En el instante que se llevaban a los infractores que durante años estuvieron usurpando el puesto de máximos líderes en Carcomel, se notó en toda la sala de audiencias en las que estaban reunidos los Masters junto a otras eminencias de la sociedad carcomeliana como Dalmara había caído gracias a que uno de sus tacos se rompió, esto porque ella llevaba premura para dirigir sus pasos y llevarse a felicitar a Jake por uno de sus mayores logros como futuro alfa líder del clan Pieles de Plata.
Como Thianya y Renata estaban viendo a aquella mujer en el piso, la cual era ayudada por su fiel conductor Boltimor, la señorita Sparks no se había percatado que se habían acercado a su compañero de vida para felicitarlo por su aquel triunfo, que a juicios de muchos no fue más que suerte.
Thianya quiso reírse al ver a Dalmara en el suelo, más por lo risible que le pareció la caída que por burlarse, pero su corazón estaba dolido por lo que su padre había confesado, lo mismo que había hecho el de Renata, dos hombres en los que a sus formas, ambas mujeres confiaban. Sin embargo, a aquellas chicas se les amargó más aquella mañana al ver quien se había acercado a sus machos para felicitarlos.
— Con razón Dalmara venía como loca a lanzarse sobre Jake, ahora lamento en lo más profundo de mi ser que ese maldito taco se rompiera. — Remilgaba Thianya.
— Ramera de quinta... Compórtate como una meretriz de alto calibre. Que tus pensamientos ni tus ojos te traicionen. Recuerda que una de las cláusulas era que por más que cualquiera de los involucrados deseara volver a verse, no debía romperse tal acuerdo, al menos que ese estúpido pelinegro quiera que le rompan a él la cara. — Restregó la señorita Pierce entre dientes.
Ambas mujeres se iban a alear de allí lo más que pudieran, pero reaccionaron tarde, ya que a Jake le dio con llamarlas.
— ¡Ven, Thianya! Trae a Renata… Quiero que conozcan a Harold Kieve, el hijo menor de Arnold Kieve, quien coincidencialmente terminó siendo el presidente del consejo y quien dirigió nuestro caso. Este hombre al igual que yo, es un empresario, pero no maneja mis mismas áreas, pero fue quien me abrió las puertas a Carcomel. — Presentó aquel Masters al otro joven.
A Thianya s ele notaba sudorosa y un tanto impaciente, pero trató de controlarse lo mejor que pudo, sobre todo evitando el contacto visual. Quería salir huyendo de allí, pero recordaba que afuera estaba la prensa esperando que tanto ella como los demás involucrados con lo que acababa de pasar allí tan siquiera mostraran la punta de un zapato para abordarlos.
La señorita Sparks agotó uno de sus recursos más baratos, pero por de más necesarios en ese momento, que fue el desmayarse, aunque no era para menos. Había vivido una experiencia muy traumática para su gusto, y era reconocer cómo su padre y el señor Pierce habían admitido que había sido ultrajado el puesto de máxima autoridad en una ciudad, por otro lado era que no sabía cómo la trataría su compañero de vida de aquí en adelante, aunque parecía ser que no la despreciaba a pesar de ser una familia que los expulsó de su país de origen, y encima venía este aparecido a alborotar un avispero.
Inmediatamente aquella mujer fue trasladada a emergencias por uno de los guardaespaldas que estaban ahora a su cargo, junto con Renata, quien condolida, pero gustosa, cedió para ir con su amiga a acompañarla. Por suerte nadie las vio salir de aquellas instalaciones jurídicas.
— Ese no fue un desmayo real, señorita Sparks. — Percibió la doctora de turno en emergencias. — Los desmayos tienen sus propias valoraciones y el olor de la persona la delata. Sin embargo, se nota que usted está pasando por mucho estrés emocional, que a la hora en punto que se siga descuidando, terminará recurriendo a este departamento por las razones correctas. — Advirtió la galena.
Renata agachó la cabeza de manera infantil en señal de había residido la reprimenda en lugar de su amiga, aunque ella sabía que la otra lo hacía en una actitud burlesca, pero luego volvieron a adoptar una compostura de seriedad.
— ¿No se suponía que aquel tipo no debía buscarme después de haber estado juntos, Reni? Se suponía que ese era al mayor de los acuerdos.
— Ese era el plan Thia, e incluso Dalmara nos lo aseguró, pero al parecer a ella también hubo algo que no le dejaron claro, al menos que haya sido una actuación lo de su zapato súper costoso, porque de que quería desviar la atención de Jake, lo quería.
— Pero no se le dio.
— No… — Acotó Thianya con un mohín.
En esos precisos instantes salía Dalmara con una fécula en el tobillo izquierdo apoyada por los fuertes brazos de Boltimor, justo el tobillo que se había doblado tratando de llamar la atención de Jake.
— Dalmara… — Se sorprendió Thianya al mismo tiempo que se tapó la boca.
.— Te dije que tuvieras cuidado con ese tipo, porque me imagino que tu amiga te llevó mi recado. — Miró aquella mujer a Renata con mirada acuchilleante. — Resuelve ese problema de ese tal Harold; quítatelo de encima, porque una cosa es que Jake sepa que estuviste con nadie un día de estos, que por más que me ha preguntado, yo no supe nada de ti ese día. Pero que sepa que el lobo con el que estuviste está tan cerca y que no lo alejaste, aquí llevará hasta Boltimor que no opina en nada. — Advertía aquella mujer.
— Pero él no puede celarme con nadie, Dalmara, no tiene derecho. — Repuso Thianya cruzando sus brazos ene l proceso.
— No los tiene, porque me imagino que lo que hiciste fue porque él se lo ganó, y si no, tampoco me incumbe, pero si lo haces ya cuando la relación se oficialice, ese estúpido de tu compañero de vida es bruto a la hora de defender lo que cree querer. O le enseñas a confiar en ti, o será una situación bastante difícil de sostener para ambos, niña.
En ese preciso momento arribaban Jake y Josh acompañados de Harold.
— ¡Felicidades, señoritas! Me enteré que son las compañeras de vida de estos caballeros. — Se dirigió el pelinegro a las dos amigas, quienes sonreían sin mucha alegría.