Capítulo II

957 Words
Rechazo rotundo Después de saber que Gerard iría a casa para pedir mi mano, empecé a temblar… Y no es cuento. Desde hace algún tiempo empecé a sufrir ataques de pánico, siento como mis manos se empiezan a adormecer y al igual mi rostro. Se me dificulta respirar y el corazón se me acelera. Me han hecho varios estudios pero aún no han conseguido que desencadena ese descontrol en mí. Mi tía Lendy estaba cerca y cuando vió que empecé a llorar supo que estaba en el umbral del ataque, puso a su bebé en el piso y corrió a auxiliarme. Me eleva los brazos y me indica la forma como debo respirar. De esa forma me empiezo a tranquilizar, me buscan alcohol o me indica que caminé un poco, me lleva agarrada por la cintura en caso de que me mareé… ¡Ella al lado mío es pequeñita! Es delgada y solo mide un metro con sesenta centímetros, me llega mucho más abajo de los hombros, sin embargo saca fuerzas de donde no tiene y me hace sentir mejor. Luego me da un vaso con agua y azúcar para que me reponga. Ésta crisis me da más frecuente cuando se me retrasa el periodo dos o tres meses. Por cualquier susto o emoción fuerte que tenga no puedo evitar un nuevo episodio. La primera vez que me dió eso, pensé que me estaba muriendo y el pánico me bloqueó, no fuí capaz de soportarlo y me desmayé. Ya con el tiempo aprendí a controlar un poco más para no perder el conocimiento. No le deseo el problema de salud que tengo a nadie. Sin embargo pocas personas lo saben. Una vez que estaba tranquila, llamé a mi tia Lendy y le dije: —¡Estoy en problemas! Mi novio va a ir a hablar con papá para pedir mi mano. —Ella se asombra y dice: —¿Estás loca? ¿Cómo te vas a casar? ¿Qué va a pasar con tu carrera? —Ella tiene una Licenciatura en Literatura y un magister en Orientación Psicológica. Se ha dedicado a estudiar prácticamente toda su vida. Y siempre me habla de que hay que formarse para que el día de mañana y todo eso. Pero la verdad yo estoy estudiando porque mi papá me paga todo y por darle ese gusto de qué el día que me gradué me vea vestida con toga y birrete. Fruncí mis labios y le dije: —¡Ay tía! Lo que pasa es que yo estoy muy enamorada de Gerard. Ese hombre me completa de una forma tan extraordinaria que no existe espacio para alguien más cuando estoy con él. —Era la primera vez que me enamoraba y hasta sentía cosquillas en mi panza si tan solo me sonreía. Y ella añadió de forma despreocupada: —Para estar enamorados y compartir un sentimiento bonito no necesitan casarse. ¡Estás muy joven para pensar en eso! —Ella no tenía idea de lo complicado que era y le expliqué: —Nuestro amor no es bien visto, él es hijo de un hermano de mi abuelo Venancio. ¡Somos familia Lendy! —Había crecido en la misma casa con ella y siempre la llamaba por su nombre, casi nunca le decía tía. Ella giró como el exorcista y me hizo repetirle esa última frase, unió las cejas en señal de disgusto y emitió un reclamo: —¿Qué te pasa hija? ¿Con un primo? Usted no ha escuchado que cuando dos primos tan cercanos se juntan sus hijos pueden salir con alguna condición. —¡No me interesaba tener hijos con él! Solo lo deseaba para mí, para despertarlo en las mañanas con besos y una taza de café… Pasar el día contemplando esa sonrisa, esos ojos oscuros cercados por esas largas pestañas y ni que decir de sus cejas bien pobladas y perfectas. Me dió un golpe en un brazo y me dijo: —¡Quita esa cara de huevo! Te estoy hablando de algo serio. ¿Crees que mi hermano acepté? —Papi, no, papi no aceptaría. Y pues de mamá ya sabía que se oponía por completo. Y le respondí: —No lo sé, talvez papi ya se aburrió de mí y sea capaz de cambiarme por un racimo de guineos al primero que le pida mi mano. Ja, ja, ja… —Por lo menos ya me sentía mejor al desahogarme un poco con ella. No tenía nada más que hacer por ahora. Solo esperar a que “mi nucita” me escribiera. Así lo tenía guardado en el teléfono para que nadie supiera quién era. Hice muchas actividades para evitar pensar en lo que podía estar pasando en mi casa, lo peor es que mis hermanos no tenían señal y debía esperar a que el mismo Gerard me diera la razón. —“Nucita, pase los peores momentos de mi vida, su papá me prohibió volver a pisar el patio de su casa y tu mamá me pegó hasta con la escoba cuando les dije que me quería casar contigo” ✓✓ No sabía que responderle porque si así de molestos estaban mis papás, no quiero imaginar la regañiza que me iban a poner cuando llegara a la casa. —¿Qué pasó mami? Yo se que es muy difícil darte esta noticia. Pero no nos podemos dar por vencidos. ¡Escapemos juntos! De lo contrario tendremos que llevar nuestra relación a escondidas… ¡Yo te amo! Y lo que piensen tus padres no puede cambiar nada en mi corazón. ✓✓ Estaba haciendo más difícil todo… No le quise responder porque me estaba muriendo. ¡Jamás nos aceptarían la relación! Solo podía llorar desconsoladamente…
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