Carga Innecesaria

1037 Words
Nana se había asustado a un grado tal, que se llevó la mano al pecho por el sobresalto; pensaba que escupiría el corazón por la boca al saber que había sido escuchada por aquel hombre que a leguas hacía sufrir a su niña. — Señora Rocher, entiendo perfectamente que quiera que su hijo y mi compañera de vida estuvieran juntos, de hecho, sería menos doloroso para usted si su muchacho se hubiera quedado al lado suyo, pero lamentablemente las cosas no salen como se quieren, y lo más triste de todo esto es que Thianya es mi compañera de vida, justamente la hija del peor enemigo de mi familia. ¿Ha pensado cómo me siento yo ante toda esta situación? — Se involucró Jake en la conversación que hacía un momento Nana sostenía consigo misma. — Pero si no le gusta estar bajo estas condiciones, señor Masters, ¿Por qué se obliga a sí mismo a estar con una mujer que no quiere, que incluso pareciera que la desprecia? — Preguntó Nana con toda la sinceridad que la caracterizaba. — Porque tengo un compromiso social, señora Rocher, tengo que cumplir como un compañero de vida que soy de la señorita Sparks, a la que pronto haré la señora Masters y luna del clan Pieles de Plata. A Nana todo lo que escuchaba era orgullo por aquí y orgullo por allá. Ella creía que había escuchado el más alto nivel de soberbia en su vida gracias a Kirah Sparks, pero en ese momento había caído en cuenta que le faltaba conocer a alguien como Jake Masters. — Con el debido respeto, señor Masters, en mi opinión, si no quiere a mí niña, y todo lo que está haciendo es bajo la influencia de algún compromiso social o por venganza contra alguien que no le ha hecho ningún daño, usted debería dejarla ir. Ella no es la persona más dócil que conozco, pero tampoco es una mujer tan insensible como ha querido aparentar ante los demás siempre. El día que ella decida que lo va a sacar de su vida, le dará una patada que ni siquiera usted va a saber cómo sucedió. — Es muy fácil decirlo, señora Rocher, pero dentro de mí hay algo que me mantiene atado a la idea de que Thianya Sparks debe estar a mí lado. — Impuso Jake. — ¿Para qué, señor Master? Piense en usted por un momento. ¿Le parece agradable y atento con usted mismo, estar con alguien a la que no quiere y que al parecer sólo lo hará sufrir por capricho? — Le decía la vieja señora a Jake tratando de persuadirlo de seguir con lo que se había propuesto como la gran hazaña. — Quisiera que Thianya aprenda a quererme algún día, señora Rocher. — Confesó aquel hombre cabizbajo. — Con esa actitud suya, señor Masters, lo que va a conseguir es que se manifieste la peor versión de mi niña. — Comentó Nana, suspiró suave pero sonoramente, y luego continuó su elocución. — No es porque Orestes es mi hijo que hablaré de él a su favor, pero pocos hombres han visto el valor de mi niña en su justa dimensión, mi muchacho fue uno. Otro que lo hizo recientemente fue el caballero este, el empresario Clide Hams. Lo que decía Nana era algo que le produjo rabia a Jake, por lo que se quiso portar grosero con la señora. — ¿Podría decirme cual es el punto, señora Rocher? — Mi niña ha sido muy maltratada emocionalmente; la familia de su madre junto con ella nunca la aceptaron, tampoco lo hicieron sus hermanos, y cuando Kiara quiso acercarse a su hermanita, le dieron una paliza que jamás volvió a acercarse a aquella pequeña. Para colmo, hubo un primo que la trató como si fuera una ramera, que luego que le ofreció su amistad incondicional, éste comenzó a despreciarla como si fuera una perra realenga. Cuando mi hijo quiso brindarle su cariño, ya mi niña estaba demasiado lacerada. — Confesó Nana. — No entiendo el punto, señora Rocher. Lo único que escucho en su discurso es que su hijo debería ser el hombre que debería estar con Thianya. — Expreso Jake con un dejo de resquemor y quiebre en su tono de voz. — No es a eso que me refiero, señor Masters, al punto al que quiero llegar es que usted está maltratando a mi niña como si fuera la mujer que más desprecia en su vida, que si es así, lo más recomendable es que la rechace definitivamente y soporte el dolor del rechazo por los días que tenga durar esa etapa, y luego se den el espacio para que rehagan sus vidas sin tenerse que herir por el resto de sus existencias. — Aconsejó Baba finalmente. A Jake le pareció que lo estuvieran acusando y comparando en vez de recibir el consejo, por lo que tomó su chaqueta; estaba molesto, por lo que estrelló contra el piso el vaso que hubo cogido en algún momento para tomar agua, tomó sus llaves y se fue camino al parqueo, encendió su auto y arrancó por ahí como si lo estuviera persiguiendo la muerte. A medianoche, Thianya se estaba retorciendo del dolor, y aunque ella hubiera querido tomarse un calmante para apaciguar los síntomas, sabía a qué se debía sus malestares. Ella se había negado a tener intimidad con Jake en los días después que Orestes se había marchado, siempre dando como pretexto que estaba en sus días, o que le dolía la cabeza, o cualquier síntoma menor, pero esa noche había sido el colmo para ese hombre, por lo que terminó buscando refugio en las piernas de cualquier loca por ahí. A la mañana siguiente, era tal el dolor de cabeza que tenía Jake, que no se había dado cuenta que estaba en su oficina, y que encima había sido remolcado por Dalmara, a quien llamaron para que fuera a recoger a ese hombre que estaba como un cuerpo sin alma bebiendo la muerte de la mujer que más amaba. — Si te quejas del comportamiento de Thianya delante de mí, te daré el zarpazo de tu vida, Jake. — Amenazó aquella mujer.
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