Era fin semana, por lo que ni las chicas ni los chicos estaban en tema de trabajo, por tanto soltaron los teléfonos celulares para ni siquiera escuchar cuando sonaran sus alarmas.
La primera de las chicas en levantarse fue Thianya, que se despertó a las nueve y cuarenta de la mañana. Había sido una turbulenta para ella, y si hablar de deseos de pararse de la cama era, no las había, pero ya estaba bueno de estar entre las sábanas, al menos ella sola.
Diego ya estaba despierto y había tomado desayuno temprano, algo ligero, avena con un poco de papaya para acentuar su estómago, además sabía que desde que su acompañante se levantara, tendría otra comida a esa hora, y como supuso que ella se despertaría tarde, se arriesgó a esperarla.
Por otro lado, estaba Renata y Lexter, quienes se despertaron tarde; ella más que él, pero había sido por la rutina de la noche anterior, ya que ambos dieron su todo por el todo, y él terminó accediendo a todas, o casi todas, las locuras que la dama había propuesto. Por supuesto se arriesgó por esa ventaja de sanación instantánea que tenía gracias a ser un licán, que de lo contrario, no hubiera aceptado jugar con aquella mujer a los juegos que ella puso en la mesa.
— ¿Qué quieres hacer hoy, Reni? — Preguntó Lexter un poco soñoliento mientras estaba acostado de lado sosteniendo su cabeza con una mano apoyada en su codo contra la cama.
— No sé… — Dijo ella desperezándose y bostezando después de levantar su torso de la cama. — Comer es mi primer plan, luego veremos qué hacer cuando veamos a los demás, ¿Sí?
Lexter accedió a la petición de Renata sin rechistar e inmediatamente él se incorporó para pedir servicio a la habitación mientras que ella iba al baño a darse una ducha.
Una vez las dos parejas que estaban recluidas en sus respectivas habitaciones se sintieron repuestas, salieron de ellas para decidir en que se divertirían ese día, a lo que las chicas propusieron que fueran a las pistas de carreras a ver alguna, si había en cartelera, y si fuera posible, que ellos cuatro corrieran tal cual y como andaban.
Aquella idea les pareció buena, tanto a Diego como a Lexter, por lo que llevaron a las damas junto con ellos al autódromo que estaba allí en la ciudad de Fialder.
Dieron una primera vuelta en la que Lexter le ganó a Diego, luego hubo revancha, y luego ambos hombres se arriesgaron a poner a las chicas a manejar un auto deportivo, obviamente con ellos como copiloto responsable de cada fémina con la que andaba, siendo Thianya la que demostró ser más temeraria al volante.
A cada paso que daban las chicas, estaban los guardaespaldas de la señorita Sparks pendientes de sus movimientos, pero ellos dejaban que ella y su amiga se desarrollaran libremente. Sin embargo, de manera casi insoportable estuvo Jake llamando a Esteban; era como si estuviera nervioso por alguna situación en específico, por lo que en ningún momento le tomó la llamada.
— Oye, Orestes, ¿Sabes si la señorita y este pendejo quedaron en algo? Parece que no da con el teléfono de ella, y por eso anda detrás de mí.
— Seguramente se decidió por ti, Esteban, ya que tú le prestas más atención que la señorita.
Ellos dos solían usar humor n***o para interactuar entre ellos, pero ambos estaban bastante fastidiados con la actitud de ese hombre, al punto que le rogaban al cielo que la señorita Sparks lo mandara a volar lo antes posible.
Entre tanto, Thianya y Renata estaban tan entretenidas con sus nuevos amigos que no se fijaron en ningún momento de la hora, sino cuando los chicos gritaron hambre, dejando el autódromo para ponerse en marcha en busca de un buen restaurante para comer comida picante, que era de lo que todos se pusieron estaban antojados.
Ya habían llegado al restaurante donde servían comida picante, la que quisiera el comensal. Y en lo que ellos esperaban, encendieron sus teléfonos, encontrarse cada quien con sus respectivos pendientes allí.
En el caso de Thianya le había sorprendido que Jake Masters le estuviera llamando. Ella no recordaba cuando ellos habían quedado con algún pendiente, porque ni siquiera Clide y ella, que sí tenían cosas que discutir sobre su nuevo proyecto en Carcomel, se había puesto tan frenético con el tiempo de ella. Sin embargo, a pesar de lo molesta que estaba, decidió no prestarle atención al necio ese y siguió su recorrido por su aparato telefónico.
En aquel artefacto Thianya encontró un mensaje de Josh Porter, el mismo que luego Renata se lo compartió, dando al traste que tenía el mismo contenido, uno en que el señor Strong les hacía saber a las chicas que solicitaba verlas para discutir el contrato que ellas habían reestructurado, y que no estaba de acuerdo con el contenido.
— No tienen por qué contestar mensajes sobre trabajo un día libre, chicas. Aprendan a valorar su tiempo. — Imponía Lexter.
Sobre todo a la chica pelinegra de cabellera rizada le había molestado que le impusieran reglas, pero eso de que no trabajara en día de descanso, sobre todo si no estaba en el mismo, era una de sus formas manejar su tiempo.
Al siguiente día muy temprano, las chicas habían decidido emprender el viaje de vuelta a Carcomel, pero no sin antes divertirse a lo sumo con los que ahora eran sus abogados, los que les aconsejaron que no se dejaran amedrentar por sus contratantes, y que en todo caso los llamaran por si necesitaban alguna consulta jurídica, cosa que las chicas acogieron gustosas.
El segundo día laborable, Thianya Sparks y Renata Pierce habían sido citadas por Josh Porter en lo que parecía ser una oficina en un edificio pequeño, pero muy elegante, el cual le pertenecía al señor Strong. En el mismo estaba el señor Josh Porter esperando a las chicas, quienes llegaron cinco minutos antes de la hora prevista.
— ¡Buenos días! —Saludó la recepcionista con entusiasmo.
— ¡Buenos días, señorita! Por favor, indíquenos donde está ubicada la oficina del señor Josh Porter. — Solicitó Thianya.
— ¡Oh sí! ¿Cómo no? Por favor concédanme una identificación para entregarles sus gafetes de visita, señoritas.
Las chicas tomaron sus identificaciones y se las pasaron a la joven que se las solicitó, dirigiéndolas hasta donde debían ir.
— La señorita Pierce pase al cuarto piso, y la señorita Sparks, pase al quinto. Tomen el ascensor que está aquí al fondo del corredor.
— ¿Y por qué vamos por separado si fuimos citada a la misma hora, señorita?
— No lo sé, señorita Pierce, sólo me indicaron que las pase a esos pisos a cada una de ustedes. — Contestó la recepcionista encogiéndose ligeramente de hombros.
Las chicas esperaron el elevador un tanto temerosas, siendo que cuando lo abordaron, ambas se fijaron códigos de ayuda por si había que socorrer a una o a otra, o si había que llamar a los muchachos.
Thianya había llegado al piso que se le había indicado, que a diferencia del cuarto, este era uno tipo pent-house.
— No me gustan los ajustes que tú, tu amiguita y tus amantes de turno le hicieron a mi contrato. Que por cierto, me hiciste pasar una noche de perros… Muy ramera mi compañerita de vida.
Thianya no estaba entendiendo a qué se debía tanto palabrerío, pero cuando vio el rostro, o mejor dicho, a la persona de donde provenía la voz que le hablaba, definitivamente le dio tremendos deseos de transformarse en licán en ese mismo instante.
— Maldito… ¡Con razón ese contrato tan bajo! ¡Tú, enmascarado cobarde! ¡Te rechazo, escoria de la naturaleza!