-Ay Dios mío, que susto. - Aparezco silenciosamente en la cocina, Olgita estaba cantando y moviendo algo en la estufa. -Ay tan fea soy. - Le hago pucheros, la abrazo. -Es que pensé que estaba sola. - Ella trata de no hacerme sentir mal. -Huele rico. - Le meto una cuchara al pollo que está haciendo. -Ya veo que te sientes mejor - Me da un trozo de pastel. -Si, pero no recuerdo muy bien todo. - Como un pedazo de mi pastel. -Él estaba muy preocupado, no dejabas de vomitar. -Dios santo, es que me tome dos botellas. - Pongo mi mano en la frente de la pena. -Cuando ya dejaste de vomitar, te dio un baño y te acostó, todo lo hizo el, no quería que te tocaran, te tenía como su trofeo. - Abro más los ojos, cada vez que me decía algo más de anoche. - ¿Estaba tan mal? - Me siento e