Thianya se sintió tan ofendida cuando escuchó las palabras de Jake que lo quiso empujar para hacerlo a un lado y pasar de él, pero éste la sujetó aún más fuerte, por lo que ella decidió no forcejear con aquel hombre a ver si a él se le quitaba el deseo de excitarse ante la imposición por la fuerza.
Viendo Jake que Thianya se había tranquilizado, él se sentó en el sofá con ella sobre sus piernas.
— Vas a hacer lo que yo te diga durante tres días, Thianya, de lo contrario, voy a secuestrarte para que nadie te encuentre por un espacio de un mes hasta que te vuelvas una mujer fiel a mis deseos.
Thianya miró de sopetón a Jake con una expresión divertida; pensaba que aquel tipo estaba bromeando, pero al verlo cara a cara se dio cuenta que estaba hablando muy en serio.
— ¿Por qué carajos debo serte sumisa, fiel, obediente…? Esas palabras ni mi padre las usarías conmigo.
— Podría asegurarte que en la medida que me seas obediente, te podría dejar tranquila. Dependiendo de qué tanto quieres dejar de verme, te comportarás. Si definitivamente quieres que desaparezca de tu vida, sacarás la versión más dócil de ti. Pero si no deseas que me vaya, sencillamente serás esa mujer rebelde que siempre eres conmigo.
— ¿Qué tan dócil debo ser?
— Al punto de ni siquiera poner caras cuando te pida algo, aun lo más absurdo.
Dicho esto, Thianya comprimió una expresión facial de desagrado para sonreírle a Jake. Estaba dispuesta a ser la mujer más dócil que ella tan siquiera conociera de sí misma, ya que no quería topetarse con el señor Masters, no al menos que ella misma se diera cita en Frenchiel, todo con tal de sacarlo de quicio.
Esa noche Thianya quería dormir, por lo que aprovechó que su verdugo la hubo dejado tranquila y desde que se lanzó en la cama, concilió inmediatamente el sueño abrazándose entre las cobijas. No obstante, tuvo que despertarse luego de unos treinta minutos después.
— ¿Por qué justamente ahora, Masters? — Se despertó Thianya agitada.
— Ahora justamente fue que me dio deseo de hacerlo, y sabes que no tienes permiso para exigir u opinar en nada, señorita Sparks. — Impuso Jake, besando a la chica casi al punto de sacarle el aire.
Desde ese instante, Jake tomó ventaja de la señorita Sparks, llevándola al rincón que quería, haciendo todas las poses íntimas que quiso con ella, que por más hubiera querido ella quejarse, más bien lo estaba disfrutando al máximo.
A la mañana siguiente, Thianya estaba tan cansada que no quería levantarse, pero el desayuno la despertó. Ella no se había dado cuenta cuando pidieron servicio a la habitación.
— ¿Qué hora es, Masters? — Preguntó Thianya con voz pastosa.
— No soy tu despertador. Mira por ti misma tu teléfono.
Ella hizo lo que Jake le había sugerido, pero cuando vio el teléfono, no se sorprendió de que fueran las nueve y treinta de la mañana, sino de todas las llamadas perdidas que tenía de Renata, Estaban y Orestes.
>> Hoy me mata la loca esa, y de paso los muchachos llevan mis restos a Carcomel.
— Renata…
— ¡Estúpida! ¿Dónde estás? Fui esta mañana a tu habitación y no te encontré allí. Dejé a un tipo buenísimo plantado anoche por estar pendiente de ti, y mira con lo que me sales. Para colmo cuando le pregunté a los muchachos acerca de tu paradero, ninguno de los dos supo darme razones de ti… ¿Dón-de stás? — Escupía palabras cual metralleta la mejor amiga de Sparks.
— Pierce, oye… Terminé en la cama de otro tipo que no era el que me atendió ayer por la mañana, que por cierto estar con él fue buenísimo… Edgar tiene un toque único, Reni... Pero como te dije, terminé en la habitación de un tarado que ahora resulta que tendré que cuidar durante tres días, ya que se esquinzó un tobillo por estar queriendo hacer proezas en la cama. — Soltó así no más la mentira aquella mujer.
— ¿Y qué le pediste que hiciera, mujer? Te he dicho que no todos los viejos manejan buenos trucos, tarada… — Pausó Renata, y luego suspirar, retomó su elocución. — Si ese es el caso, vaya y atienda a su esquinzado… Nadie la mandó a exponer a su amante de turno a hacer cosas a las que no está acostumbrado, y no es la primera vez que te pasa, Thia. Mira a ver si te controlas, muchacha. — Advirtió su amiga.
— ¿Eres tan férrea que puedes esquinzar a tu amante? ¿Qué es lo que le haces, mujer? Quiero que me hagas lo que le harías a un hombre al punto de llevarlo al doctor. — Pidió Jake de un modo tan sensual que Thianya sintió corrientazos en su cuerpo.
— No necesariamente es verdad, Masters. Eso me ha pasado dos o tres… Quizás cinco o diez veces… O-otras tantas han sido estrategias para evadir a mi amiga, es todo. — Tartamudeaba Thianya para explicarse ante Jake.
Jake estaba entusiasmado con la idea de probar nuevas posturas con Thianya, quería saber que tan riesgoso era estar en la intimidad con aquella hembra.
Tal y como Jake lo pidió, la rutina que consiguió lo llevó al punto del cansancio extremo, aun así estaba lo suficientemente despierto para no dejar que ella se retirara como era el deseo de ella.
— Eres una puta en potencia, y créeme, estoy dispuesto a seguir arriesgándome.