"Tiempo"

3099 Words
Valente estaba decidido, su único plan aquel día era el de torturar a Remedios, por lo menos hasta que se disculpara por tan insolente comportamiento. La esperaba en el recibidor de su piso con impaciencia, su pie se movía incesantemente golpeando el suelo, en unos minutos llegaría. — ¿Sí? —Murmuró tras responder, era inusual que llamaran al teléfono fijo, por ello no dudaba en responder, usualmente lo buscaban de negocios en los que había estado metido su tío. —Valente, ¿Cómo estás? —Se trataba de la voz de Aldair, su apoderado legal, aunque todo estaba a nombre de Valente, él no quería tener nada que ver con el negocio del tío Franco, no le interesaba. —Te llamo para ponernos de acuerdo, los directivos quieren hacer una reunión contigo, ya sabes para mantenerte informado de la constructora y la empresa. — ¿Qué les dijiste? —Preguntó entonces en voz baja, sus ojos grises se encontraban aún fijos en la puerta, impaciente por Remedios. —Pues por eso te estoy llamando, sólo queremos actualizarte. —No me interesa que me actualices, Aldair, sólo haz dinero para mí. —Le respondió, el hombre al otro lado de la línea suspiró pesadamente. — ¿Hay algo que quieres decirme? —No puedo sólo seguir siendo la cabeza de todo lo que Franco dejó, Valente, algún día tendrás que ayudarme aquí, fuiste el mejor de tu generación, sé por qué tu tío te dejó todo a ti, lo que no entiendo es cómo cambiaste tanto en tan poco tiempo, nada te interesa. —Aquellas palabras eran como un peso doloroso para Valente, sonaba tal como su tío. —Tengo una familia que apenas veo para que tú vivas tu vida de super estrella. —Si no te gusta renuncia, alguien más lo hará. — ¿Sí? —Preguntó. — ¿Seguro, Valente? ¡Te invito a que intentes conseguir alguien que haga todo lo que yo hago! ¿Sabes qué sucederá? Que alguien que no tenga la lealtad que yo le tengo a tu familia se aproveche de ti, ¿Sabes todo lo que podría haberte robado hasta ahora? — ¿Qué quieres de mí? —Que tomes un poco de la responsabilidad que te corresponde. —Valente miró sus pies y enseguida al frente, era la puerta, estaba abriéndose. — ¿Entonces cuento contigo? —Tengo que irme. —Valente colgó y se levantó, estaba listo para humillar a Remedios hasta someterla de nuevo, que le tuviera miedo como solía, se sentía tan fuera de sí mismo por la forma en la que ella actuaba, tan desinteresada. — ¡Vaya! ¡Al fin llegas! Si creíste que mentí cuando te dije que te… —Se detuvo en seco, no era sólo Remedios, pues llevaba en brazos a un pequeño bebé dormido, la mujer lo miró asustada. —La niñera no quiso recibirlo hoy… —Murmuró parpadeando hacia él, esperando una reacción. —Y la casa de mis papás quedan muy lejos, tú lo sabes, sólo será por hoy. —No. —Respondió. —Tómate el día, no sé, lo que sea, no quiero infantes en mi piso. —Es muy tranquilo, se portará bien. —Pidió terminando de entrar, en un sillón dejó la pañalera. —Déjame cocinarte algo, sé que no has comido nada sano en días. — ¡Te juro por dios que si ese mocoso llora…! — ¡Sh! —Pidió Remedios acomodando a su hijo, el cual estaba a punto de despertarse. —Si no quieres que llore entonces hazme el favor de no gritarme. —Él frunció el ceño, aquello había arruinado por completo su plan de fastidiar a Remedios. Tomás comenzó a removerse incómodo y llorar con fuerza al cabo de unos minutos. — ¡Carajo! —Remedios buscó un lugar seguro para recostarlo, pero todo parecía increíblemente peligroso, los muebles de Valente definitivamente no eran aptos para bebés. —Ni se te ocurra… —Remedios sonrió nerviosamente y caminó hacia él. — ¡No! —Luego de sentirse culpable por gritar susurró. —No, Remedios ¿Qué te pasa? —Sólo será en lo que saco su biberón, seguramente tiene hambre y pronto se quedará dormido. —Prefiero que te vayas a tu casa. —Y lo haré después de que comas algo, tomará sólo un momento. —Suplicó extendiéndoselo, las mejillas de Valente se sonrojaron cuando ella puso al bebé sobre sus brazos, se encontraba inquieto. —Sostenle bien la cabeza. —Te juro por Dios… —Haz silencio o harás que llore más, por favor. —Pidió mientras corría hacia la pañalera, sacó un pequeño embace, tras calentar un poco el biberón en agua maría caminó hacia ellos, Tomás ya se había calmado y estaba tocando el rostro de Valente con curiosidad. — ¿Quién lo diría? Te sale natural lo paternal. —Es menos insoportable de lo que pensé. —Admitió viéndolo, parecía que el bebé confiaba en él, como si lo conociera. —Dame el biberón, yo se lo doy. —Solicitó, Remedios reprimió una sonrisa y se lo extendió. — ¿No está demasiado caliente? ¿Y si le lastima su diminuta…garganta? —Puedes esperar unos segundos si tu instinto te lo dice. —Se encogió en hombros, Valente parecía tranquilo así como Tomás encontrándose en sus brazos. —Te voy a preparar algo. —Sí, está bien. —Asintió. — ¿Cómo puedes…? ¿Cómo puedes con tanta responsabilidad? Es una vida humana que depende completa y enteramente de ti, Remedios. —Sé lo que la maternidad significa. —Asintió ella mientras sacaba algunos alimentos del refrigerador. —Y nunca te acostumbras del todo, pero el amor que siento por él me ayuda a llevar el estrés, las desveladas y más que nada el miedo, cuando siento que Tomás está en peligro no hay espacio para sentir eso… Es sólo buscar soluciones, me ha ayudado a ser más responsable. —Siento que tú toda la vida has sido insoportablemente responsable. —Sí, quizá sí, pero de un modo egoísta. —Respondió. —Toma como ejemplo a mi hermana, a ella la quiero muchísimo pero al ser bastante mayor que ella nunca pude apoyarla demasiado de ningún modo, antes de Tomás mi carrera era lo único que me importaba…Me temo que ella sea así. — ¿Qué? ¿Está en la universidad? Creí que era pequeña. —Remedios se removió nerviosa y comenzó a cortar vegetales, Valente miró al pequeño, sus ojos comenzaban a cerrarse lentamente, el joven sonrió sintiendo ternura. —Eh sí…Es pequeña, me refiero a que…En la escuela primaria ella es muy responsable. —Valente asintió brevemente. —Pero no hablemos de hermanos, es un tema que siempre termina entristeciéndote. —A mí me importa un comino para este punto si Olimpia se interesa o no por mí, Remedios, así que puedes decir su nombre. —Respondió aún viendo al bebé, por supuesto que en su voz se notaba la tristeza, pero no iba a admitirlo, por lo menos no en voz alta. —Pero está bien, no es importante hablar de hermanos ahora mismo. —Entonces puedes hablarme de qué ha sido de ti en estos días. —Valente la miró, quería decirle tantas cosas, para empezar deseaba disculparse, pero las palabras no salían de su garganta. —Anda, te ves preocupado. —Sus pensamientos se desviaron a Elia, aquella mujer. —Pues sí hay algo, o algo así. —Murmuró incómodo, cuidando el cuello y cabeza de Tomás sobre sus brazos. —Es sobre una chica. — ¿Oh? —Aquello era extraño para Remedios, él nunca hablaba de mujeres, simplemente llegaba con una y con otra y con otra. — ¿En serio? —Sí, no quiero explicarte como la conocí porque siento que es algo muy extraño e íntimo a la vez. —Murmuró recordando a Elia tomándolo, salvándolo, a ella debajo de él cuando cayeron en el interior de la habitación de hotel, mirándolo cuidadosamente, con aquella mirada templada azul. —Pero he intentado llegar a ella, acercarme…Siento que he sido demasiado invasivo y la asusté. — ¿Asustarla? —Preguntó Remedios sorprendida, usualmente las mujeres se sentían inmediatamente atraídas a él. —Sí…Creo que fui muy insistente y ahora ella finge que no me conoce, supongo para mantenerme lejos. —Murmuró. —Es muy confuso…Porque fue tan cálida y honesta cuando hablamos en mi habitación del hotel, sin embargo cuando la busqué al día siguiente era simplemente hielo impenetrable. —Vaya…Debiste darle una gran impresión, buena o mala. —Murmuró pensando, puso la carne sobre la sartén junto con los vegetales. — ¿Todo este tiempo has estado preocupado por ella? —Quiero agradarle, ni siquiera sé si me interesa de ese modo que crees, sólo quiero que me dé una oportunidad de conocerme. ¿Cómo puedo no agradarle si ni siquiera me conoce? Algo no cuadra. —Pues ahí tienes tu primer objetivo, muchacho, averigua qué sucede en su cabeza y arréglalo. —Valente la miró, era lo que amaba de Remedios, su visión esperanzada de la vida, en todo parecía haber posibilidades alternas. Elia se encontraba sentada en su pupitre, sus manos sudaban como usualmente sucedía antes de un examen final, había estudiado sin cesar por tres días y a pesar de que se sentía lista se encontraba nerviosa. — ¿Elia Barquera se encuentra aquí? –La joven alzó la mirada, en la puerta se encontraba un hombre con un papel en la mano. —Sí. —Todos miraron hacia ella, la catedrática hizo una mueca triste y se escondió detrás de un libro. Elia se levantó extrañada y nerviosa ¿Se había metido en problemas? Eso nunca antes había sucedido. — ¿Sí? —El hombre esperó a que ella terminara de salir del salón de clases para hablar en un tono de voz bajo, para evitar ser escuchado por el resto del salón. —No ha pagado dos meses de colegiaturas, señorita Barquera. —Murmuró el hombre enseñando los adeudos. —Por lo tanto no podemos permitirle presentar exámenes, lo lamento mucho. —El corazón a Elia se le quería salir por la boca, toda la preparación que había tenido, todo el tiempo invertido a la basura. —Y si no paga en la próxima semana, lamentablemente no podremos recibirla más en nuestras aulas. —Oh…—Tragó saliva, el hombre la miró con una mueca y finalmente se retiró, Elia se quedó parada en la nada, sin comprender qué había sucedido del todo, estaba perdida y asustada, todo por irresponsable, si tan sólo hubiera depositado el dinero a tiempo. — ¿Elia? —La catedrática se estaba asomando hacia la puerta, con un rostro lastimoso. —Ven presenta el examen, sé que lo del pago se resolverá pronto, no quiero que lo pierdas. — ¿En serio? ¿Me va a calificar? —La mujer de mediana edad sonrió, si alguien en aquella clase que daba estaba determinado a salir adelante esa persona sería Elia. Tras asentir con la cabeza ambas entraron de nuevo al aula, Elia presentó el examen de un modo poco sobresaliente, su cabeza se encontraba en otro lado. Tenía una semana para juntar el dinero de dos caras colegiaturas y sus padres apenas podían costearse la vida en su casa con lo que ganaban de la pensión, por supuesto con un poco de ayuda de Elia.  Al día siguiente se encontraba en el restaurante, tan angustiada como había estado la noche y día anterior, todo el peso de su futuro se había esfumado por un simple error, su error. ¿Quién habría tomado su dinero? ¿Cómo podían haber sido tan crueles? — ¿Tierra llamando a Elia? —Se trataba de Erica sonriendo hacia su amiga con tranquilidad, oh su calma, la calma de Erica, Elia la anhelaba. —Perdón. —Sonrió. —Sí estoy en la luna. —Llegó el señor al que “Odias” —Hizo comillas con sus manos. —Y te toca a ti su mesa. —La joven suspiró, no quería lidiar con él pero conocía las consecuencias de no hacerlo, le sorprendía pensar en la forma en la que hablaron el día en el que se enteró de que le habían robado todo su dinero, Lucas había sido tan amable, casi incómodamente amable, desde entonces no había vuelto en un par de días, y aunque pensó que quizá ya no iría más al restaurante ahí estaba, tan sereno como siempre. — ¿Irás? —Sí. —Respondió Elia caminando con su libreta hacia Lucas. —Señor. —Saludó cuando llegó hasta él. —Elia. —Lucas le imitó aquel tono de voz serio. —Un café sin nada. —Muy bien ¿Y el periódico? —Preguntó. —Aquí lo tengo. —Le dijo extendiéndolo, ¿Había traído su propio periódico? Aquello a Elia le resultaba ligeramente conmovedor, pues la vez anterior había tenido dificultades en conseguirlo, quizá, sólo quizá quería evitarle las molestias, pero aquella era una posibilidad bastante vaga. — ¿Ha sido sólo mi impresión o te sonrió? —Preguntó Erica emocionada. — ¿Ese hombreobot? Lo dudo bastante. —Se burló la joven esperando por el café, lo miró a la distancia, aunque quería le era difícil resistirse a sus ojos profundos y su sonrisa perfecta, la noche en la que le robaron todo él había intentado bromear con algo, e hizo una sonrisa, aunque entorpecida por temblores en sus mejillas era simplemente dulce. —Dios, estás jodiendo mi cabeza, Erica, por tu culpa lo estoy viendo como interés amoroso, y es desagradable porque debe doblarme la edad. — ¡El amor no tiene edad! ¡Por fin admites que te gusta! —Se burló la mujer. —No admití nada, sólo fantaseé un segundo con la posibilidad y por cierto resultó desagradable. —Negó con la cabeza sonriendo, tras ver que el café al fin había llegado caminó hacia la mesa de Lucas, este ya leía el periódico. —Había escuchado a tu…compañera hablar sobre fantasías románticas conmigo pero de ti realmente me decepciona, creí que estabas por encima de todo eso. —Su voz sonaba apenas seria, es más, estaba divertido. Para ocultar su sonrisa tomó de su taza. — ¿Se cree realmente irresistible, verdad? —Le preguntó Elia arrepintiéndose inmediatamente, Lucas escupió el café y no pudo evitar reír unos segundos. —Si escuchó toda la conversación al final dije que la idea me resultaba desagradable. —Sí, por mi edad. —Asintió. —No te preocupes, en sentimiento es reciproco, Elia, contigo sería desagradable interesarte por mí, pero por mi parte sería simplemente enfermo, así que ahora que estamos de acuerdo en algo creo que deberíamos hablar de algo. — ¿En qué lo puedo ayudar? —Creo que más bien yo soy el que te puede ayudar a ti. —Elia parpadeó confundida hacia él sin comprender a qué se refería. —Sé por qué llorabas la otra noche. —Murmuró. —…Dramáticamente en la lluvia. —Le dije que no tenía que preocuparse por eso, además…creo que es bastante ofensivo decir que lloraba dramáticamente en la lluvia, el escenario no lo elegí yo, sólo tuve mala suerte. —Me queda claro que tú no buscas al drama, él te busca a ti. —Elia rodó los ojos, era imposible. —En fin, Elia, quiero pagarte la carrera, por supuesto después de ver tus calificaciones, será como una beca “Beca Demetri”, para niñas inteligentes y dramáticos. —Hay tres cosas que le responderé a eso y de antemano le ruego que no me despida por decirlo. —Adelante, por favor. —Sonrió él ante la osadía de Elia, parecía ser tan valiente y feroz algunas veces, era refrescante. —La primera es un rotundo no, bueno, no gracias, no recibiré nada de dinero de usted bajo ningún concepto, la que sigue es que ¿No cree que “Beca Demetri” suena algo egocentrista? Y la tercera es que no soy una niña, y mucho menos dramática. — ¿Por qué no aceptarías? —Preguntó Lucas frunciendo el ceño, eso debía ser mucho más fácil, Elia iba a aceptar y estaría agradecida eternamente con él, si era la mejor de su generación entonces lo mencionaría en su discurso, y de pronto todas sus fantasías se desvanecían por un “rotundo no”. —No entiendo, tú estabas llorando por eso ¿No? —Sí, estaba llorando por eso. —Concedió. —Pero no puedo aceptarle dinero a usted, ni siquiera me conoce ¿Y si lo uso en drogas? —Preguntó. —No tenía pensado dártelo a ti en efectivo, no soy imbécil. —Respondió tajantemente. —Quería que me dieras tu número de matricula junto con tu consentimiento, de otro modo se vería muy extraño. —Bueno, le agradezco mucho la intención, aunque resulta escalofriante pensar en la forma en la que averiguó eso… —Fácil, del mismo modo en el que te escuché a ti decir que ¿Fantaseas conmigo de un modo romántico? ¿Fue eso lo que dijiste? —Elia desvió la mirada enrojeciendo. —Sólo tómalo, Elia, es una oportunidad que no se te va a presentar nunca más. —Le agradezco muchísimo, nuevamente, pero en verdad no puedo aceptarlo, no se siente como lo correcto. —Lucas miró a los lados esperando que nadie estuviese poniendo atención a su conversación, tenía que cuidar su imagen. —Elia, no seas tonta. —Sonrió. —No puedo sólo aceptar su dinero porque se despertó generoso hoy, yo no sé cómo se piense cobrar después…o… —Si quieres certeza puedo concedértela. —Lucas había llegado al punto de la conversación que deseaba, hacer un trato con Elia, resultaba reconfortante saber que podía leerla aunque fuera un poco, ya que no la conocía de mucho tiempo, pues según sus cálculos por cuestiones de orgullo ella no aceptaría y así fue. — ¿Certeza de qué forma? —Hagamos un trato, Elia, te cobraré con lo más valioso que tienes, tú que eres tan joven. —Sonrió. —…Con tu tiempo. —Ella frunció el ceño, se sentía molesta consigo misma por siquiera considerarlo, además no sabía qué podría querer en ese “tiempo”.    
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD