Ya no eres tan valiente

1123 Words
Como si entendiese algo de seducción, Marina dejó caer la pequeña prenda, liberando sus pechos ante la atenta mirada de Raúl, apoyó las manos detrás de ella en la tumbona dejándole ver más de lo que él esperaba. —Tenías razón, no es para tanto. —le dijo disimulando la timidez que en realidad sentía. Raúl miró hacía la pequeña que distraída nadaba feliz y se había olvidado de ellos, se acercó un poco más a Marina y puso la mano en su cuello acariciando con la yema del pulgar. —No tienes ni idea de lo que estás despertando. —la avisó sensual mientras bajaba por los hombros y se acercaba al pecho provocando que los pezones se pusieran duros. A Marina ese simple contacto ya la había excitado y no pudo contener un suspiro, justo cuando creía que llegaría donde tanto deseaba paró, acercó su cara tanto que los labios casi se rozaban y le susurró. —Ahora no, está nuestra hija al lado. Se puso de pie y se metió en la piscina para bajar su erección, "¿qué había querido decir con eso?", se preguntó Marina, los volvió a mirar jugar y acabó metiéndose ella en la piscina, después de un buen rato allí, agotados entraron en casa, se dieron una ducha y las invitó a comer por ahí. Después las llevó llevó a un zoo marino donde no solo la niña disfrutó, los mayores observaban cada detalle con entusiasmo, compraron comida para unos días más y cocinaron juntos en la casa, en esos instantes olvidaron el pasado mientras charlaban y reían, Marina y Valentina le contaron anécdotas de cuando su hija era pequeña, él las escuchaba muy atento queriendo saberlo todo. —Ve a acostar a Valentina tú, yo me encargo de recoger lo de la cena.—le propuso Marina. El sonriente y habiendo esperado ese momento durante días lo hizo, cuando bajó Marina estaba fuera disfrutando de la noche y del sonido de las olas, habían prometido a la niña ir a la playa al día siguiente. —Ya está casi dormida. —Tiene que estar agotada. —respondió Marina nerviosa, en ese momento le pareció una casa minúscula, Raúl se sentó a su lado y la miró. —Podemos seguir con lo que empezaste el otro día en la piscina. —le ofreció sensualmente, Marina se enrojeció de nuevo y pensó que ya no tenía ese valor—.¿No te atreves?, cuando nos conocimos eras más valiente y lanzada.— la retó mientras se quitaba la camiseta. Marina suspiró al ver su pecho desnudo, tenía varias cicatrices de lo que supuso eran de bala y navajas, sintió miedo por él y ternura, sin pensarlo se acercó y se colocó encima de él haciendo que se tumbe un poco, acarició con la yema de los dedos las marcas en su piel y después las besó suavemente, subió hasta estar a su altera y poder mirarlo a los ojos, brillaban de deseo, lo que necesitaba para estar segura de que eso no era un error, lo besó despacio mientras la cogía de la nuca y pasó a devorarla, le quitó la camisola con impaciencia dejándola en ropa interior, Marina se movía encima de él volviéndolo loco, le desabrochó el sujetador para quitárselo y tener más libertad para explorarla, cogió sus pechos con las manos y se los metió a la boca provocando gemidos en la garganta de Marina, desesperada por sentirlo se apartó, le quitó los pantalones y los calzoncillos, era una suerte que le gustase andar descalzo o hubiera sido un corte tener que desatar las zapatillas, después de admirarlo unos segundos completamente desnudo y erecto en el sofá, se volvió a acomodar encima de él introduciendo su m*****o dentro de ella. Los movimientos rítmicos y sincronizados los llevaron al cielo, cuando ambos llegaron a la cumbre se quedaron tumbados sintiendo el calor y la respiración que volvía a su constante normal. —Esta es la Marina que yo conocía. —le dijo el sin dejarle muy claro si era algo bueno o malo, no quiso pensar en ello ese momento,solo quería volver a sentir lo que sintió hacía años. Esa noche la pasaron juntos después de volver a hacer el amor, bueno esa noche y todos los días que continuaron, no solo se ganó el cariño de su hija, tambien el de la madre, pero como todo lo bueno tuvo su fin y debían volver a la realidad, donde él vivía solo y tenía un trabajo con riesgos, y ella seguía su rutinaria y feliz vida con la pequeña. —Lo hemos pasado muy bien las dos, gracias. —le dijo ella sonriendo cuando se despidieron en su piso. —No las des, yo también lo he disfrutado mucho, y lo he hecho por mí hija. —le respondió el de una manera fría. Marina notó como su corazón se partía en mil pedazos con su frase, ¿Entonces hacer el amor con ella había sido un mero entretenimiento?, para ella no había sido fácil volver a entregarse a un hombre, desde esa noche no había sido capaz de estar con nadie más. Al día siguiente Raúl fue a su casa a hablar sobre la custodia de la pequeña. —Me gustaría que fuera legal y poder encontrar la manera de decírselo. —Lo sé y te entendiendo, déjame hablar con ella a mi. —le pidió Marina. Aunque estaba resentida por la actitud del día anterior no dejaría que eso le afecte a su hija—.Mañana vuelvo al trabajo, podrías quedarte con ella y empezar a estar vosotros dos solos.— le ofreció con la mejor intención, él asintió, después de hablar de los detalles se marchó. Como habían acordado y muy puntual recogió a la pequeña y Marina se fue a trabajar. —¿Qué te apetece hacer, princesa? —le preguntó sin saber muy bien como distraerla o qué le gustaba. —Mm, no lo sé, ¿vamos al parque? — se le ocurrió a Valentina. Conforme con su idea se dirigieron hacía allí, por el camino charlaron conociéndose, la niña también sentía curiosidad por saber cosas de él, —¿Eres el novio de mi mamá? — preguntó pillando a Raúl desprevenido. —No cariño, solo somos..., buenos amigos.—mintió, una parte de él si quería el pack completo, una mujer, su hija y la vida que había experimentado con ellas, pero la otra le decía que no tenía una vida en la que pudiera encajar todo eso, su trabajo era la prioridad. —Entonces, ¿eres mi papá? —Raúl la miró con dulzura, Marina lo iba a matar , esa niña era muy lista.
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