Causa y Efecto

1722 Words
Jake estaba siendo un déspota contumaz contra Thianya. El miedo que sentía a estar con su destinada compañera de vida era tal, que se había dedicado a irse de parranda cada fin de semana y los otros días estaba llegando tarde a casa, buscando la manera de no encontrarse con ella en ningún momento del día. Al ver Thianya el modos operandi de Jake, se había dedicado a llegar tarde a la mansión también, pero a veces se quedaba esperando hasta tarde a su supuesto compañero de vida, con la esperanza que él al menos se dignara a tocarla, mas su actitud lo que lograba que ese hombre se fuera con otra mujer, haciéndola sufrir por el vínculo que compartían. — No puedo estar con Thianya, Dalmara. Ella me intimida, créeme… — Se excusaba el muy cobarde de Jake. Escuchar la escusa barata de Jake fue tan irritante para aquella fémina que soltó una carcajada en su oficina que resonó en todo el pasillo, seguido de un estruendo que nadie en aquel piso pudo definir de qué se trataba. — ¡Nunca creí que el miedo a querer te hiciera tan pendejo, Masters! — Espetó Dalmara después de transformarse en su estado humano una vez le propinó el zarpazo tan deseado que ella le había prometido a su antiguo amigo con derechos. — Ojalá el golpe que acabo de recibir me hiciera recapacitar, Dalmi. — Dijo aquel hombre mientras se limpiaba la sangre que le brotaba de la boca. — ¡A mí no me llames Dalmi, bestia cavernícola! Dejaste de salir con la mayoría de tus supuestas amantes, te hiciste casi célibe cuando conociste a Thianya, hasta te arriesgaste a exponerte ante la familia Sparks y todo el clan del cual pertenecían los Masters una vez aquí en Carcomel, prácticamente sin un plan de ejecución, a riesgo de que los asesinaran por romper el convenio de exilio, todo por evitar que te alejaran de tu compañera de vida, Jake. Y ahora me sales con la pendejada que no puedes ni siquiera levantar delante de ella. ¡Ja, ja, ja! Deja de hacer esos chistes, no te quedan, “Liam Strong”. Dalmara Uziel tenía sobrado interés de destruir a la familia Sparks; Thianya le había quitado a uno de los hombres con los que mejor se había llevado en su vida íntima, además de que Gilbert había jugado con sus sentimientos, pero éste sólo buscaba de ella que fuera una hembra de altos genes, pero ella era gamma, por lo tanto el mayor de aquella familia la desechó ipso facto. No obstante, ver la manera tan infame en la que se estaba comportando el hombre que se había convertido en su mejor amigo le estaba llevando a una rabia exponencial cada vez que hablaban del tema. Otro que estaba molesto era Josh Porter, una que gracias a la actitud de su mejor amigo y futuro alfa líder del clan Pieles de Plata, él no había podido acercarse a Renata, su hembra, por lo que tampoco había podido marcarla, algo que estaba volviendo loco al lobo interior de aquel beta, tratando de lidiar con su dolor a través de la organización del caso que debían presentar ante el consejo de Kindra para exponer su posición los defensores de los Masters. Un día cualquiera de la semana, después de mucho trabajo, Thianya y Renata estaban desesperadas por salir a tomarse aunque fuera un trago, pero Jake tenía tan vigilada a su hembra que ella no podía dar un paso sin primero comunicárselo a su nuevo guardaespaldas, quien estaba pendiente de todo lo que hacía la dama y su amiga. — ¡Con un cara-jo, Reni! No sólo a Clide le dio con salir de viaje ahora, sino que tengo que reportar cada pasito, aun el más mínimo. — Remilgaba la señorita Sparks. — Sí… Clide era el señuelo perfecto para irnos aun fuera ahí a la terracita a la que solíamos ir aquí en la ciudad, pero ya ni eso, Thia. ¿De veras, hasta cuándo vas a aguantar a ese pedante, cobarde, malcriado y mal nacido de Masters, mujer? — Cuestionaba Renata con notoria ansiedad. En lo que ellas estaban discutiendo, un hombre de apariencia elegante e imponente, uno que en mucho se les pareció a Jake en un momento, se acercó al dúo de amigas y les pidió que se aproximaran a la yipeta que maneja. — Suban ahora y no pregunten, mujeres. — Se escuchó la voz de una mujer que demandaba la entrada de las que se acercaron a curiosear. Acto seguido Thianya y Renata obedecieron. Era tanta la necesidad que tenían de escapar de su rutina, que no pensaron en ningún momento si se trataba de alguna estratagema para hacerles daño o simplemente gastarles una broma. — ¿En serio, Thia? Es le perra de la vez del evento ese, la dichosa relacionista pública con aires de gran señora que nos impuso esperar a los estúpidos esos. ¡Detén el auto, niña! — Demandó Renata, quien casi abría la puerta de su lado para lanzarse si era posible del vehículo en movimiento. — No pienso pedirle a mi chofer que se detenga, y si te lanzas con este vehículo a la velocidad que vas, Renata, ¿Cómo voy a justificarle a Josh que tuviste que curarte de un intento por matarte? O peor, ¿Cómo justifico tu muerte en caso que te desnuques? Sé buena y préstame atención. Estoy haciendo un acto de caridad en favor de tu amiga, así que colabora, ¿Quieres? Dalmara era bastante convincente cuando lo quería, que aunque Renata estuvo renuente, al ver que Thianya estaba dispuesta a prestarle atención a aquella mujer, se relajó un poco. — Thianya, sé que no hemos comenzado muestra relación con buen pie, pero tampoco eres una maldita como creí desde que te conocí. — Expresaba Dalmara, haciendo que la aludida la mirara con desdén. — Aprovecha que te quiero ayudar, y de paso darle un escarmiento al patán de tu compañero de vida, que me tiene podrida con el trato que te está dando. A Thianya le dio mucha vergüenza saber que alguien estaba consciente de la situación personal que estaba viviendo con su compañero de vida. — ¿Qué saber de lo que está pasando entre Jake y yo? — No sé con detalle lo que sucede, pero a mí es que me llaman cada vez que ese perro se emborracha, y me imagino que no está pasando las noches contigo, ¡Es más! Conociéndolo, debe estar huyendo de ti, el muy cobarde. Thianya no dijo ni media palabra, pero su cara se tornó tan carmesí que no había necesidad de afirmar o negar nada de lo que se le estaba interpretando en ese momento. Sin embargo, ni ella ni Renata se habían percatado que aquella mujer las estaba llevando a un apartamento muy exclusivo y privado. — ¡Vengan conmigo, niñas! — Demandó Dalmara. — ¿Por qué debemos obedecerte, mujer? — Preguntó Thianya con mala cara y los brazos cruzados. — Eres una hembra que estás necesitada del afecto de tu macho, y si eres como yo, querrás vengarte de todos los desplantes a los que te ha sometido en estas últimas semanas, amiga. Así que aprovéchame, no tengo estos arranques de benevolencia todos los días, y menos por alguien como tú. También trae a tu arete contigo. Dalmara las llevó al elevador de un edificio que estaba provisto de varios pisos, llegando a un pent-house, en el cual había unos catálogos de unos hombres en su mejor versión esperando en la mesa de centro de un juego de muebles blanco en medio de un amplio salón. — Escoge al que más te guste, o a los que más te gusten, es mi regalo de despedida de soltera, cariño. Viendo cómo vas, tendrás días de muchas necesidades en la alcoba, al menos que uses juguetes para entretener al lobito que tendrás por marido. Lo mismo va para ti, Pierce, ya que como saben, la luna de vino está próxima, y deben hacer lo que les pidan sus futuros esposos, todo por la formalidad sobre todo. ¡Pero ya dejémonos de tanto parloteo! De mi parte, me voy a divertir un poco, pero necesito que escojan sus víctimas, no quiero exponerlas, además a ustedes les gusta pavonearse por esos antros que visitan, igual yo, aunque yo también uso de estos servicios. No se preocupen, son especímenes de buena calidad, muy exclusivos y de poca exhibición, para clientes premium como yo. Renata todavía lo estaba pensando cuando Thianya ya estaba escogiendo entre cinco finalistas a ver a quien coronaba, y como era de esperarse, también la otra se terminó uniendo al festín. Dos habían sido los escogidos por Thianya, los cuales fueron citados a horas diferentes por petición de la cliente de aquella casa de acompañantes, cuyas clausulas entre otras era que no se repetía a la mujer con la que se salía más de una vez, algo que a la señorita Sparks le encantó. Aquella mujer tenía tanto sin acción, que se le olvidó por completo que tenía compañero de vida de manera oficial, por lo que tuvo varias sesiones aquella tarde noche, y durante toda la madrugada. Al día siguiente, tanto Thianya, como Renata y Dalmara salieron de sus habitaciones como si no habían estado con nadie. Sólo Boltimor estaba con ellas en aquel gran apartamento, aunque la tensión entre la dueña del pent-house y del sirviente se notaba. — Ya nos vamos, Dalmara. Gracias por tus atenciones, lo tendré en cuenta. — Expresó Thianya después que había tomado el desayuno. — No me menciones delante de Masters, niña, a ninguna de las tres nos conviene. Seguimos siendo las perras enemigas delante del público. — Sentenció Dalmara. — Dalmara… — Decía Thianya mirando con disimulo hacia donde debía estar Boltimor, — No hagas lo que hice yo, que por estar de idiota dejé que se me escapara el mejor hombre que había conocido en mi vida, y ahora mira mi situación. No es una imposición, es sólo un consejo de una perra a otra perra. — Concluyó aquella mujer atendiendo a la expresión facial que ofreció la anfitriona, luego ella y su amiga de fueron a la mansión en la que residían.
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