Thianya estuvo pasando un momento tan ameno con su amate de turno que se olvidó dónde estaba o lo que estaba haciendo.
Clide era un joven trigueño al natural, con su pelo ondulado muy oscuro y ojos mieles. No era que a Thianya la volvía loca, pero era él se portaba muy bien en la intimidad, tanto que a ella la llevó al clímax varias veces en esa tarde mientras paseaban en un yate de la familia Hams.
— Oye… Thianya, ¿Verdad? Sé que la pasaste fenomenal conmigo.
— ¡Oh! Qué mocoso tan engreído el que tenemos aquí. — Enunció Thianya con una ceja arqueada y los brazos cruzados. — ¿A qué se debe su conclusión, detective?
— Mencionaste el nombre de tu novio todas y cada una de las veces que te llevé al tope. — Dijo Clide sin el más mínimo atisbo de intimidación. — Pero para mí fue rica, niña, significa que logré mi cometido… Pero no te preocupes, nena, Jake Masters no va a saber que yo le arranqué el nombre de los labios de su preciada hembra… — Terminó confesando el joven licán con descaro a los oídos de la mujer.
La señorita Sparks estaba sumamente sonrojada, pues habían sido varios los motivos para su actitud.
— En primer lugar, engreído, yo no soy la hembra de nadie. En segundo lugar, te llamo como a mí se me dé la gana. Soy una mujer expresiva, y si te digo tu nombre o el de otro patán, tú sólo debes servirme como un medio de placer, ¡Y listo! — Se quiso imponer Thianya.
— ¡Tranquila, señorita Sparks! Fue un servicio mutuo, porque aunque no lo creas, a mí poco me importa que digas mi nombre o el de otro hombre, aquí lo único importante es que sentiste conmigo, y eso me gusta, y que seas expresiva, lo pone aún mejor.
Clide había logrado poner nerviosa a aquella mujer, sobre todo porque le dijo que ella era la hembra de ese hombre al que ella despreciaba tanto, y encima ella estaba tan inmersa en su éxtasis que en ningún momento se percató que había mencionado su nombre, más bien creyó haberlo olvidado completamente.
— Ahora comprendo por qué Masters anda tan taciturno desde la noche que estuvo contigo, Thianya Sparks… Eres una hembra hambrienta, y no escatimas disfrutar de la intimidad ni de tu acompañante… Lástima que él te dejara ir tan fácil. — Parloteaba Clide.
— Tan bueno en la cama, y tanto disparates que comentas, zoquete…
— No estoy diciendo nada que no se haya contado en todo Frenchiel. Fuiste la comidilla entre la socialité hostelera del país por un espacio de una semana, ya que ese perro de Masters estaba furioso por lo que le hiciste en su casino, y hasta puso algunas reglas después que dejaste la zona turística que él domina, nena.
Lo que en principio fue molesto para Thianya, comenzó a crearle morbo, por lo que le pidió a Clide que le sirviera una copa. Entre tanto, él comenzó a contarle cómo se había comportado Jake Masters después de que ella se fuera.
La noche le llegó aquellos dos conversando y volviendo enredarse entre sábanas, pero esta vez Thianya recordó el nombre real de su amante, aunque se olvidó que andaba con su mejor amiga, la que recordó cuando vio unas quince llamadas perdidas en su teléfono celular.
— ¡Hoy Renata me mata!
— ¿Quién? ¿Renata Pierce? ¿La chica que se fue con un hombre de piel morena?
— ¡Sí!
— ¡Ah! ¡No le prestes atención! Ella anda con Sven, mi mejor amigo. Le pedí que la escoltara a nuestro hotel, ella es su pareja para la inauguración de esta noche.
— ¿Eres parte de la familia Hams, Clide? — Preguntó Thianya anonadada.
— Sí, señorita… Ahora ve a acicalarte, y toma el vestido que más te guste, aunque te confieso que esas piernas tuyas se verían mejor con falda corta, pero te gusta ocultarlas… Tanta belleza oculta bajo tanta tela, mujer.
Clide Hams no se cortaba a la hora de emitir una opinión, y sin dejarlo notar él le estaba dando una orden a Thianya, pero ella era buenísima llevándole la contraria a los hombres, así que llevó un vestido rojo ladrillo con top drapeado y mangas, sostenido en tirantes, con toques plateados en la joyería, y su pelo suelto, algo que al fin de cuentas le causó gracia.
— Eres más revoltosa de lo que pensé, nena.
— Trato de dejar que se note mi esencia, Clide…
Clide no dejó de admirar a la hembra mientras ella caminaba coquetamente hasta abordar el auto donde serían llevados al hotel, luego de arribar a tierra en el muelle que atracó el yate donde se habían perdido durante toda la tarde.
Jake estaba que parecía una tetera hirviendo, ya que Gina no supo darle un paradero preciso de Thianya Sparks. Ya la asistente del señor Masters estaba empezando a tomarle mala voluntad a esa mujer, porque nunca había trabajado tanto por una amante insignificante como se suponía su jefe la llamaba.
— Marcelo, créeme, estoy harta de escuchar a mi jefe coaccionarme cuando no doy con esa tal Thianya Sparks. Él se comporta como si fuera su compañera de vida y no una mujer insignificante… Y pobre de él si ella se entera de que lo trae hablando con los postes de luz, si lo pone de rodillas, con pena, pero me reiré de él.
— Creí que él te simpatizaba.
— Sí, pero era cuando lo veía con idealismo, como un macho inalcanzable. — Le decía Gina a Marcelo, y después de un suspiro continuó, — Pero veo que no era tan implacable como siempre lo soñé.
Gina en un momento dado de su vida vio a su jefe como aquel hombre que la llevaría a las estrellas, pero eran tantas las mujeres con las que él se veía que le terminó estrellando el sueño a la dama. No obstante, verlo sin ideas de cómo atraer a la única mujer que lo había plantado, hizo a la asistente darse cuenta que todo altivo algún día podría ser humillado.