El Liderazgo que no Debió Sustituirse

1366 Words
La primera audiencia ante el consejo ya había quedado pautada. Hacía tres meses Jake y su familia se había establecido en Carcomel nuevamente, y por ciertas presiones sociales, se les estaba exigiendo a los Masters que presentaran su caso, porque de lo contrario debían volver a su estado de exilio, no volver a pisar el país de Kindra nunca más y bajo ningún concepto, y que si el fallo daba en contra de ellos y de los Porter, se podrían de olvidar de las dos hembras que se suponían eran sus compañeras de vida. Tanto Thianya como Renata estaban nerviosas por los acontecimientos que se estaban dando, porque ni Jake ni Josh se habían dignado a decirles nada de lo que estaba sucediendo, pero como las señoritas estaban en relativa comunicación con sus progenitores, estos les habían dicho algo de cómo se estaba desarrollando la situación. — Hija, dime la verdad, ¿Te quieres quedar con ese hombre? — Preguntó Falcone con el corazón en la mano a su hija. Esa una pregunta que ella se hacía cada día, y le costaba contestarle a su padre algo que pudiera herirlo, porque ella quería intentarlo todo con Jake, pero a veces su actitud déspota le sobrepasaba a sus deseos, y por otro lado estaba su padre, al que no quería ver herido, aunque muy en el fondo ella reconocía que si sus actos delincuenciales eran reales, debía pagar por ellos. — Primero veamos cómo se desarrollan las audiencias, padre. Si eres culpable tendré que quedarme con los Masters. Al fin de cuentas soy de genes alfa, y podré apelar por ti, papá, pero si eres inocente, no tendríamos que pelear algo que por derecho nos corresponde, ¿No crees? — Contestó la hija de Falcone con cariño y diplomacia. Falcone en muy alto grado estaba cansado de fingir ante los demás, pero mucho estaba en juego ante la gran mentira de que él se había un derecho a liderazgo no correspondido, por lo que esta vez no hizo nada para reorganizar las cosas a su favor. Después de la respuesta de su hija adorada, Falcone colgó el teléfono. En esos instantes se le apareció Kirah, la madre de sus hijos, quien no aparecía allí con planes de animar a su esposo. — Entonces podría deducir que no piensas pelear tu liderazgo aquí en Carcomel, Falcone. — ¿Por qué habría de seguir usurpando un lugar que no me corresponde, Kirah? Por culpa de esa obsesión de estar en el lugar que nunca fue nuestro, mira ahora como estamos malviviendo, mira a mis hijos sufriendo precariedades, mira a mi bebé, viviendo entre lobos feroces, Kirah… — Lamentaba aquel hombre casi al punto del sollozo. — A ti lo que más te duele es la mocosa esa de tu hija pequeña. ¿No estás viendo que estás perdiendo la perspectiva de lo importante por lo insignificante? El pequeño sacrificio que significa Thianya le permitirá, no sólo a ella, sino a toda nuestra familia, el vivir bien, Falcone. ¡No lo entiendes! Nuestra opulencia más que nada es gracias al esfuerzo mancomunado nuestro de mantener firme este clan después que has estado al frente de los Pieles de Plata. — Estábamos en preponderancia desde antes de estar como los líderes máximos del clan en Carcomel, Kirah, pero gracias a tu ambición, no sólo dejaremos de estar en ese lugar que una vez ostentamos sino que fácilmente perderemos lo que sí era nuestro, ambiciosa inescrupulosa. Falcone se levantó del sofá que había estado recostado para no seguir escuchando los argumentos de su esposa, quien al juicio del alfa, ella era parte de sus desgracias, la que a su vez culpaba a su hija menor por su situación actual. Por otro lado, Thianya se carcomía las uñas pensando en todo lo que estaba aconteciendo alrededor suyo, puesto que estaba el hecho de no saber el resultado de las audiencias ante el consejo, ya que no sabía cómo iría todo, y anhelaba que su padre fuera inocente de todos los cargos que se imputaban, pero también deseaba que Jake se quedara, lo que la tenía en una disyuntiva, y para rematar, tenía el pendiente del tipo que había estado con ella en el pent-house de Dalmara, y que se suponía no podía dar con ella por la cláusula en la que no podían estar juntos nuevamente. El día pautado por el consejo para la primera audiencia había llegado. Todos los implicados estaban allí reunidos; los Masters y los Porter en la parte demandante, y los Sparks y los Pierce en la parte demandada, que a pesar de estar en esa posición, tanto Falcone como Brett estaban lo bastante serenos, algo desconcertante para muchos. — ¡Buenos días, damas y caballeros! Honorables miembros del consejo. — Presidió el máximo dignatario del consejo, Arnold Kieve. — El caso que tenemos hoy es uno muy particular, ya que hace unos años mandamos al exilio a la familia Masters por la acusación directa de desfalco al clan que precedían, Pieles de Plata, que por defender su posición propiciaron una guerra aquí en Carcomel, una que por poco arrastra a todo Kindra, y en la que dicha familia perdió a parte de su gente más importante. El señor Kieve hizo una pausa para aclarar su garganta, luego continuar su elocución. — Ahora estamos nuevamente aquí, con una serie de documentaciones que comprueban que los alegatos de los que fueron acusados los Masters hace años atrás son falsos, estos hechos por los lideres Falcone Sparks y Brett Pierce en primera instancia. ¿Tienen algo que decir al respecto, señores? — Preguntó el presidente del consejo. — No, su señoría. — Contestó parsimonioso un Falcone que a duras penas mantenía la mirada en alto. — ¿Cómo se considera usted en este caso, mi estimado señor Sparks? — Volvió a dirigir sus palabras el señor Kieve al acusado. — ¡Culpable, señor presidente del consejo! Todos se quedaron boquiabiertos, pero de inmediato se escucharon los cuchicheos en aquella sala, pero sobre todo, el alarido de dolor de Kirah fue lo más resonado allí. — ¡Esto es inaudito, Falcone! ¡Eres tan flojo que ni defender tu liderazgo te interesa! ¿Cómo pude estar a tu lado por tanto tiempo, blandengue? ¡Ojalá y te pudras en la cárcel, o que no te quedes con nada de lo que has logrado hasta ahora por indemnizar a una familia que no se merece este clan! — Vociferaba aquella mujer de manera desenfrenada delante de todo el público allí presente. — Si ya la señora terminó su interrupción, le recuerdo que usted también es parte de la familia del señor Falcone, y si él se hace a sí mismo culpable de los cargos que se le imputan, tanto usted como sus hijos se ven afectados, señora Sparks. La rabia que se apoderó de Kirah fue tal, que hubo que irle encima variaos agentes policiales, ya que ella estaba al punto de transformarse en su modo licán, mas no le quedó de otra que comenzar a soltar alaridos de ira, dirigiendo en el proceso su mirada hacia su hija menor. — ¡Maldita mocosa! Debí abortarte desde el día que supe de tu existencia. ¡Me lo quitaste todo! Espero que seas tan desdichada en tu fulano matrimonio como lo estoy siendo yo ahora. Kirah deseaba tener todo el tiempo para seguir despotricando a su hija, pero la retiraron de la sala de audiencias antes que siguiera esparciendo su veneno. — Después de esta confesión de parte de los acusados, nos queda estudiar la situación del caso y ver el daño perpetrado por el señor Sparks y el señor Pierce como los principales autores materiales e intelectuales de la usurpación de poder y posterior exilio al que fueron sometidos los Masters y los Porter. El hecho de que aquellos se consideraran culpables, no significa que todo llegó a su fin; no permitiremos que esto traiga consigo un estado de venganza e incertidumbre a ninguna de nuestras ciudades, empezando con Carcomel. Así que no tienen permitido tomar las riendas de la ley en este sentido, señor Jake Masters, señor Porter. — Advirtió Arnold Kieve.
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