Esteban y Orestes estuvieron más que alertas a las chicas desde que vieron la reacción de Thianya aun en sus asientos, pero cuando las vieron volver, se incorporaron y actuaron como si no había pasado nada.
Como ya todos habían terminado su desayuno, y aparentemente Thianya se había recuperado de su súbito malestar, a petición de las chicas buscaron un lugar que no fuera la oficina de los caballeros, pero que tampoco fuera una habitación o sugiriera tal cosa, por lo que apartaron un área céntrica del mismo restaurante del hotel donde ellas estaban hospedadas.
Tanto a Thianya como a Renata les pareció un lugar muy práctico el que habían escogido los chicos, ya que podía acomodarse como una oficina improvisada como un comedor como tal, algo que ambas adoptaron como parte de la propuesta que le harían a Clide Hams. Obviamente debían cerciorarse quién era el dueño de aquel complejo hotelero en la ciudad para no ser acusadas de hacer una copia.
— Entonces, chicas, ¿Cuál será la primera observación para la contraposición de ustedes? — Preguntó Lexter.
— Obviamente no vamos a aceptar que ese tal señor Strong se meta en nuestra vida personal, ¡Ni más faltaba! Simplemente eso ni lo tocaremos, abogado. — Dijo Thianya queriendo sonar profesional, pero le salió más bien de modo infantil, suscitando la sonrisa de los caballeros.
— ¿Qué más debemos quitar? — Preguntó Diego esta vez.
— Por favor, ¡Quita eso de que somos exclusivas mientras estemos trabajando en sus proyectos! Sólo el cielo sabe, y la luna es nuestro testigo, de cuánto tiempo nos tomará estar bajo sus exigencias. Nuestro tiempo es nuestro, y lo administraremos a nuestro antojo, como siempre ha sido. — Impuso Renata.
Los chicos estaban escuchando a sus clientes nuevas, pero al mismo tiempo estaban mirando cómo reaccionaba cada una, ya que ellos tenían otros pendientes después de su reunión de negocios.
Fueron tantas las cosas que Thianya y Renata cambiaron que podría decirse que del contrato original que le habían presentado a Diego y a Lexter, que apenas se mantuvo el nombre del señor Strong. No obstante a esas dos mujeres les importó un pepino ese asunto, ya que ellas querían trabajar sin ser tratadas como objetos, y según lo que parecía estar en aquella documentación era una propuesta de matrimonio esclavista.
— Hemos revisado los detalles de la nueva propuesta de contrato que ustedes expusieron. Sólo falta redactarlo y enviarle un borrador a sus contratantes. Una vez que ellos revisen y den su opinión sobre el mismo, procederemos a firmarlo. — Explicó Lexter.
— ¿Y quién debe redactar finalmente dicha documentación, señores? — Preguntó Thianya.
— Ellos, belleza, ya que son ellos los que están interesados en su experiencia en materia de decoración, que si en caso de no sentirse cómodos con lo estipulado de su parte en cuanto a su propuesta de contrato, sólo deben hacerlo saber y quedará anulada la contratación. — Reveló Diego encogiéndose de hombros como si le restara importancia a la situación.
— ¡Ah! ¡Perfecto! Ahora que ya terminamos de las revisiones y de las firmas de contratos, que recuerda, Reni, debemos llamar a nuestra corredora inmobiliaria, para hacer las entregas formales, — Se dirigía Thianya a su amiga, — Ya estamos libres para salir a cualquier lugar en especial que nos quieran mostrar, o si es a una caminata… No sé… — Mostraba la señorita Sparks poco interés adrede.
— Podemos salir a caminar, eso si les gusta los museos a las damas. — Expresó Lexter.
— ¿Eres de los que les gustan los museos y también correr autos deportivos? — Preguntó Renata sorprendida.
— ¿Qué tiene, lindura? Son diversiones diferentes y con niveles de adrenalina diferentes, pero eso no quita que ambas sean combinables en una sola persona. — Se defendió Lexter.
— Sería interesante hacer ambas cosas entonces, eso si ustedes se atreven. — Desafiaba Thianya a sus anfitriones mirando al macho del que estaba interesada con total descaro.
— Yo propongo lo siguiente: Ya que estamos en modo desafío, ¿Por qué no vamos a las carreras primero? El que gane será el que imponga las reglas después de nuestras carreras, y mañana salimos al museo, algo más tranquilo y sosegado, además es fin de semana, podemos pasarlo bien. ¿Qué dicen?
Thianya y Renata no estaban tan seguras de aceptar, ya que ellas estaban conscientes que las carreras de autos no eran su fuerte, por lo que estaban tratando de persuadir la situación sin verse expuestas.
— Lexter, míralas… Ellas no son de correr autos. — El aludido se echó a reír a carcajadas cuando vio la cara de ambas chicas, denotando su vergüenza.
— Está bien, chicas… No se tienen que morir de la pena. Si gustan, podemos ir al casino del hotel donde están hospedadas, ahí jugamos par de partidas, y el que gane, manda. — Propuso Diego, halando de la cintura a Thianya, quien lo encontró eso muy imponente de parte del macho, pero era algo que la retaba.
— ¡Trato hecho! — Vociferaron ambas chicas al unísono.
Se dirigieron, pues, al área de casinos del hotel que estaban aquellas jóvenes hospedadas. Jugaron cinco manos, tres a dos de blackjack, siendo que por supuesto, las damas les ganaron a los caballeros. Y no fue que ellos les dieron la ventaja en ningún momento, era que ellas no querían cederles el mando en su próximo juego.
Renata estaba ansiosa por ganarle a Lexter, había esperado demasiado desde el día que lo conoció, por lo que era hora de tomar la presea que tanto estaba goloseando, algo que el macho notó pero se mantuvo sereno, todo con tal de imponérsele a la hembra en el momento preciso, aunque más bien él quería apostar al juego de roles.
Sin embargo, Diego y Thianya estaban más sosegados, algo asó como si estuvieran jugando a ver quién era el más ecuánime de los dos, por lo que en ningún momento ella se mostró ansiosa ni él tampoco.
Subieron a las habitaciones, por supuesto, se mantuvo la regla número uno de las muchachas, no se intimidaba con nadie en el dormitorio, por lo que los hombres tuvieron que reservar una habitación cada uno, eso si querían estar con la hembra que conocieron hacía días.