Ladrona

2133 Words
POV Elinor —¿Tu hermano? —dijo Danna, tomándose su tiempo para asimilar mi respuesta. —Randall Lancaster —añadió—, el importante médico cardiólogo que ayer tenía que dar una conferencia en el seminario al que fue invitado, pero que, por culpa de cierta persona a la que estoy observando, llegué tarde, ya que no podía presentarme luciendo como un vagabundo. —¿Culpa? —dije confundida—. ¿De qué estás hablando si yo ni siquiera sabía que estabas aquí? —¿De verdad crees que voy a creer eso? Sé perfectamente que mandaste a tu amiga para arruinar mi noche. —¿Sabes qué? No sé de qué me estás hablando. Yo ni siquiera sabía que estabas aquí. La última vez que nos vimos fue cuando fui a pedirte alojamiento, y desde entonces te prometí que me iría sin dejar rastro. Y es lo que he hecho hasta el día de hoy. —No voy a creer las palabras de una débil como tú, porque eso es lo que eres. Dios, si pudiera, te juro que te arrancaría el apellido de nuestra familia. No mereces ser una Lancaster. Siendo honesta, sus palabras me golpearon. Mi hermano jamás me había mostrado afecto; siempre había sido frío y desconsiderado conmigo, pero no iba a mostrarle que todo lo que había dicho me había afectado. Por el contrario, me mantuve firme. —Pues lamento mucho que pienses así. Estoy feliz de que seas un médico reconocido; jamás podría desearte el mal porque, a pesar de todo, eres mi hermano. Sin embargo, sé que no soy una mujer débil. Por el contrario, me he esforzado por llegar hasta donde estoy; solo yo sé todo lo que he tenido que pasar para lograr esto. Y, aunque seas mi hermano, no voy a permitir que te dirijas a mí con esos calificativos. Mi conciencia está tranquila. —Una conciencia tranquila, pero sucia. De cualquier forma, no me interesa lo que digas. Solo vine aquí con un objetivo, y es para que me pagues por el traje que tu amiga o asistente estropeó. —Seguramente te equivocaste —le respondí con convicción. —No —intervino Danna, ya acercándose a mí—. Admito que realmente fui yo. No fue a propósito, en realidad fue un accidente. No imaginé que era tu hermano. —Randall —repitió él. —Randall o como sea, pero al final de cuentas eres el hermano de Elinor. Y ¿sabe qué? Aunque no sabía que usted era familiar de ella, me alegro mucho de haber estropeado su traje. ¡Qué hombre tan detestable es usted! —¿Cómo te atreves, tú, vulgar empleada? —Vulgar o como sea, pero usted es un patán. No, peor que eso: es un verdadero cavernícola. ¿Qué clase de hermano trata así a su hermana menor? Y así, ¿es médico? —Esto es increíble, una empleada juzgándome. El mundo se ha puesto de cabeza. —¡Basta, Randall! —intervengo—. Si las cosas sucedieron así, entonces pagaré por tu traje. Dame el número de cuenta y tendrás tu dinero depositado hoy mismo. —Pues eso es lo que espero. —Un momento —Danna interrumpe—. No le pagues nada, Elinor. Este hombre merece eso y mucho más. —Parece que no sabes cuál es tu lugar. Nadie está pidiendo tu comentario —le responde mi hermano a Danna, creyendo que con esto la callaría. Pero él estaba muy equivocado. —¿Usted cree que Elinor aún está sola, verdad? Pues déjeme aclararle algo: ella es la mujer más fuerte que he conocido; muy trabajadora e inteligente, capaz de lograr muchas cosas. ¿Y qué hace usted? En lugar de estar orgulloso de tener una hermana así, viene a atacarla. Y eso lo pinta de cuerpo entero. Entonces Randall la miró fríamente. —Ya basta, Randall. Tendrás tu dinero hoy mismo, como te lo dije. Ahora, por favor, retírate. —Por supuesto que lo haré. ¿Crees que me interesa permanecer un segundo más aquí? —sus ojos eran tan fríos como de costumbre. Randall giró sobre sus talones y, sin decirme siquiera adiós, se marchó, dejando un nudo en mi pecho. Nunca lograría entender la razón de su odio y desprecio. “Eres débil. Siempre has sido débil.” Esas palabras resonaban en mi mente mientras observaba cómo se alejaba. Mis ojos no podían apartarse de él, y me pregunté: ¿Por qué, a pesar de todo, las palabras de mi hermano me siguen afectando? ¿Por qué mi pecho se retuerce? ¿Por qué siento este nudo en la garganta? ¿Por qué mis ojos empiezan a arder y siento este vacío en el corazón? —¿Eli? —dijo Danna, apoyando su mano en mi hombro. —Todo está bien —le respondí—. No te preocupes —aclaré mi garganta—. Ingresemos, hay mucho por hacer el día de hoy. Eso era lo que tenía que hacer, enfocarme en el trabajo, porque en esta vida no había tiempo para pensar en los sentimientos. Una vez me dejé gobernar por ellos y solo me dejaron herida. No permitiría que eso volviera a ocurrir. ... Al ingresar a mi oficina, suspiré, acomodándome en mi asiento. Danna se había ido a ocupar el suyo, por lo que ahora estaba sola. —Basta, de sentimentalismo no se vive. Apreté mis puños sobre mi escritorio y exhalé. No he llegado hasta aquí para derrumbarme a la primera. Encendí mi computadora para iniciar con mis labores del día. Tenía mucho que revisar, pues el cargo de directora demandaba una gran cantidad de esfuerzo, mismo por el cual había sido elegida, ya que confiaban en mis habilidades. Al cabo de unos minutos, Danna ingresó a mi oficina trayendo consigo los archivos que ya le había solicitado, pues aún tenía que ponerme al corriente con todo lo realizado durante el último mes. —Aquí tienes lo de contabilidad. Y es tal y como lo dijo la señora Vera: se ha desembolsado una gran cantidad de dinero para poder liquidar y pagarle a los empleados que estaban demandando a “Bercelli”. —Puedo notarlo —le respondí, apenas dándole una mirada a los documentos. Decidí tomar otro documento, el cual empecé a revisar. Contenía las ventas realizadas durante el último mes, notando también una caída preocupante. —Ahora tiene sentido —confirmé—. Las ventas han descendido porque no ha habido una buena estrategia en la parte de marketing. El presupuesto dirigido a esta área es prácticamente una miseria. ¿Quién está a cargo de esto? —le pregunté a Danna, a lo que ella me señaló la parte de la hoja donde tenía la firma y sello de la responsable. —Dios mío —suspiré cuando leí el nombre de Úrsula—. Pero esto no tiene sentido. Se supone que todo esto debió haber sido aprobado por la anterior directora, y esa persona era la señora Vera. Estoy segura de que ella no hubiera permitido algo así. Entonces, una idea cruzó por mi cabeza. A no ser que… Rápidamente busqué el documento donde estaba la aprobación de este presupuesto, y cuando me di cuenta, descubrí que quien había puesto su firma y sello para que esto ocurriera había sido Benedict. —¿Quieres que lo mande a llamar? —No, no hace falta. Iré yo misma. Tomando el documento en mis manos, salí de mi oficina y me dirigí a la de Benedict. Su secretaria fue quien me recibió, pero al verme, me permitió el ingreso sin hacer mayor cuestionamiento. Ni siquiera me molesté en tocar la puerta; simplemente entré y, de un solo movimiento, coloqué el documento en su escritorio. —¿Cómo has podido ser tan irresponsable? Benedict levantó la vista. Al parecer estaba pensativo en algo más, pero cuando me vio, sus ojos me miraron con sorpresa. —¿Qué haces aquí? Creí que estarías en tu casa descansando por lo que ocurrió ayer. —Pues, para tu pesar, estoy perfectamente bien. Así que no, no voy a darte el gusto de que me veas morir, menos después de descubrir todas las idioteces que han hecho a espaldas de tu madre. Él me miró extrañado. —¿De qué estás hablando? Todo lo que yo realizaba siempre tenía que ser aprobado por ella. —¿Ah sí? Entonces explícame esto —apunté al documento que había dejado frente a él. Frunciendo el ceño, tomó el documento y le echó un vistazo, mientras yo esperaba frente a él. Pude notar cómo sus años se fueron acortando con cada segundo. —Esto no... es imposible. —Por supuesto que es imposible. ¿En qué demonios estabas pensando para aceptar esto? El presupuesto dirigido para el área de marketing ni siquiera cubre el 30 % de lo necesario para una buena estrategia publicitaria, y a causa de esta mala decisión se han perdido más de 10 millones en ventas. —Yo nunca firmé esto. No sé de dónde lo sacaste; el documento que yo firmé aprobaba una cantidad mucho mayor que esta. Así me lo señaló la persona responsable. —Muy bien, genio, entonces dilo. ¿Quién es la persona responsable? —Pues, ¿quién más es…? Úrsula… —sus palabras quedaron en el aire—. No, aquí tiene que haber un grave error. Úrsula no sería capaz de alterar los números, quizás hubo un error. —Aquí no hay ningún error. Tu querida mujercita utilizó mal el presupuesto de Bercelli. —La cantidad que se le entregó fue tres veces más que esto —señaló con seguridad. —Muy bien. Entonces, ¿dónde está ese dinero? —le pregunté. La oficina se llenó de un silencio total. Aquí había algo muy oscuro, y yo estaba dispuesta a descubrir la verdad. —Esto tiene que ser un error. Úrsula sería incapaz de… —Si tanta confianza tienes en ella y estás seguro de tus palabras, pues entonces llámala y veremos quién está en un error. —Es precisamente eso lo que voy a hacer —me respondió, y apretando un botón en su escritorio, llamó a su asistente para pedirle que trajera a Úrsula. Decidí esperar pacientemente. Cuando Úrsula hizo acto de presencia y me observó, no pudo ocultar su molestia. —¿Qué hace esta mujer aquí? —preguntó Benedict, sintiéndose la intocable—. No pienso compartir espacio con ella, así que, si es que me mandaste a llamar, por favor, pídele a ella que se retire. —Yo que tú, me mantendría callada —respondí—. No estás en posición para dar órdenes, querida —añadí, sonriendo e intuyendo lo que estaba a punto de ocurrir. —Úrsula, quiero que leas este documento —le ordenó Benedict, entregándole el mismo archivo que minutos antes yo le había mostrado. —¿De qué se trata todo esto? —Tranquila, ¿por qué de repente te has puesto nerviosa? Solo es una revisión rutinaria —comenté con total calma y seguridad. —No pienso leer nada frente a esta mujer —contestó, dejando el documento en el escritorio de Benedict. Sin embargo, esto provocó que él se pusiera de pie. —Úrsula, en el documento figura una cantidad menor a la que se te entregó para el área en la cual estás a cargo. —¿Qué? —Apenas dijo esas palabras, su rostro cambió de color. Su piel se volvió incluso más pálida que la mía, y su mirada se llenó de terror. —Úrsula, ¿dónde está el dinero faltante que se te entregó? —Y-yo... —Responde —agregué. —Es un error, esto es obra de ella —me señaló. —¿Segura? —intervine, tomando el documento para abrirlo frente a sus ojos y mostrarle el sello y la firma que le pertenecían a ella—. ¿Entonces eso lo hice yo? Con esto, Úrsula no supo qué más decir. Solo observó a Benedict, como si intentara buscar refugio en él, pero esta vez ni él la apoyó. —Yo no sé cómo lo tomarán aquí, pero en el lugar de donde vengo, a esto se le llama de una sola forma… Robo, y según tengo entendido, es un delito. —¡Yo no robé nada! —gritó con fuerza. —Adelante —dije en voz alta y al instante ingresó Danna con una pila de documentos que colocó sobre el escritorio de Benedict —. Tu dirás Úrsula, si leo otro de estos documentos, ¿no encontraré el mismo "error"? Como tú lo llamas. Porque puedo pasarme todo el día leyendo uno por uno, así que es mejor que seas honesta, ¿robaste o no robaste?
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