Como una de los hijos de un alfa líder, Thianya Sparks debía estar presente en todos los eventos concernientes a temas de rigores políticos y diplomáticos propios del cargo.
Thianya pensaba estar más tiempo del que se le permitió en Grail, pero tuvo que volver antes, dejando de lado a Clide Hams, con el cual tenía planeado quedarse unos días, pero el deber llamaba.
Sábado por la noche y el alfa líder del clan Pieles de Plata estaba haciendo una cena en honor de su hija menor, Thianya Sparks, una hermosa hembra que estaba lista para presentar en sociedad.
A ella no se le había dicho nada de lo que se trataba la velada, y por suerte para ella no había nadie que la conociera, excepto por la hija del beta del clan al que amabas pertenecían, Renata, su mejor amiga.
— Renata, traidora... ¿Por qué no me habías dicho que el alfa líder de tu clan tenía esta clase de planes conmigo? — Le escribió Thianya a su mejor amiga.
— ¿Crees que de haberlo sabido no te hubiera avisado? Y de todos modos ¿De qué hubiese valido el gesto si no nos iban a dejarnos escapar, zopenca?
— Tienes razón... Bueno, al menos no hay nadie de los que conocemos de nuestros días de juerga.
Thianya escribía tranquila con eso en mente, ya que ambas chicas se cercieraban de salir con hombres que no fueran de sus predios.
Ninguno de los prospectos que habían asistido a la velada de la familia Sparks había llamado la atención de Ala señorita agasajada, que de haber sido lo contrario, habría echado todo por la borda, ya que probablemente sería delatada delante de su padre.
Una de las cosas que tuvo que hacer Thianya durante esa noche fue visitar mesa por mesa a cada una de las familias invitadas para presentarse formalmente.
La idea principal de Falcone era que su hija favorita encontrara a su compañero de vida entre esos hombres lobo, ya que para los de este especie aquella dama estaba un poco mayorcita para estar viviendo con sus padres.
Al padre de Thianya no se le hacía justo separarse de ella, pues era su consentida y la veía como su bebé, pero no era así desde el punto de vista de Kirah, su madre, ya que si encontraban a un hombre acaudalado, como era el sueño de esa mujer, su hija generaría más ingresos para la familia regente en Carcomel.
Además de la madre de Thianya, sua hermanos, Gilbert, Jonas, Kiara y Anthony, entendían que ya era hora de que aquella niña malcriada sentara cabeza, ya que era un dolor de cabeza verla sólo gastar el dinero de la familia.
— Por fin papá entendió que debía darle responsabilidades a su hija adorada. De seguir como va, a dejarnos en la bancarrota. — Se quejaba Jonas.
— Papá no lo sabe, pero nuestro prestigio anda por los suelos gracias a ella. — Sentenciaba Kiara.
— Su prestigio, querrás decir, hermana, lo cual me importa un comino. Mi dinero y mi nombre como futuro alfa líder son más importantes, y necesito a esa niña fuera de esta casa para gobernar tranquilo. — Expresó Gilbert con desprecio.
Los hermanos de Thianya nunca fueron los más amorosos atentos con ella, ya que estaba a unos años de diferencia de ellos, aún de Anthony, cuya distancia era de unos cinco años, y como Falcone nunca supo ocultar la fascinación hacia su hija menor, fue cuestión de poco tiempo el que ellos le mostraran lo poco que la apreciaban cada vez que tenían la oportunidad.
Obviamente eran los más amorosos y fotogénicos a la hora de presentarse a la sociedad, sobre todo si había benefícios de por medio, ya que para estar en esta fiesta, el padre de ellos los soborno a todos, incluyendo a su yerno, el esposo de Kiara.
La actitud de su familia era el motivo principal por el que Thianya solía desaparecerse; a veces soñaba con encontrar a su compañero de vida e irse lo más lejos posible de Carcomel y de todo lo que significaba ser una Sparks, pero por otro lado amaba la libertad que le daba ser hija de su padre.
Hubo un hombre en particular que se le acercó a Thianya, uno que no parecía ser de Carcomel o de cualquier otra ciudad de Kindra, cuyo objetivo era presentarse delante de la agasajada de la noche.
— Señorita Sparks, ¡Un placer! Mi nombre es Marcelo Prado. Me gustaría conocerla y saber cómo es usted, es decir, sin ningún compromiso, sólo que como vi su notable belleza, no quise dejarla pasar.
Desde que Kiara vio que un hombre joven y buen mozo, y aparentemente acaudalado, se acercó rápidamente, ya que sabía lo ácida que podría ser su hija, sobre todo porque era aparente su fastidio.
— Disculpe, señor Prado... — Empezó Thianya su elocución.
— Sea lo que usted quiera, señor, mi hija aceptará con gusto. Ella no es muy dada a estar entre los de alta sociedad aquí en Carcomel, pero me supongo que para usted eso no significa ningún problema. — Intervino la madre.
— ¡Oh no! ¡Para nada, señora Sparks! Para mí será más que un placer conocer a su hija. Ella parece una encantadora mujer, sólo que se muestra áspera ante los demás, así encubre su encanto natural.