La Marca de un Desconocido

1081 Words
A pesar de que ella no sabía quién era ese hombre, Thianya se quedó pues realmente la curiosidad le había ganado. La cena empezó de lo más tranquila, aunque la dama estaba un tanto temerosa, no obstante estaba a la expectativa de lo que pudiera decir aquel caballero, y encima no dejaba de preguntarse qué a quien le parecía la voz de ese que le estaba hablando. — Veo que estás más atenta al tono de mi voz que a las ideas que te estoy tratando de transmitir, mujer. — Decía aquel hombre lobo haciendo que Thianya se sonrojara. — Es que realmente su voz me es familiar, caballero. No es que no le haya prestado atención, es que no concadeno lo que habla con la taradez con la que se maneja la persona en la que estoy pensando. Usted es muy elocuente y centrado. — ¡Oh, gracias, querida! Tú también lo eres a pesar de tu juventud. ¿Cuántos años tienes? — Preguntó el caballero enmascarado mirando a Thianya fijamente cruzando ambas manos para sostener su rostro entre los dedos. La chica se sintió intimidada ante la cercanía de ese hombre, pues aunque no veía su riostro, el cual estaba cubierto en una especie de máscara de tela como la seda, que hasta su cabello estaba bajo aquel manto, ella sentía como aquel hombre le desnudaba la piel. Otra cosa que la atraía era que su lado salvaje se sentía más y más atraída a ese hombre frente a ella, que si no fuera porque estaba en público, habría sido capaz de transformarse en licán y de intimar con aquel desconocido allí mismo si hubiera sido necesario. — Sé que tienes deseos de devorarme, mujer, pero apenas si hemos hablado. — Es usted muy engreído, señor enmascarado. — No diga eso, mujer. No lo digo porque sea eso de lo que usted me acusa. Sus ojos la delatan, además ese lado licán suyo me está atrayendo, mujer… Eso es jugar sucio, la verdad. Thianya se encogió de hombros al ver que aquel hombre estaba hablando con ella de manera tan descarada a pesar de que estaba usando palabras rebuscadas, y ella estaba cada vez más dispuesta a estar con ese hombre, que ya de en vez de provocarle una curiosidad temerosa, ahora estaba deseosa de intimar con él y perder la vergüenza. — Si nos involucramos esta noche, no me voy a quitar la máscara, pero tampoco te voy a dejar ninguno de mis medios de contacto, de forma que si nos quisiéramos volver a ver, definitivamente tendremos una nueva oportunidad, así que aprovéchate de cada centímetro de mí, mujer, como yo pienso hacerlo contigo. Thianya no volvió a hablar más. Estaba tan urgida de ese hombre, como nunca lo había estado de alguien más, que sencillamente ella fue la que quería tomar la iniciativa y llevar de la mano al hombre enmascarado, mas éste no se lo permitió. Ellos se trasladaron a un hotel de lujo en la ciudad de Carcomel. Se habían ido a la suite más lujosa de aquel edificio hotelero, aunque a Thianya le llamó la atención que no usaron de los protocolos de inscripción que se suelen usar en el registro en el lobby de un cliente. Salieron del parqueadero en el sótano. El enmascarado llevó a Thianya por un brazo, ésta de gancho, y sin cuestionar entró con él a un ascensor sin preguntarse si era seguro andar con ese hombre, pero era como si su loba interior estuviera tomando el control de todo lo que pasaba y hasta de lo que ella pensaba. — Antes de desnudarnos mujer, debo decirte que no me gusta ver a la hembra con la que voy a tener intimidad, así que apaga las luces, eso si quieres estar conmigo. — Demandó el enmascarado. — Sus deseos son órdenes, señor. Tal y como fue la exigencia de él, la dama accedió sin mucho qué decir o refutar. Era la primera vez que Thianya Sparks accedía a las pretensiones de un hombre sin llevarle la contraria, algo que al enmascarado le había gustado, por lo que terminó convirtiendo a esa mujer en su esclava, apenas notándose en la penumbra. Thianya disfrutó cada momento en que aquel hombre la sometió, más de lo que ella quisiera admitirlo en su vida, pero por supuesto hubo un momento en el que ese hombre le dio carta blanca a la mujer para que hiciera despliegue de sus destrezas, los cuales ella aprovechó al máximo, al punto de quererle quitar la máscara al hombre. Sin embargo, lo único que el enmascarado nunca le permitió a la fémina fue el despojarlo de su cobertura facial, lo que hizo que esa mujer desplegara una guerra de intereses, algo con lo que aquel hombre la disfrutó aun más. Ya eran más de las cuatro de la madrugada cuando ellos decidieron terminar su velada. Cada quien se fue a sus residencias sin darse ni las buenas noches. Thianya llegó a su habitación, se dio un baño tibio y se fue a la cama. A la mañana siguiente se levantó con la sensación de que un camión le había pasado por encima, pues cada centímetro de su cuerpo adolecía. Pero lo que más le llamó la atención era que en un momento que se había pasado la mano por el cuello, producto de un fuerte escozor, vio que tenía la marca de dos colmillos. Inmediatamente ella se revisó el cuello minuciosamente, y al darse cuenta que había sido marcada, decidió ir al hotel a averiguar lo que había pasado durante aquella madrugada, aunque tenía en contra que no sabía nada sobre el hombre enmascarado. Tampoco podía llevarse a Orestes o a Esteban con ella, esto para no levantar sospechas. No obstante estaba desesperada, ya que no había manera de averiguar sobre ese suceso, salvo que pidiera la revisión de las cámaras de seguridad de ese pasillo en particular. . Lo siento, señorita, de ese pasillo en particular no tenemos cámaras de seguridad instaladas allí, esto a disposición del dueño del hotel. La rabia que sintió la señorita Sparks fue tan grande, que lo único que atinó a pensar fue en adentrarse al bosque de Carcomel, transformarse en licán, y corretear, esto a plenas horas de la tarde. >> Esto te va a doler más que a mí, maldito enmascarado. << Resabiaba una y otra vez Thianya en su mente mientras corría sin control de un lado al otro.
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