Sin Ningún Derecho

1284 Words
— Tienes derecho a negarme la entrada a tu fiesta, Hams, pero no puedes negarme que hable con una mujer si a mí se me da la gana. — Espetó Jake. — Tienes razón en ambas partes, amigo mío, sólo que no soy yo quien te la niega, sino ella misma que no quiere nada contigo. — Concilió Clide. — A ver, muy imbécil... En primer lugar, no somos amigos, y en segundo lugar, quién debería decirme que no quiere hablar conmigo es la misma Thianya. — ¡Ah, perfecto! Pasa a la fiesta, ella misma te dirá lo que quieres escuchar. Jake se sorprendió al ver que estaba detrás de Thianya, que sólo los separaba una pared, por eso entendió por qué había estado Clide tan rápido dónde él estaba. — ¡Thianya! — Exigió Jake cuando estuvo al lado de la chica, apagándole la sonrisa que estaba mostrando a las personas con las que estaba conversando. — ¿Qué desea, señor Masters? — Cuestionó ella con fingida educación. — Debo hablar contigo. — Sí, un momento. Thianya procedió a pedirle un momento a los que compartían con ella la mesa, y así se retiró a hablar eso que con tanto urgencia requería Jake. — Ahora sí, salvaje, ¿Qué tanto molestas? — Quiero que te vaya conmigo ahora mismo fuera de este antro. La propuesta de Jake fue para Thianya el mejor de los chistes, pero tuvo que reprimir el deseo de explotar en una carcajada. — No voy contigo a ninguna parte, así que con su permiso, yo me retiro a hacer lo que estaba haciendo. — Enfatizó ella dando la media vuelta para volver dónde estaba. Jake sujetó a Thianya tan fuerte del brazo que ella casi caía al suelo, de no ser porque él la retuvo de hacerlo. — ¡Vil bruto! ¡Suéltame de una buena vez! No tengo ningún problema en armar un escándalo aquí mismo. Podría decir que querías llevarme y forzarme a hacer algo que no quiero... — Comenzó Thianya a manipular la situación. A Jake no le quedó más remedio que soltar a Thianya, ajustando su chaqueta y disponiéndose a salir de donde estuvo con la chica. — ¿Ya obtuviste la respuesta que necesitabas, Masters? Clide estaba de lo más risueño viendo cómo Jake le gruñía, mientras tanto caminaba a pasos urgidos para alejarse de allí. después de ver como Jake salió con el rabo entre las piernas, Clide mudó el rostro y ordenó a dos de sus guardaespaldas que mientras la señorita Sparks estuviera en sus predios, que no se atrevieran a dejar que el señor Masters se acercara ni a dos metros de ella. Por otro lado, trataba de entender por qué los dos supuestos custodios de aquella dama no estaban al pendiente de ella, y pensó en cuestionarlos, pero sería más adelante, todavía tenía una fiesta inaugural que atender. Oficialmente el nuevo casino de la cadena Hams fue inaugurado, por lo que a las dos de la mañana terminó toda aquella parafernalia, y siguió trabajando de manera corrida. Sin embargo, Clide no se fue inmediatamente de aquel lugar, no hasta que no enfrentó a Orestes y a Esteban. — Entonces, soquetes... La señorita Sparks puede estar en el mayor de los peligros y ustedes no son capaces de cuidarla. Si no estoy cerca de ella, ahora mismo estuviera en las manos de cualquier licán, o... Quizás muerta. — Reclamaba el señor Hams con voz furiosa con una expresión estoica. — La señorita Sparks nunca nos convocó anoche, señor Hams. Ella nos dijo que estaría bajo su cuidado, que una vez de viera en peligro nos lo haría saber. El señor Hams estaba al punto de estallar en una risotada cuando tocaron la puerta de la pequeña habitación donde se estaba llevando a cabo el interrogatorio. — ¿Quién? — Preguntó Clide fastidiado. — Es la señorita Sparks, señor. Inmediatamente Clide mismo abrió la puerta. — Thianya, amor... ¿Qué haces aquí?— Preguntó aquel hombre lobo con cautela. — Me llamaron desde está ubicación. Creí que había sido mi amiga Renata, pero ella me dijo que estaba bien, con tu amigo Sven y otra pareja más, y supuse que eran estos dos. — Señaló ella a sus dos guardaespaldas. — ¿Está todo bien? Thianya estaba manejándose de una manera tan apacible que le a Clide le había provocado miedo. — Todo bien, cariño. — Intentó él de tocarla, pero ella se alejó rápidamente. — Si ya terminaron, vámonos par de payasos. Ya me dañaron la noche. — Reaccionó Thianya. Ambos hombres se levantaron de sus asientos y siguieron a su jefe, la que caminaba cuál señora dueña de sus pasos. Clide se quedó perplejo al ver cómo aquella chica caminar sin prestarle la más mínima atención, dejándolo con la palabra en la boca cuando éste hizo el ademán de hablarle. — Chicos, ¿Les fue bien en todo lo que jugaron? Espero que se hayan retirado a tiempo, mañana tenemos mucho qué recorrer aquí en Grail. — ¡Por supuesto, Thianya! Apenas si hemos conocido un solo de varios de los hoteles de este lugar, aunque quizás no tengamos mucho tiempo para hacer un recorrido como se debe. — Expresó Esteban — Ya el señor Falcone Sparks está haciendo acto de presencia telefónica. — Sí, ha llamado varias veces. Según él tiene gente importante por recibir la semana que viene y necesita que toda su familia esté presente. — Acotó Orestes esta vez. >> Y ahí viene mi padre a interferir en mi vida privada... ¡Carajo! — Bueno, caballeros... Cambio de planes. Diviértanse todo lo que puedan, duerman, jueguen; lo que les apetezcan. De mi parte le enviaré un mensaje a la tipa que anda conmigo, y nos vemos en la mañana. Debemos volver a nuestro hogar a jugar nuestro papel de la familia perfecta. — Rezongaba aquella mujer. Clide estaba en su habitación en las instalaciones del hotel que él regía. Había estado tratando de localizar a Thianya, pero ésta nunca le tomó el teléfono. El hombre se iba disponer a llamar a otra fémina con la cual pasar la noche cuando sintió que su puerta era abierta. — Mañana tienes permiso de estar con otra perra, pero hoy estás para mí. — Impuso Thianya dándole un beso a Clide que por poco ambos quedaban sin aliento. A la hora del desayuno, el dueño del complejo hotelero pidió servicio a la habitación. Solo ese era el tiempo que le quedaba disponible para estar con la hembra que había estado durante las horas de la madrugada. — Que sea la primera y la última vez, Clide Hams, que te metes con mis guardaespaldas. Esos hombres son sin duda los más leales y fieles hombres de mi padre, y los que mejor me cuidan de todos los que han trabajado conmigo. — Reclamaba Thianya. — Pero les reclamé porque te creí en peligro, nena. — Si no los convoqué era porque me sentía segura contigo, Clide. — Pausó ella y luego suspiró. — Mira, Clide, el hecho de que hayamos tenido estos encuentros tan exquisitos, no significa que te dé el derecho a meterte en mis asuntos personales, al menos que te lo indique. — Osea, que yo sólo soy para ti un juguete íntimo. — Y muy buen juguete, así como lo debo ser para ti... El que se enamore se va a j***r, juguete mío. En ese momento Thianya quería neutralizar cualquier intento de Clide por hacer de ella un juguete de uso exclusivo. A esa mujer no le gustaba aferrarse a nadie, y antes de que quisieran imponérsele, cortaba en seco cualquier intento de opresión emocional.
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