llama a la puerta. —¿Quién podría ser? —se pregunta la señora Vera—, le di el día libre a los empleados así que ya vuelvo a querida —me dice levantándose para abrir, pero su lejanía no dura mucho tiempo ya que una voz que no pensé que escucharía tan pronto resuena en mis oídos. —¡¿Qué hace ella aquí?! —al voltear, descubro que se trata de Benedict, quien con mirada furiosa me observa en la casa de su madre. —Es mi invitada —responde su madre. Cuando Úrsula me contó que habías ido a casa me sorprendió pero claro, ahora ya sé el motivo. Ella vino a hacer el papel de víctima que siempre le sale bien. —Benedict, no voy a permitir falta ese respeto en mi hogar. —No puedo creer la madre, ¿Cómo puedes estar de lado de esta mujer? Después de todo lo que hizo esta mujer, sola trae desdicha, tragedia e infelicidad —de repente sus ojos observan el documento que traigo en mis manos, sin pensarlo un solo segundo me arrebata el documento y lo lee—, ¡¿Qué diablos significa esto?! —exclama con fuerza. —Yo se lo entregué —responde su madre—. Así que ahora devuélveselo a Benedict. —¡¿Pero es que acaso el mundo se ha vuelto loco?! ¿cómo demonios puedes entregarle esto a una asesina? —Yo no soy una asesina —me puse de pie para defender mi honor. —No sé ni qué haces aquí, deberías estar encerrada, a mí nadie me va a quitar de la cabeza que tú fuiste la culpable de su muerte. —Benedict, no sabes ni lo que estás diciendo. Elinor no tuvo la culpa de lo que sucedió. —¿No tuvo la culpa? Entonces dime qué hace ella aquí, ¿y por qué está recibiendo esto cuando no le corresponde? —Ya te dije que yo se lo entregué. Entonces Benedict se acerca frente a mí y colocando el documento frente a mis ojos lo parte por la mitad. —No te bastó con matarlo que ahora te robas lo que fue de él, ¡Eres una maldita asesina! —¡Benedict! —su madre levantó la voz. —No sabes cuanto te desprecio, maldita. —Tu desprecio ya no me lastima. Sus ojos mostraban un inmenso odio y sin decir más, se marchó de la casa. Al haber mirado sus ojos de cerca no pude evitar recordar esos mismos ojos que tiempo atrás me miraron con delicadeza y ternura, junto a una sonrisa en los labios. Cuando él se fue toqué mi pecho, y entre abriendo los labios dejé escapar un sollozo que respirando profundo logré controlar. La señora Vera me cobijó en sus brazos, mientras repetía: ¿Cómo mi hijo pudo haberse convertido en esto? *Flash back* —Es temporada de Lirios —sonreí, observando como estos adornaban el hermoso bosque—. Quizás si llevo estos mi hermano se ponga más feliz y ya no sea tan gruñón conmigo. Pero debía darme prisa pues si mi hermano volvía a casa y no me encontraba se enojaría aún más, teniendo mucho cuidado al tomar los lirios, los retiré de la tierra, llevándome unos pocos para cuidarlos en casa. Había leído en un libro de botánica todo sobre estas flores y estaba fascinada. Llené mi canasta de unas pocas flores más y sacudiendo mi vestido me puse de pie para regresar a casa, sin embargo, algo llamó mi atención en el río, algo que flotaba. Tal vez se trataría de algún animalito, no estaba segura pero sentí en mi pecho la necesidad de acercarme. Solo tenía 9 años pero me llené de valentía y logrando asomarme completamente me di cuenta que no se trataba de un animal sino de un muchacho. ¿Qué debo hacer? No podía pedir ayuda pues estaba segura de que no había nadie cerca, y mientras buscara a alguien, el muchacho sería arrastrado por la corriente. —¡Oye tú despierta! —grité pensando que el reaccionaría pero no sucedió así, entonces me quité mis pequeños zapatos y los dejé a un lado, mi hermano iba a regañarme pero tenía que hacerlo. Metiéndome al río logré tomar al muchacho del cuello de su camisa, aunque era muy pesado para una niña pequeña como yo. —¡Benedict! —Se escuchó unas voces a lo lejos, al parecer estaban buscando al muchacho que estaba en el río, quise gritar para que se dieran cuenta que estaba aquí pero tenía que concentrar todas mis fuerzas en mis brazos así que me esforcé para lograr llevarlo hasta la orilla y finalmente lo hice, aunque casi termino siendo yo la que se ahoga. Tosí por toda la cantidad de agua que tragué al sacarlo. —Mi hermano va a enojarse mucho —dije en mi mente—. Pero al menos… —fue entonces que miré su rostro y durante unos segundos me quedé ahí contemplando sus facciones, hasta que empecé a preocuparme porque no reaccionaba, ¿estaría muerto? —¡Por aquí Arnav! —escuché una voz femenina que me asustó, de modo que salí corriendo, logrando ocultarme tras rocas grandes. Aquella voz se hizo presente, logrando llegar hasta aquel muchacho que saqué del río. —Benedict —ella lo sacudió y él exhaló, abriendo los ojos, y encontrándose con aquella jovencita que al verlo despierto lo abrazó. —Úrsula… ¿Tú? —logrando sentarse, él apoyó su mano en el suelo, encontrándose con uno de mis lirios. —¡Oh Dios! —saltando entre los arbustos otro jovencito se acercó—. Úrsula lo rescataste —murmuró el jovencito. —Oh… Sí, por supuesto que sí —respondió ella. —¿Qué pasó? —preguntó Benedict. —¿Qué no pasó, hermano? —el otro jovencito lo ayudó a ponerse en pie—. Casi mueres cuando caíste de la cascada. Ellos se marcharon sin percatarse de mi presencia, quería acercarme, pero el sol se ocultaba y mi hermano volvería pronto a casa. No tuve más opción que tomar mi canasta y correr a casa. … Él tiempo transcurrió, una nueva etapa comenzaba en mi vida y como toda una jovencita de 12 años, mi hermano creyó que era conveniente que lo acompañara a uno de esos eventos de alta sociedad donde él solía asistir. Quizás aún era muy joven, pero en el fondo sabía que lo que él buscaba era ir buscándome un prospecto como futuro esposo para deshacerse de mí. Creo que esa fue la única vez que me compró algo lindo, pues llevaba un lindo vestido y una de las joyas de mi madre. —Portate bien, Elinor —me advirtió—. No manches mi apellido. No sé porque se refería de esa forma hacia mí, pero le demostraría que yo era toda una jovencita bien educada. Randall se fue, presentándose con los anfitriones del evento, yo solo tenía que permanecer quieta, pero de repente una mano tomó la mía y me hizo girar, encontrándome cara a cara con aquel jovencito que no creí que volvería a ver. —Eres tú —me sonrío—. Sabía que no eras un sueño, que eras real. Tu salvaste a mi hermano aquel día que casi se ahoga en el río. Sus tierna sonrisa, la calidez de su mirada y la gratitud en sus palabras hicieron que simpatizara con aquel joven del cual ni siquiera sabía su nombre. —Arnav, mira son tus favoritas —pronto otro jovencito se acercó, pero de este si sabía su nombre. —Gracias hermano —respondió Arnav. Benedict, así se llamaba; durante un instante sus ojos azules se me quedaron viendo y una sonrisa que me hizo tocar un pedazo del cielo, me llevó a concentrarme en solo él. —Mucho gusto, jovencita —Benedict se acercó con gentileza y tomó mi mano, donde dejó un beso que provocó que toda mi piel se erizara—. Nunca te había visto por aquí, ¿eres nueva? Recordaría una cara tan linda. —¿Crees que soy linda? —pregunté nerviosa y con las mejillas rojas. —La más linda de este lugar, diría yo. Nuestras miradas parecían estar conectadas, hasta que una voz femenina interrumpió. —Benedict, vamos a bailar. Él le sonrío y no se pudo negar. —Nunca le dice que no —murmura Arnav— Úrsula puede ser tan molesta. —¿Úrsula? —pregunto al saber el nombre de la chica que bailaba con Benedict. —Desde que se atribuyó el haber rescatado a mi hermano del río, aprovecha cada instante para estar cerca de él, por un instante yo también lo creí pero sé que fuiste tú. Yo guardo silencio, pero él vuelve a tomar mis manos. —¿Por qué bajas la mirada? —me pregunta. —No deseo que nadie lo sepa, si mi hermano se entera se decepcionaría mucho por desobedercelo. —Entiendo, está bien. Guardaré silencio y no se lo contaré a nadie, aunque honestamente creo que tú te mereces ese reconocimiento. —¿Pero cómo sabes que fui yo? —Eso es muy sencillo, lo supe cuando te vi detrás de esas rocas, cuando llegué no me percaté de ello hasta que al irme te vi asomarte, fuiste muy valiente y te agradezco por haberle salvado la vida a mi hermano. —¿Tu hermano? —pregunté pues honestamente no tenían ningún parecido. —Bueno, en realidad soy adoptado, pero la señora Vera me crió como un hijo más, y Benedict no hace distinción, ambos somos muy unidos y nos queremos mucho. —Eso es muy hermoso —desvío la mirada—. En cambio mi hermano solo quiere deshacerse de mí. —¿Por qué dices eso? —me pregunta. —Lo sé perfectamente, sé que el tiempo está transcurriendo y pronto seré una jovencita adulta, mi hermano no quiere que yo sea una carga para él y la razón de mi asistencia a este lugar es para encontrar un buen prospecto como fue tu esposo —entonces apreté mis manos empezando casi a temblar —, tengo miedo. Arnav tomó mis manos con las suyas parecía que él pudiera comprender como yo me sentía. —Eso no es justo… —Elinor —escuché la voz de mi hermano llamarme y tuve que despedirme de Arnav. Con el pasar de las horas, la fiesta llegó a su fin y mi hermano me dijo que me presentaría ante una familia que quería conocerme, finalmente lo había conseguido había logrado encontrar a alguien para regalarme. Sin embargo la tristeza en el rostro se transformó en asombro cuando mi hermano me llevó ante una señora que estaba acompañada de dos jovencitos que resultaban ser Benedict y Arnav. Yo no estaba entendiendo nada hasta que la señora Vera Bercelli, se acercó a mí sonriéndome con ternura. —Ahora lo entiendo, eres una niña muy linda, ¿verdad Arnav? —Él afirmó—. Querida mi hijo quiere conocerte me pidió algo bastante alocado para su edad, pero no me molestaría que vinieras a casa a visitarnos y que tal vez el futuro pueda traernos grandes sorpresas, tu hermano me ha hablado de ti, me dijo que eres una niña muy inteligente. —Realmente me preocupo mucho por mi hermana —comenta mi hermano. —Lo entiendo —responde la señora —. Yo también me preocupo mucho por mis dos muchachos, ambos tienen 16 años. Son muy buenos chicos, bien educados y nobles, le aseguro que cuidarán muy bien de la pequeña… —Elinor —respondo, convirtiéndose en ese instante en la primera interacción que nuestras familias tenían. … Conocer a Arnav fue de las mejores cosas en mi vida, él era tan dulce y caballero conmigo al igual que Benedict, sin embargo a este último no lo veía como un simple amigo, mis primeros sentimientos y sueños fueron hacia él, pero eso era algo que no podía ser, pues él parecía estar solo interesado en Úrsula, hasta que el tiempo nos convirtió en adultos y ella se tuvo que ir a estudiar los últimos meses fuera del país. Durante ese tiempo nos volvimos solo los tres, pero mi tiempo había llegado y un día Arnav en uno de nuestros tantos paseos, se arrodilló ante mí, pidiendo mi mano en matrimonio. Yo lo quería, pero no como hombre, mi amor estaba en su hermano, cosa que él entendió y aceptó. —Perdóname por favor —le pedí, pero él me consoló con un abrazo. No hay nada que perdonar en el amor no se manda, linda flor, y si tus sentimientos son para mi hermano, pues seré feliz si ustedes se enamoran. —Arnav… —Nada me haría más feliz que saber que las dos personas que más amo en este mundo, estén juntos. Sonreí entre lágrimas y le dí un beso en la mejilla por su aliento. Así que decidida a confesar mi amor, busqué a Benedict, pero al parecer él también había pensado como Arnav, solo que su propuesta iba a ser para… —El tiempo se aproxima, quiero sorprenderla con el anillo —lo escuché decir por teléfono, rompiendo mi corazón en pedazos. Arnav me encontró en el jardín de su casa. Le conté lo que había ocurrido y me consoló. —No sé mucho del amor, linda flor. Pero sé que quien te ama, no te hará llorar. —Arnav… —él secó mis lágrimas y cuidó de mi corazón roto, razón que me llevó a considerar que si lo intentaba, podría llegar a amarlo. Me esforcé por olvidar la pena, y Arnav contribuyó con eso, cada día que me veía, me recibía con una flor que sacaba como por arte de magia de mi cabello. —Tienes la sonrisa más bonita del universo —me dijo, mientras veíamos la luna en un paseo de noche por el bosque. Yo le sonreí, mirando sus ojos brillando en esa noche. —Te quiero —le dije y él pasó sus dedos por mi cabellera. —Tu eres mi debilidad. —¿Debilidad? Arnav asiente. —Mi debilidad tiene nombre y apellido, unos ojitos hermosos, una carita preciosa y un alma que me enamora —bastaron esas palabras para saber que él debía ser el indicado. —Arnav… —nuestras miradas se cruzaron—. Quiero ser tu esposa. … La noticia despertó la alegría de toda la familia, incluso mi hermano se veía feliz, todo marchaba bien, él era tan lindo, tan dulce, tan bello. Cada día Arnav me llenaba de hermosos detalles y yo era feliz, muy feliz, hasta que esa felicidad se rompió. Un día antes de nuestro matrimonio, algo ocurrió, Arnav y yo habíamos decidido despedir nuestra soltería con un bello picnic. —Mira como vuelan —le señalé las aves y él suspiró con una sonrisa. —Me gusta esta paz, Elinor, me gusta la naturaleza, me gustas tú —apoyé mi cabeza en su hombro y también suspiré. —¿No crees que somos raros? —le pregunto. —¿Por qué lo dices? —Por la manera en cómo estamos despidiendo nuestra soltería, en lugar de fiestas, estamos aquí en el campo. —Eso para mi no es raro, es más si quisiera despedir cualquier aspecto de mi vida, solo podría pensar hacerlo frente a la mujer más bella del mundo —tocó mi barbilla con sus dedos, y cuando estaba por besar mis labios él se alejó—. Mañana podré darte todos los besos que quiera. —¿Brindamos por eso? —le pregunto y él asiente. Voy por la canasta y sirvo unas copas de vino para brindar. —Oh, traje jamón y queso —recordé, dejando mi copa, pero Arnav bebió el suyo—. Oh, no me esperaste —bromeo, más cuando vuelvo a ver su cara, noto que su rostro pierde color—. ¿Arnav? Él abre la boca, tratando de respirar, y entendí que algo grave estaba pasando. —¡¿Arnav?! —lo sujeté en mis brazos, cuando cayó de rodillas. —E-Elinor… —¡¡¡ARNAV!!! *Fin Flash back* Arnav murió en mis brazos, nunca se supo que lo llevó a la muerte, pues jamás se halló rastro en su cuerpo, para todos fue un golpe duro, pero fue más duro para Benedict, quien me culpó por ello. Aún recuerdo cómo sus ojos se oscurecieron y me gritaron ¡Asesina! Sin embargo, el matrimonio se dió de igual modo, mi hermano exigió que se debía cumplir la palabra de un Bercelli, y Benedict tomó su lugar, convirtiéndose en mi esposo. —¿Estás mejor querida? —me pregunta la señora Vera. Teniendo más control de mis emociones, asentí. —He tomado una decisión, señora. Aceptaré la herencia de Arnav, empezaré de nuevo y lo haré en nombre de él. —Gracias por honrar el nombre de mi niño. —Gracias a usted por confiar en mí, juro que seré la mejor versión de mí.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD