Clide llegó a la fiesta de inauguración del nuevo casino ubicado en el ala derecha de las instalaciones del hotel de la familia Hams que estaba al este de la ciudad de Grail, en el país de Frenchiel, y cuya cadena era la rival número uno de la franquicia Masters.
Todo estaba desarrollándose de manera amena y dinámica; la prensa diseminada por doquier tomando fotos y llevándolas a las redes conforme las tomaban, las chicas luciendo vestidos suntuosos, mientras que los hombres se presentaban en trajes portados de modo impecable; la fiesta era formal.
No obstante, toda actividad se paralizó en aquel salón cuando el hombre lobo más imponente de todo Frenchiel hizo su entrada triunfal, imagen que se desbalanceó un poco cuando vio a la que acompañaba al anfitrión.
— No sólo no te conformas con tomar las migajas de mi triunfo y querer tomar ventaja de ellos, Hams, sino que también usas a unas de mis muñecas, ¡Claro! Después de que ya la usé. — Saludó Jake a Clide.
El saludo había sido ante las cámaras de la prensa, así Jake evitaba cualquier reflector que notaba su descontento, mientras que los otros dos mantenían una sonrisa fingida.
— No seas tan drástico, Masters, podemos compartir, si no te molesta. Aunque si te das cuenta, esta muñeca tiene vida e ideas muy propias, nada que ver con tus otras muñecas de colección, además ella necesitaba a un hombre que la trata como la dama que es, no como a un objeto. — Dijo Clide exhibiendo su sonrisa habitual, tomado de la mano con Thianya.
Aquella mujer estaba dispuesta a armar tremendo bullicio allí mismo de no haber sido por la deferencia con que la terminó catalogando su nuevo amante.
— Señor Masters, no se moleste por mí. Tengo entendido que usted está haciendo su vida sin siquiera preguntarse sobre mi existencia, así que lo que yo haga con la mía debe importarle muy poco. — Intervino Thianya de lo más sensual pero educada.
— Si me disculpas, Masters, tengo una fiesta que atender.
Jake apretaba sus mandíbulas, y pretendía tomar la mano derecha de Thianya, pero ésta hábilmente cambió la copa que tenía en la izquierda, tomándose de Clide con la que le quedó libre tomando un trago de la misma.
A Jake no le quedó más remedio que dejar aquella pareja irse de su lado, yéndose él a otro lado más apartado, así salía huyendo de las miradas burlescas y curiosas.
— Señor Masters, veo que anda tras la hembra que está con el señor Hams, y es más que obvio que ella lo rechazó, pero no tiene por qué sentirse de esa manera, señor Masters, yo puedo hacer lo que usted quiera… — Proponía una rubia despampanante la cual disfrutada asediar a Jake.
— Estoy harto de decirte, Michelle, que no me interesa acostarme contigo. — Impuso Jake sacándose los brazos de la hembra de encima suyo.
— Sigo sin entender por qué estás con cualquier mujer, pero no conmigo. Soy bella, de buena familia, inteligente…
— Pretenciosa, sin sustancia… ¡Es más! Sin la mínima pizca de gracia para mí, Michelle. ¿Podrías dejarme en paz, mujer? Eres asfixiante.
Jake dejó el lugar al que se había apartado, que si no fuera porque su verdaderas intenciones era la de llevarse a Thianya con él, se habría ido de allí en ese mismo instante.
Jossie y Renata estaban untas en una mesa tomando copas de lo más entretenidas con Sven y otro amigo que él había llevado a la fiesta inaugural y que había compaginado bastante bien con la dama que había llegado sola. Comentaban el buen desenvolvimiento que tuvo el anfitrión minutos antes.
— Mi primo está empeñado en esa amiga tuya porque ella lo ha sabido poner en su puesto, nada más. A la hora en punto que ella caiga rendida a sus pies, él se va a cansar y la va a desechar. — Reveló Jossie.
— Típico macho… — Comentó el amigo de Sven.
— Veremos a ver quién sucumbe primero, porque Thianya no está dispuesta a caer ante tu primo, y menos ahora que se recuperó, ya que se tomó su tiempo para reponerse. — Explicó Renata, pero luego se llevó su copa a la boca con vergüenza, pues creyó haber expuesto a su amiga.
— Porque ella le dio importancia a ese tipo, ¡Ja, ja! — Se burlaba Sven.
— Si hizo algo así, perdió su tiempo tu amiga, Reni, porque ese perro que tengo por primo no le para a ninguna mujer a la hora de hablarse de conquista, así que mejor aconséjala y dile que no le pare a Jake Masters.
Jossie advirtió a Renata y luego se fue a la pista de baile junto con su nuevo amigo a bailar, mientras que la amiga de Thianya se quedó pensativa.
— ¿En qué piensas, hermosa? — Le preguntó Sven a Renata lamiendo la parte superior de su oreja derecha, provocándole cosquillas.
— En lo que dijo Jossie de su primo.
— Reni… — Se incorporó Sven, suspirando en el proceso, — No es porque Clide sea mi amigo, pero obviamente hablaré en favor de él si de una pareja para tu amiga se supone, porque para nadie aquí en Frenchiel es un secreto que Jake Masters es el hombre que peor trata a las féminas de entre los hombres lobo. Si ella quiere ser catalogada como una muñeca y luego ser desechada a la basura, él es el mejor en eso.
Renata siguió pensando en el asunto, pero fue hasta que Sven se la llevó a la pista de baile.
Mientras tanto, Jake estaba dando vueltas de un sitio a otro en las afueras de las instalaciones donde se estaba dando la fiesta de inauguración intentando conectar telefónicamente con Thianya, pero ella rechazaba cada intento.
— ¿Pasa algo, Thianya?
— ¡Ah, eh...! ¡No, Clide! Es sólo una llamada molesta, sólo eso.
— Puedes tomarla sin miedo, nena. Cualquier cosa y puedo ayudarte con tu problema.
Dicho eso, Thianya esperó a que Jake volviera a intentarlo, y al tercer timbrazo tomó la llamada.
— ¡Señor Masters, buenas noches! ¿Qué se le ofrece?
— Necesito hablar contigo, Thianya, a solas, por favor.
— ¿Y si no quiero?
— ¡Entro ahora mismo a ese salón a sacarte por la fuerza si es necesario! — Espetó Jake de forma que sus alaridos se escucharon más allá del teléfono de Thianya.
Clide escuchó a Jake vociferando, aunque no lo que había dicho, por lo que le hizo señas a la dueña del aparato telefónico para hablar con el interlocutor.
— Señor Masters, ¿Qué es lo que le interesa hablar con mi novia?
Thianya abrió sus ojos en toda su extensión, mientras que por la otra línea se escuchaban resoplidos.
— Quiero hablar en persona con la señorita Sparks, que sea ella misma que me lo diga.
— ¡Oh, perfecto! Pues ella es la que debe decidir si se lo dice en persona o no. Yo sólo cumplo con notificarle, señor Masters.
Concluyó Clide su conversación con Jake y le pasó el teléfono a su dueña entre risas.
— Señor Masters, tal y como le contó el señor Hams, él y yo estamos juntos y no sería propio de mi parte estar con usted, así que si todavía quiere reclamarme algo de índole personal, creo que está fuera de discusión.
Una vez habiendo ella dicho sus palabras, colgó la llamada sin dejar que el caballero con el que estuvo conversando ni siquiera expusiera su punto.
Jake estaba de camino al salón donde se efectuaba la fiesta, pero hubo unos guardaespaldas y detuvieron su paso.
— Señor Masters, usted tiene prohibido el paso.
— ¿Quién lo dice? — Preguntó Jake reprimiéndose de no transformarse en su versión licán.
— Yo lo hice. — Apareció Clide de la nada.