Thianya y Renata se hicieron las que estaban curioseando sobre el tobillo de Dalmara más por burla que por curiosidad, por lo que inmediatamente se fueron a otra área de emergencias a esperar que llamasen a la enferma a que recibiera el recetario que había serle prescrito a la señorita Sparks. Por otro lado estaba Harold mirando el panorama a su alrededor y le pareció extraño que las mujeres que había visitado días atrás, las cuales estaban de lo más placidas en un pent-house al cual le habían citado, ahora estaban como si fueran las peores enemigas las unas de la otra.
El señor Masters y el señor Porter le pidieron excusas al señor Kieve para retirarse e irse hasta donde estaban sus compañeras de vida, mientras que el último se quedó a acompañar a Dalmara, quien estaba siendo escotada por su guardaespaldas siempre fiel, Boltimor.
— Dalmara, nunca me dijiste que esa mujer tuviera compañero de vida. — Reclamó Harold.
— Ni me lo preguntaste ni creí que fuera de tu incumbencia. Además, se supone que cuando solicité tus servicios, se tenía estipulado en esa casa de acompañantes deluxe, que persona con la que se está una vez, persona con la que no se puede repetir una salida nuevamente. — Especificó la señorita Uziel.
— No te preocupes, Dalmara querida. Renuncié a ese lugar. Ya me estaba aburriendo de tanta mujer insípida, y me encantó la forma en la que ésta lo hace, así que renuncié sin más.
— ¡Ja, ja…! — Intentó soltar una carcajada ponzoñosa aquella mujer en pleno pasillo, pero la apagó recordando donde estaba. — ¿Y quién te dijo a ti que Masters te va a arrojar en tus brazos a esa mujer? Ni por tu linda cara que fuera, Kieve.
— Quizás no, pero con las palabras y el trato correctos podría persuadirla. No sé si notaste que ni la señorita de rizos pelinegro y ni la del pelo ondulado cobrizo están muy a gusto con esos hombres, muñeca, por lo que podría decir que para mí será pan comido enamorarla.
— ¡Te deseo suerte, galán! Las cosas no son tan lineales como las quieres percibir siempre Kieve, que de haber sabido que esa tarada iba a solicitar tus servicios ese día, te borro del catálogo. Menudo fastidio contigo ahora… ¡Vámonos, Bolti! Tengo que pensar durante mi reposo en los tollos que a veces cometo. — Se recriminaba Dalmara en voz alta.
Antes de que los hombres de las dos entrañables amigas llegaran, ya ellas habían salido del recinto clínico, dirigiéndose al auto en la que Renata había trasladado a Thianya, pero antes de que ellas quisieran abordar el vehículo, tanto Jake como Josh llamaron a las chicas.
— Thianya, ven, puedes irte conmigo. No tienes necesidad de seguir distrayendo a Renata, aunque ella siempre está ahí para cuidarte, me gustaría relegarla de su cargo de vez en cuando, además ya ella tiene a alguien más de quien estar pendiente. — Sugirió Jake de manera sutil que su beta se llevara a su compañera de vida consigo.
— Reni, necesito que me acompañes a ver unos lugares que debo reservar. — Trataba de conversar Josh con la aludida.
— Pero yo no tengo deseos de salir contigo, debo ver a mi padre.
— Realmente no te estoy preguntado, Reni, te estoy diciendo lo que vamos a hacer, luego vamos con tu padre, debo comunicarle algo. — Se impuso Josh finalmente, haciendo que la joven frunciera el ceño, que de no haber sido porque le hablaron de su progenitor, hubiera armado tremendo berrinche.
Ya Jake se había llevado a Thianya consigo, la cual estaba mirando por el vidrio del carro en total silencio.
— Thianya, ¿Soy yo o tú y Harold se conocen? Me dio la impresión que se habían visto en alguna parte, por cómo se evitaban, no sé en algunas de esas salidas tuyas…
— A Harold… ¿Al amigo tuyo que fue a la clínica contigo hoy que nos felicitó a mí y Reni? — Preguntó Thianya como si fuera boba.
— ¿Cuál otro, Thianya? — Cuestionó Jake lo obvio.
— Es que pude haberlo conocido por ahí o no, no sé… Nunca le doy mayor importancia a nadie en particular.
— Con Orestes lo hiciste, lo mismo con Clide, que tengas a otro más en tu colección no debería sorprenderme.
— ¿A qué viene esos aires de posesividad, Masters? Tú y yo no somos nada, simplemente somos “compañeros de vida”, algo que se puede romper con dos frases, el nombre de completo del compañero en cuestión y te rechazo, tal cual como lo haré en este instante.
Antes de que Thianya volviera a abrir la boca, Jake se había estacionado en el primer espacio en una acera que había visto libre.
— Thianya Sparks, ni se te ocurra mencionar mi nombre o rechazarme, no tienen ningún permiso de hacerlo. — Impuso Jake.
— Jake Masters, si tienes tanto miedo a que te rechace yo, hazlo tú, porque es más que obvio que no me tienes confianza. ¡Y te entiendo! Soy una perra en potencia que he estado con medio continente quizás, por lo tanto, no deberías de estar con una meretriz como yo. ¡Que sea la última vez que se te ocurra preguntarme pendejadas sobre ese tipo o de alguien más! Y mientras no estemos comprometidos, ¡Me acostaré con quien a mí se me dé mi gana, Masters! Recuerda que tú mismo me lo propusiste la última vez que tuvimos ese fortuito encuentro.
Habiendo dicho eso, Thianya se desabrochó el cinturón y se disponía a salir del auto en el que estaba encerrada con Jake.
— Es cierto que lo dije, Thia, pero eso no significa que tengas que tomar tales palabras tan en serio. Aunque sé que eres capaz de hacerlo, y más ahora que deseas con todas tus ganas vengarte de mí por lo que le arrebate a tu padre, que si lo vemos desde un punto de vista justo, él sólo me está devolviendo lo que por derecho nos corresponde a mí y a mi familia.
— Pues a mí déjame fuera de tus asuntos, Masters, a mí y mi familia, y deberías considerar exiliarme a mí también cuando lo hagas con mi padre. — Thianya salió del auto después de desahogarse.
Había llegado la noche, y tanto ella como él no habían encontrado a nadie con quien sacarse el despecho que sentían el uno por el otro, por lo que llegaron a la mansión que ahora era la mansión Masters, Thianya primero que Jake, quien la encontró a ella dándose placer por sí misma.
Ella contaba con que ese hombre no llegaría esa noche a casa, por lo que sacó todos sus juguetes para hacer lo que quisiera, que una vez la encontró su macho en esos menesteres, se fue al baño a darse una ducha sin decir nada, mientras que ella siguió en lo que estaba; actuaron como si nada había pasado.
La señorita Sparks fue a refrescarse un momento, de manera que cuando salió de la ducha, encontró al señor Masters tocando sus cosas, algo que a ella le molestó francamente, pero aquel hombre la apartó de sus propios juguetes, sometiéndola a usarlos a su antojo.
— Mi mayor deseo esta noche es someterte a lo que a mí me dé la gana, Sparks… Serás mi sumisa, te guste o no. — Susurró aquel hombre a los oídos de aquella mujer.