-Yo… -No te obligaré a quedarte si no es lo que quieres. Suspiró. -No. Sí. Yo… Me quedaré si no te importa… Los ojos de Daimon se entrecerraron ligeramente y asintió. Ella observó como volteaba y se perdía por el camino hacia la cocina. -¿Qué te apetece comer? -preguntó-. Podemos pedir algo si lo prefieres. -Cualquier cosa está bien -respondió mientras lo seguía. Lo vio abrir un cajón y sacar unos folletos de comida para llevar. -No soy muy buen cocinero, así que podemos pedir comida china o tailandesa -dijo-. Recuerdo que esas eran las que más te gustaban -la miró discretamente-. ¿Sigue siendo así? Annice asintió, sintiendo como el corazón le golpeaba en el pecho. -Sí. Yo… Gracias. Sus ojos brillaban mientras le sonreía. -No me las des. Toma esto como un agradecimiento por lo