Estaba tan concentrada mirando la fotografía que parecía que todo lo que me rodeaba hubiera desaparecido, hasta que alguien empujó la puerta, interrumpiendo bruscamente la conversación que yo tenía con la señora Vera. —Un accidente, señora... Hubo un accidente —exclamó la empleada, con el rostro desencajado. Como si se tratara de un espejo, mis pensamientos se hicieron añicos, devolviéndome de golpe a la realidad. —¿Qué accidente? ¿Qué sucedió? —pregunté, sintiendo una creciente inquietud mientras me levantaba del escritorio. —La señorita Danna... Un auto venía y la atropelló. —¡Oh, Dios mío, pobre muchacha! —murmuró la señora Vera, mientras yo, sin pensarlo, salí corriendo de la oficina, mi corazón latiendo con fuerza. —¡Señora, tenga cuidado, puede tropezar! —me advirtió la emplead