El Día de la Despedida

1233 Words
Ya con uno era demasiado, dos era el colmo de los males. Ni Thianya lo iba a admitir, ya que ella sólo pensaba que quería vengarse de su compañero de vida por ser un cobarde que la dejó a merced de sus sentimientos, huyendo de lo que sentía por ella, aunque estar entre sus brazos la hacía olvidarse de cualquier disparate que hubo pensado previamente. Él, que no quería reconocer que con esa hembra sería capaz de repoblar la ciudad de Carcomel y esparcir el apellido Masters. Estuvieron desde empezada la tarde hasta altas horas de la noche recorriendo toda la nueva habitación que había remodelado Jake para estar con su hembra. Apenas si pausaban para ir a refrescarse a los dos baños que ahora tenía Thianya disponible, y porque el hambre era inminente, bajaron a cenar al comedor, donde esta vez estaba toda la familia Masters reunida, lo mismo que Josh y Renata, esta última sintiéndose más que una extraña entre esa gente. Al igual que su amiga, Thianya se sentía observada cual bicho raro, tanto por el señor Masters como por la señora, lo que la hizo pedir un permiso para ausentarse de la mesa y salir de la mano con Renata como si fueran dos niñas huyendo de un grupito de compañeritos de la clase párvulo, ausentándose así aquellas dos de la cena con su nueva familia. — Realmente me siento incómoda delante de la familia de mi supuesto compañero de vida, Reni. — Ni que lo digas, Thia. Josh no me ha dejado tranquila con eso del tema de que somos compañeros de vida, y que si mi papá cae por su crimen, eso no tiene que ver conmigo, pero no me siento muy a gusto con ver cómo castigan a Bret y yo como si nada, no, Thia. — Muy en el fondo de mi corazón deseo que eso no sea verdad, Reni… A todo esto, Nana, ¿Y Orestes? Papá los despidió a él y a Esteban, pero me imagino que como él ya no está, los muchachos no se fueron, ¿O sí? Nana estaba escuchando a su niña Thianya hablando al mismo tiempo que estaba llorando desde el instante que escuchó el nombre de su hijo. — Nana, ¿Qué pasa? ¿Dije algo fuera de lugar? — Se paró Thianya de su asiento ´para ir a abrazar a su nana. — No pasa nada, mi niña, sólo es que mi muchacho decidió irse a nuestro pueblo, y saber lo lejos que eso queda de aquí. No se ha ido y ya lo estoy extrañando. Desde que Thianya escuchó a Nana, salió inmediatamente a la habitación que tenía Orestes allí en la mansión, una que compartía con Esteban, pero sólo encontró a su otro ex guardaespaldas. — Acaba de irse, futura luna Masters, así que ni se moleste en buscarlo o tan siguiera en llamarlo, desde el día que su padre lo despidió, él ya estaba resuelto en irse de esta mansión. — Le avisó Esteban a Thianya. Thianya quedó en shock cuando escuchó aquellas palabras. No sabía si molestarse por el mote que Esteban le había puesto o porque Orestes se había ido sin siquiera despedirse de ella, o aun peor, irse sin que ella lo hubiera despedido como tal de su empleo de siempre. Orestes fue el primer hombre con el que Thianya había intimado. Él se había comportado como todo un caballero con ella, a pesar de ser la primera vez para ambos, pero había sido tan dulce que ella no quería quebrar a alguien al que consideraba un buen muchacho. — No soy la mujer con la que debes estar, Orestes…. — Eso es porque soy pobre, o porque mi madre es tu nana, es seguramente por eso, Thianya. — ¡No digas eso, Orestes! No soy así de interesada. ¡Ojala yo que Nana me dure toda la vida! Es que… No siento nada bueno por ningún hombre, y tú no eres la clase de patán con los que he estado acostumbrada a lidiar, y no quiero que eso cambie, eres todo lo opuesto a lo que siempre he creído de los hombres, Ori… — Lamentaba profundamente la señorita Sparks. — Y no quieres que tu pensamiento hacia mí cambie… — Soltó aquel hombre un suspiro quebrado mientras ella negaba con la cabeza. — ¿Y qué va a pasar el día que encentres al hombre con el que quieras formar una vida con él, o peor aún, tu compañero de vida? No me quedaré viendo cómo se destrozan ambos en su relación, Thianya... No me quedaré viendo como desquebrajas día por día… Llegado ese momento, me voy a ir lejos de ti… — Orestes le prometió a su primera vez que tal cosa haría, dándole un beso intenso y profundo, y con eso selló sus palabras. Después de eso, Orestes y Thianya nunca más volvieron a estar juntos, y eso fue algo que de sus bocas no salió. Cada uno salía a sus andanzas luego de llegar a cualquier parte al que tuvieran ruta pautada, y hacía de su vida lo que le pegaba la gana. — Esteban, una cosita: ¿El señor Masters y Orestes hablaron alguna cosa esta mañana? — Sí, señorita. — Contestó éste tan cortante como siempre. Jake ya venía sospechando que entre su hembra y uno de sus guardaespaldas de confianza había algo, o huno, y quería darse, por lo que desde que Thianya salió aquella mañana, llamó a Esteban y Orestes por separado. Cuando Esteban salió de la oficina de la ahora mansión Masters, estaba con los ojos dorados de la rabia, pero entendía que pasara lo que pasara, debía apoyar a Thianya, y como pudo evitó todo contacto visual con su colega, haciéndolo pasar después de él a la habitación que acababa de abandonar. — Dígame, señor Masters. — Habló Orestes manteniéndose en pie ante el escritorio con los brazos cruzados a la altura del abdomen y con una expresión estoica. — ¿Cuál es por fin la relación entre Thianya y tú, Orestes? — Preguntó el rubio cenizo al hombre fortachón que tenía al frente sentado sobre el escritorio. — La relación entre la señorita y yo es de corte laboral nada más, señor Masters. — Sabes que no te creo, Orestes. — Desafió Jake a Orestes mirándolo fijamente a los ojos. — Pues si no me crees, Jake, pregúntale a Thianya cuál es nuestra relación, porque ella misma fue la que me puso la barrera. Y como a ella misma le prometí, el día que encontrara al hombre con el que se desgraciaría su vida, entonces yo me iría de su lado, no porque no la quiera, sino porque ella solamente se atará a alguien que entienda que no vale la pena, o al menos eso me hizo entender. Aquellas palabras sonaron más como una sentencia de muerte que una carta de triunfo para Jake Masters, pero no refutó nada porque el hombre con el que conversaba estaba dejando su oficina. Orestes se había ido de la vida de Thianya, algo que le había dejado un dolor en el corazón a esta, por lo que se le quitó el apetito y subió a su habitación ahora compartida, azotando la puerta tan fuerte, que si no fuera porque aquella mansión era lo bastante grande, hubiera retumbado en todo el comedor.
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