Capítulo 4

2229 Words
Domenico observaba como la decoración de la casa quedó perfecta en pocos días, aún faltan cositas por añadir, pero sin duda ya se siente un hogar. Cierra la puerta del que será su hogar en un par de semanas y conduce hasta su casa, al llegar puede ver que todas las casas de sus vecinos están adornadas con luces y cosas navideñas, y él parece el grinch de la navidad al no tener absolutamente nada. Y no piensa en agregar cosas que solo las usara un día, entró en casa, puso la tetera y se sentó en su cómodo sofá, mirando como sus cosas ya estaban en varias cajas por la mudanza. Todos sus amigos estaban celebrando su noche buena, mientras que él se mantenía en casa, no tenía espíritu navideño para salir a celebrar. Ordeno una pizza y busco una buena película que ver en la televisión. — Solo un poco más de tiempo – se dijo a sí mismo. Mirando comercial de pañales. Anhela ser padre, y ahora ve la posibilidad de serlo más cerca. Claire recibirá sus resultados en año nuevo sobre si puede ser mamá y en cuanto Morgan sea la señora Glin, podrá volver a revisar las agencias de adopción… Esperen ¿señora Glim? Él mismo acaba de ver como Morgan será su esposa, bueno, está en la intimidad de su casa y puede hacer lo que quiera. Y pensar lo que quiera. — Morgan, al final si terminaras siendo mi esposa pequeña manipuladora – dijo con una sonrisa. Si. Desde que entró a la Central del FBI de Londres, y se encontró su equipo provisional para la misión de los rusos, conoció a la chica que estaba más informada de la mafia. La agente especial Morgan Benner, tenía una camisa blanca con escote, se le notaban sus grandes senos, pantalones de vestir negros que le marcaban unas piernas y un culo, pistoleras que la hacían ver sexy, tenía el cabello corto en ese entonces y esa sonrisa que le dio… pfff su mente vuela con esos recuerdos. Se enamoró de esa chica locamente, y pese a todo, le guarda gran cariño y respeto. Tiene en claro que todo lo que pasará entre ellos será parte de un contrato, pero no evita emocionarse con cada detalle que hace. Espera Domenico ¿de verdad crees que ella ya no siente nada por ti? Por Dios, la mujer guió a los arquitectos a diseñar las escaleras nuevas y eligió cada decoración que sabe que a ti te gusta. Puede ser una completa idiota, pero esa idiota, te ama y tomara este contrato como una segunda oportunidad para reconquitar tu corazón y creeme, lo esta logrando. Domenico sacudió su cabeza, esa voz interna le hace dudar mucho. ¿Será que Morgan aún lo ama? No, no puede involucrarse tanto, es un contrato. Es solo un contrato. ¿Verdad? Es qué no puede evitar a Morgan, sus sentimientos y que la mujer que ha tenido esos días a su lado es una completamente diferente a la que conoció. La agente especial ya no está en ella, está Morgan es relajada, divertida, es hermosa a sus ojos y siente que en vez de odiarla más, la ama más. Comenzaron a tocar en su puerta, se levantó con su manta tapándole el cuerpo y fue a la puerta, sacando su cartera pensando que era el repartidor, cuando para su sorpresa, quien estaba tocando la puerta era la mujer que ha estado rondando en su cabeza. — Morgan – sonrió mirándola. […] — ¿Qué quieres hacer que? – dijo David – Estás loca. — No te metas David, le pregunte a Salinas – lo miró - ¿Se puede? — Claro que se puede hacer, pero sería ilegal en cierta forma – dijo el abogado. — Por favor Salinas, estas casado con un puto mafioso italiano – suspiro – Lo único que quiero es que el contrato no llegue al juez, porque si llega, deberá de cumplirse al pie de la letra y se que ese par no se separara – miro a David y Jay que estaban a su lado. – Vamos, ustedes lo saben. — Claire tiene razón – dijo Jay cediendo –Domenico y Morgan aún se aman, y también dudo de que rompan el contrato a mitad de camino. Solo que no llegue al juez, si en dado momento Domenico de verdad quiere romper todo, seguimos con el plan inicial. El abogado miraba al trío de amigos que tenía enfrente suyo. Hacer eso está en contra de sus normas, pero está casado con un mafioso así que puede hacer de la vista gorda un tiempo. — Está bien – dijo Salinas – El contrato será solo entre, Domenico, Morgan y conmigo, mientras tanto, nadie sabe nada. — Perfecto – sonrió Claire. – Ahora, vamos a celebrar nuestra noche buenas en un club nudista. […] Morgan no sabe bien en qué momento terminó de ese lado de Londres, pero ahora está en el sofá, con una manta, mirando a Domenico con pijama y una manta. — Gracias – dijo Morgan tomando la taza de té inglés que le dio Domenico. — No es nada – le sonrió – Creí que estarías celebrando tu noche buena. — No tengo con quien – suspiro – Y pensé en venir a verte, digo no perdía nada en saber si estaba en casa o no, y si estabas – le sonrió – Mi pregunta es ¿Por qué estás solo? Domenico se sentó a su lado, soltó un suspiró y bajó el volumen de la televisión para ver a Morgan. Una parte de él estaba feliz y se quedaba con esa parte, le gustaba tenerla con él. — No me siento con el espíritu navideño, además de que creí que en ese momento estaría celebrando navidad con mi pequeño hijo – suspiro – Pero eso queda en mis sueños ¿no? – sonrió amargo. — No – dijo y lo miró - Celebraras navidad con tu hijo, te lo prometo – tomó su mano y le sonrió. — No prometas cosas que no sabes si cumplirás – susurró mirándola, y en ese momento tocaron la puerta – Espero sea la pizza. Morgan miró que la mayoría de sus cosas ya estaban empacadas en cajas, algunos muebles cubiertos por hule. Sentía que era la primera vez que estaba en ese lugar, puede recordar cuando le ayudo a comprar esa casa y todas las veces que los dos la reccorieron teniendo sexo, pero ahora se sentía… diferente. — Espero te guste la pizza de pepperoni porque fue la que ordené – dijo Domenico dejando la pizza en la mesa del centro. — Está bien para mí. Los dos tomaron una rebanada de pizza y comieron en silencio, se sentían muy incómodos, no sabían que decir, Morgan se debatía el porqué había ido y Domenico se decía que hacían ahí sin hacer nada. Pero ninguno de los dos daba un paso para hacer algo. Siguieron así por un buen tiempo, aunque poco a poco ese silencio incómodo fue reemplazado por algo cómodo y amigable. La película terminó, al igual que la pizza, Domenico apagó la televisión y miró a Morgan que tenía la vista fija en su taza, como si pudiera encontrar las palabras que quiere decirle justo ahí. Domenico no pudo evitar admirar a esa mujer, con esa ropa se veía tierna y hermosa, pero tenía ese semblante serio y sus ojos reflejaban tantas cosas. Morgan se giró un poco para mirarlo, sus miradas se encontraron, y supieran que cada sensación, emoción y sentimiento seguía latente entre ellos dos. — Dom… — Cállate por favor – susurro Domenico antes de inclinarse y robarle un beso en los labios. Aquel beso, fue tierno y suave, volviendo a sentir como su amor aún seguía entre ellos. Como la mano de Morgan se posaba en su mejilla y lo acercaba aún más, Domenico tenía sus manos en el cuello de aquel hombre que aún amaba tanto. Pero en cuanto sus pulmones pedían un respiro, ellos se separaron juntando sus frentes y disfrutando de ese íntimo momento. — Lo siento – dijo Domenico – No debí besarte de esa manera. Aunque eres muy buena besadora. — Gracias, aunque tú no besas nada mal – dijo Morgan un poco confundida. — Oye esto no debió pasar – dijo Domenico se alejó - ¿Sabes? — Si, no debió pasar – le dio la razón y Morgan la miró. — ¿No debió pasar? Domenico estaba confundido, creyó que por cómo le correspondió el besó si lo quería. — No debió – asintió con la cabeza y una vaga idea en su mente se le cruzó – Digo, no debió corresponderte el beso, lo siento Dom. — ¿Lo sientes? — Si, no debí hacerlo sin tu consentimiento – Morgan trataba de mantenerse seria y no reir. — ¿Consentimiento? — Si Dom, no volveré a besarte de vuelta si no me lo pides. — ¿Estas de coña, no? — Claro que no, nuestro trato es formal y no debería besarte solo porque sí, ¿verdad? – Morgan quería joderlo un poco, se había resistido. El puto contrato de mierda… Domenico cayó en cuenta a lo que se refería con trato formal, en verdad le jodia eso. — Si – susurro – Claro. No, estaba claro, él quería volver a tomarla del cuello y besarla aunque sabía que estaba totalmente mal. Sus labios aún sienten ese cosquilleo y su corazón aún late como caballo desbocado. Quiere besarla de nuevo… pero no puede y Morgan no se lo permitirá. — ¿Estás bien, Dom? — Si, bien, bien – sonrió. — Perfecto – suspiro – Bueno, te ayudaré a lavar los platos sucios y después me retiro de tu casa. Domenico la miró, le creía surreal lo que estaba pasando. Si, él lo beso, pero… quiere más de ella, quiere todo de ella. Pero Morgan no se lo dará hasta que él se lo pida. Ya no sabe si es todo parte de un juego sucio que tiene en mente Morgan o si de verdad está poniendo en la mesa las bases del contrato. Cuando acabaron de lavar los platos, Morgan se puso frente a Domenico y él la miró confundido, solo lo miró y esa mirada le dio todo a entender. La tomó de nuevo, la besó con pasión, devorando sus labios, ella correspondió con la misma pasión. La ropa comenzó a esparcirse por la casa hasta llegar a la habitación, entraron en la cama y volvieron a mirarse. — ¿Este es tu jueguito, verdad desgraciada? – sonrió Domenico. — Siempre te gusto que fuera así – ronroneo besando su cuello. – Ahora, tómame como si me odiaras. Domenico le sonrió y volvió a besarla con pasión, beso su cuello, amaso sus pechos, los chupo y lamió, sus dedos exploraron su húmedo sexo, disfruto de escucharla gemir y verla en la cumbre del placer, en el éxtasis. Tomó un condón y tras ponerselo entró en ella de una sola embestida, rudo, profundo y fuerte. Azotando su culo, jalando su cabello. Escucharla gemir su nombre fue glorioso para él. Dormir a su lado, fue perfecto. A la mañana siguiente, Morgan despertó con su cuerpo adolorido, los azotes realmente dolían al día siguiente. Domenico no estaba con ella, pero podía oler el aroma a tocino y café recién hecho. Se levantó y se puso su ropa, mirando las marcas que le dejó. — Buenos días – sonrió Morgan cuando lo vio en la cocina. — Buenos días – le sonrió. – El desayuno está listo. — Gracias – se sentó a su lado. — Espera – el rubio tomó su mentón y la besó. – Listo, desayuna. Desayunaron mientras hablaban sobre los detalles que faltaban de la casa. Cuando terminaron de desayunar, Morgan lo miró con una sonrisa. — Me tengo que ir. — Creí que te quedarías, es navidad – la miró. — Y yo tengo que recoger mi vestido en otra ciudad – acarició su mejilla. – Te veré el día de la boda – lo besó y se fue. Morgan se vio con Freddy un par de horas después. Subió a su auto y él la miró analizando cómo se veía. — ¿Qué? – dijo Morgan. — Nada – suspiró. – Oye, ¿en verdad haremos esto? — Sí, tú dijiste que me comprarías el vestido – sonrió mirándolo. – No puedes echarte para atrás cabrón. — Claro que no pequeña – suspiró. – Te veo feliz, pero sabiendo cómo eres, capaz que lo dejas en el altar – sonrió mirándola. — No lo haré, está vez es en serio. — Bueno, si es en serio, será el mejor vestido del mundo. Mientras tanto, Domenico se iba a la casa de Warren, los dos hablaban de lo que faltaba para la boda, mientras que le decía cómo estaba la casa. — Te veo feliz – dijo Warren. — Tal vez lo esté – lo miró. – Puede ser una segunda oportunidad. — ¿Lo crees? — Tal vez. Warren se acercó a él, lo abrazó y le dio una cerveza. — Estoy feliz por ti, ahora vamos a ver lo de tu traje, está boda será la segunda y la última – los dos rieron.
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