La Hija Rebelde de la Familia Sparks

Reanudación

Renata no dejó que el señor Porter dijera nada más y simplemente le cortó la llamada, oponiéndose a escucharlo nuevamente a pesar que intentó conectar en varios intentos.

En eso, a Thianya le sonó el teléfono, y esta vez la señorita se cercioró de reconocer el número, uno que le pareció bueno tomar, ya que aunque no lo conocía, era diferente a los anteriores. Realmente se arriesgó porque tenía la esperanza de que fuera el copiloto del auto deportivo que le pidió su contacto.

— ¡Aló! ¿Sí? ¿Quién me habla? — Preguntó Thianya con cierto temor en su tono de voz.

— Hola, conductora imprudente… Te habla Diego, el joven que iba en el auto rojo deportivo en el asiento del copiloto. Parece ser que estás en medio de algo o estabas esperando otra llamada. Puedo llamarte más tarde, si deseas.

Thianya reprimió el deseo de chillar mientras que le había señas como loca a Renata para que acudiera hasta donde estaba.

— ¡No, no, Diego! No estoy esperando la llamada de nadie en particular. Lo que pasa es que como no conocía tu número de teléfono, reaccioné a la defensiva, es todo. — Se defendió Thianya rápidamente.

— Sólo llamé para saber cómo estaban tú y tu amiga, ya que la dejamos con un pendiente.

— Nosotras estamos bien, gracias por preguntar. ¿Algo más, Diego? — Preguntó Thianya supuestamente desinteresada.

— No exactamente, eh…

— Thianya, Diego, sólo dime Thianya.

— Bueno, Thianya… Sólo quería saber a qué lugar les gustaría ir a tu amiga y a ti con mi amigo y yo. Según ustedes no les gusta frecuentar lugares de aquí, de Carcomel. Digamos que tengan razón, ya que esta ciudad es un tanto aburrida. Elijan dónde podemos juntarnos para conversar, o algo más… — Expresó Diego y cerró el teléfono sin nada más qué agregar.

Thianya no sabía reaccionar ante la osadía de aquel hombre de cerrarle la llamada sin esperar una respuesta de ella, pero la que no se dio el lujo de quedarse con la duda fue Renata, que inmediatamente tomó la iniciativa de llamar de vuelta al tipo para darle la respuesta que quería, arrebatándole el teléfono a su dueña.

— ¡Ni te atrevas, Pierce! Déjalo que sufra un poco en la espera. Aunque considerando tu condición, hueles como a hembra en tiempo de apareamiento, así que nos tocará aguantarnos, todo por culpa tuya. Me quiero mudar sola, sin familia de ninguna de las partes incluidas. — Refirió Thianya con los brazos cruzados.

Renata estaba muy apurada con la idea de atraer al piloto amigo del tal Diego, y como ella había estado escuchando la conversación cerca del aparato telefónico de su amiga, ya había pensado en un lugar en una ciudad al norte de Carcomel.

No había antro que aquellas dos no conocieran, por lo que pensar en un centro para recreación, u otras actividades más íntimas no era un motivo para cohibirse para ninguna. No obstante, por alguna razón que la señorita Sparks no entendía, su amiga estaba más apresurada que de costumbre de estar con un macho. Por lo general era la primera la que tomaba la iniciativa en aquellos temas de salir con chicos.

— No sé lo que te está ocurriendo hoy, Reni, pero podría decir que desde que conociste a Josh Porter has estado de mal humor. Me atrevería a pensar que quieres salir con aquel tipo para sacarte al arrogante ese de la cabeza, ¡Dime mentirosa si no tengo razón! — Demandó Thianya ganándose un cruce de brazos y un puchero de parte de la aludida.

— Está bien, Thia… Vamos a esperar tres días para darle una respuesta al par de bellezas escultóricas que conocimos hoy. — Pronunció Renata como pequeña remilgosa.

— ¿Ves? Esa es la Renata que ha estado entrenando conmigo todos estos años de juerga. — Abrazaba Thianya a su amiga de manera triunfante.

Tal y como quedaron las dos amigas, esperaron a que pasaran tres días para darle una respuesta a Diego, el copiloto de auto rojo deportivo de hacia dónde se dirigirían para salir a compartir.

En ese intervalo de tiempo las chicas se juntaron con la señora que les estuvo preparando el contrato para la mudanza en su nueva residencia, un apartamento de dos habitaciones, una para cada una, revisando el documento entre ellas para ver que tanto les convenía.

— No vemos ningún problema con el contrato, pero deberemos contactar al abogado para darle nuestra última palabra, ¿Está bien? — Tomó Thianya la palabra.

— Perfecto, señoritas. ¿Para cuándo obtendré respuesta?

— Para mañana a esta misma hora. — Puntualizó Thianya.

Las tres mujeres se despidieron, siendo que quedaron de verse en un restaurante apostado en un centro comercial.

Estaban Thianya y Renata tomando café tranquilamente y planificando unos decorados que querían implementar en unos de los salones VIP en el bar del nuevo hotel que estaba construyendo Clide Hams en Carcomel, cuando sintieron que una presencia poco agradable apareció en escena.

— Señorita Sparks, señorita Pierce… ¡Qué agradable sorpresa el verlas en este establecimiento! El destino ha sido bueno conmigo.

— Pero no la con nosotras. Aunque pensándolo bien, creo que el cielo y la luna conspiraron a nuestro favor, señor Porter, — Recapacitó Renata, quien se tocaba la barbilla con uno de sus dedos índices mirando supuestamente a la nada. — Porque creo que ambas mi compañera de trabajo y yo estamos de acuerdo en que no queremos nada que ver con usted ni el tal señor Strong.

Thianya había afirmado lo que su amiga asintiendo con su cabeza, ya que ellas habían discutido aquel caso en particular justamente sentadas en aquel restaurante tomando su café.

— No tomen una decisión final hasta que no vuelvan a leer esta nueva propuesta de contrato. Si este no les gusta, nos retiraremos sin decir nada más, señoritas.

Thianya tomó la carpeta que contenía unos documentos los cuales debían ser revisados, pero no los tocó más allá de su contenido.

— No le prometemos nada, señor Porter, sólo que espere a que le llamemos para darle una respuesta después que lo revisemos. — Añadió Renata, ya que Thianya estaba atendiendo una llamada en ese preciso instante.

— ¡Vámonos, Renata! — Demandó la señorita Sparks como si fuera la dueña de la voluntad de la aludida, quien la obedeció en el acto.