Veinticuatro Horas Después

1823 Words
El encuentro entre Jake y Thianya había culminado, y fue tan fría la despedida que siquiera se dijeron adiós, el sólo se limitó a pasarle una tarjeta con sus datos personales, ella apuntó su número en un pedazo de papel, mismo que el hombre guardó en un compartimento de su cartera de bolsillo de muy buena calidad, luego la dama fue escoltada por él mismo hasta el ascensor pero no se quedó en el aparato después de que se adentró en él para punchar los botones para llevar a la hembra a su destino, el primer piso. Las recepcionistas que estaban de turno no dejaron de murmurar desde que vieron salir del ascensor a Thianya, una porque nunca se había visto salir del piso en el que solía hospedarse el joven CEO del Masters Hotel y Casino, además la esencia de él la delataba. Sin embargo, Thianya Sparks caminaba con garbo y elegancia ante las miradas morbosas que se preguntaban quién era esa fémina que andaba como gran dueña y señora de aquellas instalaciones. — ¡Señor Masters! Un placer saludarlo en esta noche. ¿Le preparamos el salón VIP del restaurante After the Moon, como siempre? — Habló en un tono relativamente alto la recepcionista que recibió a Jake con la intención de llamar la atención de la dama que salía caminando de aquel lobby. — No, querida, no… Tengo otros planes en agenda esta noche, pero apártame la fecha de mañana con el menú de siempre, por favor. — Ordenó el dueño del hotel amablemente. La mujer que querían poner en evidencia siguió caminando a pasos elegantes, se dirigió hasta donde estaban esperándola su amiga y sus guardaespaldas, y se dirigió a la salida sin siquiera inmutarse, algo que sorprendió a la recepcionista que le servía de alcahuete a Jake y que lo hizo airarse. — Gina, ¿Podría venir conmigo un momento, por favor? Sin hacerlo esperar, Gina, la recepcionista favorita de Jake Masters, se paró de su asiento para no hacer esperar a su jefe. — Señorita Sparks, ¿Está bien? ¿No le pasó nada? ¿Debemos mandar a matar a ese mal nacido? — Preguntaba Orestes, el más sobreprotector de sus guardaespaldas. — No pierdas tu tiempo con alguien tan insignificante, Orestes. Ese tipo es sólo un ave de paso, no tendremos la desdicha de topetarnos nuevamente con él. Y aún si pasara, no es viento que despeine mi pelaje, corazón. Renata, Esteban, vamos a otro casino de la zona a gastar lo que ganamos ayer aquí. — Ordenó Thianya como si para ella fuera normal andar varios días fuera de su casa. — ¿Quiere que siga todos los pasos de esa mujer, señor? — Eso fue lo que te pedí ahora mismo, mujer… — ¿Por qué es ella tan importante? Usted nunca había exhibido sus conquistas, y mucho menos con tan acentuada su esencia, señor. ¡No me diga que también la marcó, señor! — Deja de decir estupideces, Gina. Aún no he encontrado a la mujer que me ate a ella, y no pienso encontrarla. Para mí esa tipa es sólo una conquista más, y si la impregné de mi esencia es para que nadie ose tocarla, no hasta que me canse de ella. — Aseguró Jake. Gina volvió nuevamente a su puesto de trabajo, y como si fuera un código no escrito, la recepcionista jamás tocó el tema con su compañera de labores ni el de la dama ni el de su jefe, poniéndose ambas en sus quehaceres elementales. Thianya no volvió a mencionar el tema con ninguno de sus acompañantes, ni siquiera cuando Renata se lo refirió someramente, por lo que Orestes y Esteban entendieron que el tema se daba por cerrado, y más bien se fueron a visitar otros casinos de la zona costera de Frenchiel, pero no quiso socializar con ningún hombre allí por más que le gustara más allá de un trago. Los guardaespaldas no quisieron tocar el tema tampoco, pero conocían a su jefe inmediata y sabían su manera de comportarse, uno que cambió drásticamente de la noche a la mañana, mas sólo les quedó comentarlo entre ellos, mientras las chicas se divertían a su manera. Por otro lado, Jake estaba haciendo otra de sus terapias de relajación, como prefería llamarle a sus encuentros íntimos, pero no estaba al cien por ciento como solía estarlo en otras ocasiones con su amante de turno, por lo que la despidió luego de dos sesiones, que aunque ésta quiso persuadirlo, él no se dejó. >> ¿Por qué justamente a mi casino tuviste que venir a parar, maldita Thianya Sparks? Tú eres parte de una familia de la cual debo vengarme… << Se recriminaba Jake al mismo tiempo que su lobo interior emergió exigiendo a la hembra que había mencionado aquel hombre. La rabia invadió los sentidos de Jake, porque no podía sacarse a Thianya de la cabeza. Él no podía funcionar en la intimidad con regularidad, y lo que lo llevaba al borde era que él la había amenazado de que no podría estar con otro hombre sin pensar en la forma en como ellos habrían interactuado, pero el que quedó impregnado había sido él. Thianay, no obstante, tenía marcada la manera en la que aquel hombre con el que nunca había estado, la trató, incluso pensaba una y otra vez que él había llevado el ritmo de la noche tal y como ella dictaba; si lo quería suave, él respondía de esa manera, si lo quería violento, él complacía a la dama en su exigencia. Tales fueron los embates en momentos que ella por poco y adoptaba su versión licán, pero él se dio cuenta de lo que estaría por pasar al ver sus ojos fúricamente dorados, por lo que la tomó por el cuello para que no lograra su cometido, por decir lo menos. — ¡Thianya! — Chasqueaba Renata los dedos frente al rostro de su amiga para llamar su atención. — ¿Qué fue, Renata? Tú si fastidias, ¡Uich! — Te estoy poniendo alerta para que sepas que tienes a un tipo que no te despega los ojos de encima, aunque aproveché que no está en el salón para prevenirte. — ¿Y a mí que me importa? — Respondió Thianya encogiéndose de hombros. — Esa no es la típica respuesta de Thianya Sparks, que es capaz de estar con quien quisiera, o de estar con varios durante una noche. No me digas que ese hombre te dejó exhausta, amiga. — Indagaba Renata mientras se paraba frente a la aludida poniendo sus brazos en la cintura a modo de jarra. — ¡No seas exagerada, Renata! Yo lo que quiero es irme a descansar. Mañana temprano debemos volver a Carcomel, recuerda que el domingo es la graduación del pesado de Anthony de la universidad, y no quiero oírlo cantaleteando que lo planté ante la sociedad nuevamente. — Farfullaba Thianya con voz de bufón. — Sí, no me acordaba… — Recordó Renata mientras rodaba los ojos, pues debía que todo era un pretexto de Thianya. De repente las chicas fueron interrumpidas, al punto que se sobresaltaron ambas en sus asientos. Había arribado a ellas un hombre alto, pelirrojo, con ojos azules y una esencia de especias, mientras tanto él olfateaba con cierta diligencia a Thianya. — Al parecer has estado recientemente con un hombre que te marcó sólo con su esencia, pero no eres su hembra… ¡Voy a estar contigo! — Demandó el pelirrojo con suma arrogancia. — ¿Y qué tal si yo no quiero? — Respondió Thianya con altivez. — Sabré esperar a que te decidas, loba rabiosa, pero estarás conmigo, te guste o no. En respuesta, Thianya se fue con aquel hombre dejando a su amiga sola, que luego de media hora se terminó yendo con otro licán muy guapo al que no pudo resistírsele. Thianya tuvo otro encuentro íntimo, esta vez con el pelirrojo, pero no podía evitar que sus pensamientos la traicionaran pensando en los brazos de tez blanca y vellos intensamente oscuros de Jake apretándola contra su fornido pecho, luchando salvajemente para soltarse de su agarre, aunque no era que estuviera mal atendida, no se sentía igual con este otro hombre. — ¿Ya te vas tan temprano, mujer? Si apenas son las tres de la mañana. — Reponía el pelirrojo recostado de lado en la cama en la cual yacía viendo a Thianya ponerse su ropa. — Ya es sábado y debo ir a casa, así que extráñame, porque no pienso volver a verte. — Vas a volver a verme, loba revoltosa… Quieres vengarte del patán de Masters por haberte ganado en el partido de póker y encima sacarte de su casino. — ¿Cómo sabes esos datos, estúpido? — Estaba ahí la noche en la que él te ganó, y debo decir que jugó limpio, a pesar de que es mi rival en los negocios. También debo agregar que tiene buen gusto con las mujeres, sólo que esta vez voy a competir por la que tengo frente a mí. Thianya se sintió ofendida por lo que le había dicho este tipo de manera tan petulante. — No tienes por qué competir con el abusivo de Masters, primero porque no soy su hembra o algo parecido, y segundo, no soy trofeo de nadie, y me acuesto con quien y cuando se me pegue la gana. Y para tu información, no me gustas en la cama, rojito. El pelirrojo se enardeció por el comentario que había hecho la mujer que tenía en frente, por lo que fue y le sostuvo el rostro en el área de la boca con brusquedad, la besó y la arrojó a la cama, destrozando su vestimenta. — ¡Espera, bestia salvaje! Aquí la intensidad la impongo yo. — Se impuso Thianya. Thianya se había dado cuenta que su amante de turno no era tan resistente como el primero que había tenido, por lo que buscó la forma de cansarlo para luego de que quedara dormido, salirse de la habitación apenas vestida, haciendo que Renata le llevara una muda de ropa de la que solía tener de repuesto en el auto en el que andaban. Orestes y esteban habían tenido su diversión por separado con unas tipas que habían conocido ese noche, por lo que los cuatro que andaban de juerga tuvieron sus sesiones íntimas, algo por lo que aquellos dos guardaespaldas hacían lo que fuera por andar con su jefe inmediata. — ¿Qué averiguaste, Gina? — Creo que no le va a gustar, señor. — Desembucha y deja el mareo de una vez por todas. — Instó Jake con una mano mientras revisaba algo en su computadora. — Al parecer la señorita Sparks estuvo anoche compitiendo alcoba con Albert Reeves. — Dijo Gina alejándose unos pasos del frente del escritorio en que estaba sentado su jefe sin apartar la vista de él.
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