Sentimientos Forzados II

1371 Words
— No entiendo cuál es el problema de que salgamos ahora, Benjamín. Quedé con unos amigos para vernos, podemos salir en grupo, y luego tú y yo podemos irnos para donde te plazca. — Sugirió Thianya, aunque su plan era comprar un poco de tiempo en lo que llegaban sus guardaespaldas. — No me gusta ese plan, Thianya… Mira, mujer, te voy a confesar algo: Desde el día que estuve en la mansión Sparks, tú me llamaste la atención, y créeme, soy del tipo de hombre que cuando quiero algo, lo consigo, y por lo visto, tú no tienes a nadie en tu vida, así que decidí que serás mi esposa, con o sin tu consentimiento. Thianya quiso reírse a carcajadas, pero el momento no estaba para impulsos innecesarios, aunque optó a ponerse relativamente seria para aparentar cierto nivel de seguridad. — Digamos, Benjamín, que logras tu objetivo conmigo, pero no somos compañeros de vida. ¿Qué pasará el día que en verdad ella aparezca? — ¡Sencillo! Serás nuestra meretriz. ¿Y por qué no? Podríamos compartir noches de pasión contigo, esa sería una buena idea. Definitivamente a Thianya no dio con la impulsiva actitud de salir huyendo de su propia habitación, pero el señor Conroid fue más rápido, tomándola por el cabello y arrastrándola por ahí hasta la cama, de manera que la tiró allí y comenzó a desabrocharle el pantalón mientras ella forcejeaba para que sucediera lo contrario. Liam Strong estaba muy tranquilo en su oficina. Esa noche en particular no estaba de ánimos de buscarse diversión íntima, más bien tenía fresca la conversación que creyó escuchar entre Thianya y Clide, cuando de repente sintió, como en otras ocasiones, cuando su compañera de vida hacía de las suyas a la hora de divertirse con algún amiguito de paso. Sin embargo, esta vez no lo percibió de la misma manera en la que lo había hecho en otras ocasiones; era como si ella quisiera salir huyendo de este encuentro, lo que lo hizo recordar al señor Strong lo que había escuchado durante charlaban aquellos dos: Intento de violación. Inmediatamente Strong comenzó a llamar como loco a los teléfonos de recepción de todos los hoteles de Ilis, ya que se había enterado que había ido a esa ciudad, pero decidió llamar a Clide. — Niño, dime donde está Thianya, sin preguntas. ¡Ahora! Clide quiso refutar cuando escuchó lo demandante que era el señor Strong, pero saber que era por Thianya, al instante le dio los datos requeridos, lo que puso al hombre manos a la obra. En la habitación que estaba Thianya con un señor Conroid apurado por intimar con ella, habían llegado Esteban, Orestes y Renata, quienes trataban de abrir la puerta de aquella alcoba. Más atrás había llegado Víctor, que justamente estaba de gerente esa noche en el hotel en el que estaba hospedada precisamente la señorita Sparks, por lo que subió sigilosa, pero velozmente, hasta el piso donde se suponía estaba sucediendo el altercado. — Dama, caballeros… Por favor no me armen molote aquí, yo solucionaré la situación. — Susurró el gerente del hotel. — Mientras usted está pidiéndonos compostura aquí afuera, a mi amiga sólo el cielo sabe lo que le están haciendo ahí dentro. Pero créame, señor, pondré una jugosa demanda en su contra si le pasa algo a esa mujer. — Amenazó Renata. En el instante que estaban hablando aquellos dos, apareció Jake Masters con un par de agentes de seguridad del hotel, aunque no lo parecían pues estaban vestidos de manera casual. — Con permiso, dama, caballeros… — Se abrió paso el dueño del hotel ante la entrada de la habitación. Nadie en el piso se dio cuenta de lo que estaba pasando, ya que se había movido la gerencia del hotel de manera vertiginosa a evitar que los que estaban tanto fuera como dentro de sus habitaciones se dieran cita por esos pasillos. Por eso Víctor había ido a repeler lo que fuera que se encontraría allí, de modo que cuando su jefe llegara, sólo fuera para poner patitas a la calle al agresor. — ¿Puedo saber lo que está pasando aquí? — Ingresó Jake a la habitación donde estaba Thianya con tanta furia, que se llevaba todo lo que encontraba a su paso una vez dentro. Como pudo, Thianya evitó ser ultrajada, aunque para eso tuvo que transformarse en licán para defenderse, algo que no detuvo a Benjamín Conroid del todo, ya que cada vez que ella lograba hacerlo, éste la agarraba del cuello para que una vez sintiera la falta de aire, volviera a su forma humana. Thianya salió corriendo a refugiarse a los brazos de Renata, quien la acunó con vehemencia mientras veía al agresor con sus ojos dorados rojizos, deseando transformarse, que de no haber sido porque estaba protegiendo a su amiga, le hubiera volado encima al abusador frente a ella. La misma sensación tuvieron los guardaespaldas de la señorita Sparks, que no haber sido por la intervención del señor Masters, ellos hubieran desflecado a ese otro hombre en tirillas, aunque ambos tomaron sus chaquetas para cubrir la semi desnudez de su protegida. Sin decir una sola palabra, Jake instó a los dos hombres que habían llegado con él que se llevaran al señor Conroid con ellos, los cuales actuaron inmediatamente, tomando con ellos al tipo, quien quiso alegar en su defensa que había sido citado a esa habitación, pero antes de que pudiera decir nada más, fue trasladado junto con Víctor fuera de allí. — ¿Cómo te sientes, manita? — Preguntó Renata con profunda consternación a su amiga. — ¿Puedo dormir contigo, Reni? — Solicitó Thianya mientras sollozaba y sorbía por la nariz. — Por supuesto, Thia… No tienes por qué preguntar algo que salta a la vista. Si no me lo pedías, yo misma te iba a llevar conmigo. Por favor, Esteban, Orestes, recojan todo lo que sea de la señorita Sparks. Hoy dormirá en mi habitación y mañana mismo nos vamos a Carcomel. — Tomó Renata la demanda. — ¿Podría hablar con usted un momento, señorita Sparks? — Pidió Jake con delicadeza, siendo acuchilleado por las miradas de los tres que protegían a la solicitada. — Si vas a hablar con él, manita, no voy a dejarte sola. Desde que estamos en este hotel, una desgracia sobre la otra nos azara la existencia. — Resabió la señorita Pierce. Después de un carraspeo por parte del señor Masters, él se dispuso a hablar. — ¿Piensa levantar cargos en contra de nuestro hotel, o en contra de su agresor, señorita Sparks? La pregunta del señor Masters fue una que les supo a estiércol tanto a ella como a su amiga y a sus guardaespaldas, por lo que ella le contestó lo que le pasó por la cabeza en ese instante. — No se preocupe por el nombre de su prestigioso hotel, señor Masters. Nadie se va a enterar de lo que pasó esta noche en sus instalaciones. Y no sólo eso, dentro de una semana nadie en este continente se tendrá que preocupar por la existencia de mi persona. — Se dirigió Thianya a Jake. — Renata, ¿Recuerdas lo que habíamos hablado de mis planes de viaje? A Renata se le aguaron los ojos al pensar que Thianya se haría de viaje y la dejaría sola. — Pendeja… Tenemos trabajo pendiente con Clide y con el señor Strong. — Clide me va a apoyar, y lo sabes. En cuanto al señor Strong, él se puede meter su contrato por donde no le da el sol, además ese estúpido es tan cobarde que no es capaz de redactar un contrato con altura, y encima se da el lujo, por medio de un papel con un contenido sin sentido, a restringirme el paso como si tuviera derecho sobre mí, sólo porque me mordió sin hacer un reclamo a la altura de las circunstancias… — Aspiró la dama. — Muchachos, ¿Ya? — Sí, Thianya. — Contestó Orestes. — Vámonos… No tenemos que hacer nada en esta ciudad, amigos míos. Jake creyó que Thianya se quedaría en su hotel esa noche, pero su pregunta hizo que ella cambiara su rumbo y sus planes.
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