Sé mi amante

1061 Words
—¿Por qué preguntas eso? —quiso saber Raúl, Valentina distraída con todo y nada, algo común de los niños, lo miró un momento. —Porque mi mamá no ha traído nunca amigos a casa, y a ti te deja...— hizo una pausa al ver pasar una mariposa—.Y me llamas princesa, nadie me llama así. —le contestó muy segura—.¿Eres mi papá? —volvió a preguntar. Raúl pensó que realmente la lógica infantil era extraordinaria. —Si, soy tu papá, pero no lo supe hasta el día del accidente. —confesó dulcemente esperando que no lo odiara. —Lo sé, os escuché hablando.— respondió avispada. Raúl se dió cuenta que mientras dibujaba en el hospital tenía la oreja muy pegada, sonrió orgulloso de su hija, le gustó que fuera tan inteligente y prestara atención a su entorno. —¿Te gusta que yo sea tu padre? —preguntó curioso deseando con todo su corazón que el la quisiera tanto como él ya la quería a ella. —Si, eres muy divertido y juegas conmigo. —le contestó mientras su mirada seguía a la mariposa que volaba alejándose. Satisfecho con su respuesta siguieron el día como padre e hija, ya vería como le daba la noticia a Marina, se había quitado un peso enorme de encima y Valentina ya sabía la verdad. Llegó a la hora acordada a casa de Marina, dejó a la niña y volvió a su trabajo, ese día había sido realmente especial, pensó que cuando saliera por la noche iría a hablar con ella con calma, mientras la pequeña dormía. Marina recogía en casa según Valentina le contaba su magnífica tarde, sonrió complacida porque se lo hubiese pasado tan bien. —Mi papá me ha dicho que mañana me llevará a conocer al abuelo. —le contó la pequeña inconsciente de la situación de los adultos, ella la miró extrañada. —¿Tu papá? —preguntó. —¡Si, mami!, ¡Raúl!—, respondió con inocencia. Para ella había sido mucho más fácil asimilar la realidad de lo que cualquiera hubiera podido pensar. —¿Cómo sabes que es tu papá?— —Él me lo dijo. —contestó sin darle más importancia y se marchó al salón a pintar. Marina la observó, ¿Estará bien?, es muy difícil entrar en los sentimientos de un niño, pensó, le hubiera gustado estar ahí, es su pequeña y habían acordado que se lo diría ella, comenzó a enfadarse pensando que había sido a traición, su mente empezó a crear miedos, ¿y si le quitaba a la niña?, ¿y si la acababan desplazando?, se enfureció sin entender bien porqué, necesitaba hablar con él, llamó a su madre y le pidió que fuera a quedarse un rato con su nieta, la mujer no tardó en llegar, después de decirle que no tardaría mucho salió con una mezcla de sentimientos que no la dejan razonar. Miro desde fuera el cuartel, tomó aire para ser capaz de enfrentarse a ese hombre, entró fingiendo seguridad y preguntó por él, lo llamaron y no tardó mucho en presentarse en la entrada. —¿Qué haces aquí? —le preguntó sorprendido, Marina se acercó a él mirándolo con furia y le soltó un bofetón. —¿Cómo te atreves?, ¡Es mi hija! —le gritó con lágrimas en los ojos sintiéndose impotente, la agarró de la mano arrastrándola por un pasillo. —Vamos a hablar a algún sitio más privado. —le informo Raúl mientras se la llevaba bajo la atenta mirada de sus compañeros. Entró en un despacho llenó de papeles y carteles con diferentes causas, desaparecidos supuso. —¿Se puede saber a qué a venido eso? —le preguntó Raúl intentando mantener la calma. —¿Y todavía me preguntas?, ¡le has dicho a Valentina que eres su padre! —volvió a gritar más enfadada. —Ella me preguntó, ¿qué querías que hubiera?, ¿mentirle?—, le respondió mientras también empezaba a sentirse molesto. Tenía derecho a saberlo, y él, a ejercer su papel paternal, que lo llamase papá le había hecho muy feliz, y ella, en vez de alegrarse, estaba echa una furia. —¿Por qué te molesta Marina?, ¿Tanto te duele que me coja cariño?, ¿Esperabas que me acabara marchando o qué? —preguntó tajante lleno de ira. —¡No!, ¡Pero quería estar ahí!, ¡Soy su madre! —¡Y yo su padre Marina!, he perdido mucho tiempo y voy a recuperarlo.—le dijo mientras se abalanzaba sobre ella, como si el tiempo perdido no fuese solo con su hija. La besó con pasión, fue algo que no pensó hacer, un impulso que lo atrajo a ella, Marina lo empujó y le volvió a dar otra bofetada, lo miró en silencio, con algo de miedo, ya era la segunda y al final se la acabaría devolviendo, a Raúl poco le importó, la agarró de la muñeca y la atrajo hacía el pegándola a su cuerpo, la sujetó de la cintura y la volvió a besar, se separó ligeramente para mirarla, sus ojos brillaban con deseo y furia, una mezcla que lo enloqueció, metía la mano debajo de la camiseta buscando que ella se excitara como él lo estaba ahora, tocó los pezones por encima del sujetador. Marina gimió sin querer, su cuerpo respondía al tacto de ese hombre en contra de su voluntad, quería estar enfadada, no así, a su merced cada vez que la miraba, le besó el cuello humedeciendo la piel. —Sé mi amante.—le ofreció deseando tomarla ahí mismo, ciego de deseo. Marina reaccionó al escuchar su propuesta, su amante..., siempre la vería solo como eso, no habría posibilidad de que confíe en ella o de que la ame, de que sean una familia, dolida se apartó —No, seré la madre de tu hija, nada más. Entristecida salió de la habitación sin añadir nada, pensando en el pasado, el presente y el futuro, un futuro muy incierto. Raúl petrificado la miró irse, no esperaba que lo rechazara pero ver sus ojos después, fríos como el hielo y derrotados, le hizo no ir tras ella, debía ganarse el cariño de su hija primero, ya vería que haría con lo que sentía por Marina después.
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