Huir, solo eso quería

1385 Words
No fue el llamado de Norman intentando traerla de vuelta a la fiesta, sino el típico, ligero pero imperioso tintineo de una copa siendo golpeada por un cubierto, para llamar la atención de los allí presentes, lo que logró sacarla de sus profundos pensamientos. Él la toma de una mano y la mira confundido por su extraño comportamiento. _ ¿Está todo bien? _ Pregunta, susurrando muy cerca de ella. Camila lo mira por un breve momento y sonríe, intentando ocultar su frustración. _ Sí. todo… _ Quiso responder, pero la voz sonora de Eleanor, cargada de elegancia y alegría, exactamente frente a ella, se hizo potente en ese mismo momento, dejando a todos en silencio y prestando toda atención hacia ella, deseosos de escuchar por fin su discurso. _ Quiero, primeramente, en nombre también de mi esposo, _ Dijo mientras apuntaba a Marcel al lado de ella. _ agradecerles a todos por estar aquí hoy. Porque, es un día importante para nuestro hijo. Él nos confesó que se había enamorado y que, quería hacerlo oficial delante de todos nuestros amigos más allegados y por supuesto, pedir la mano de su amada a sus padres… _ Un murmullo de admiración y algunos comentarios ininteligibles se dejaron escuchar por lo bajo mientras Eleanor continuaba con su discurso. Camila sintió como si sus oídos se hubiesen saturado de aire. Las palabras, el murmullo y las risas, llegaban como desde muy lejos a ella, interrumpiendo por breves momentos el curso de sus pensamientos, donde se encontraba otra vez, inconscientemente sumergida. Esta vez consciente y segura de que el karma se había encizañado con ella. _” ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué castigo estoy pagando? Tres años huyendo y sin saber de él. Tres años rechazando a cuantos hombres me pretendían y, ahora que me doy la oportunidad de seguir adelante, creyendo que todo había quedado al fin atrás, a quien le di esa oportunidad es… ¿¡el amigo del hombre del que hui!? _ Pensaba incrédula ante la situación. _Está más que claro para mí de que, yo sí tengo que beber de esa agua de la que dije que nunca iba a beber y que, a mí siempre me dan dos y hasta tres tasas de ese caldo que dije que no quería, pero ¿Qué es lo que debo en esta vida para que el karma me cobre de esta manera y a tan temprana edad? Su madre, se los había advertido muchas veces. Eso de que los hombres no eran de confiar. A las tres. A ella y a sus hermanas. Que no cometieran los mismos errores de ella, que se entregaran al hombre que se enamorara de ellas y que ellas se cuidaran de enamorarse primero, porque les romperían el corazón.” No confíen en sus miradas apasionadas. Son solo eso, deseo. Mero deseo s****l. Lo sienten por cualquiera que se vea sexi. No se entreguen a la primera. Dejen que las busquen una y otra vez. No se cansará de volver cada vez si en verdad las aman.” Eran algunas de sus instrucciones para no seguir su ejemplo. Sus hermanas al parecer eran más sensatas que ella. Porque aun conservaban su corazón. Han tenido sus relaciones, pero siempre son ellos los que dan más en la relación. Pero ella, Camila, con tan solo diecinueve años, cayó en la trampa sin darse cuenta. Él era quien la buscaba. Una y otra, y otra vez. Siempre regresaba. Como decía su mamá. Hasta que una de esas veces ella pensó que sí. Que, si había vuelto tantas veces, a pesar de que ella lo había rechazado cada vez, era porque estaba enamorado. Y a ella le gustaba que él la buscara. Lo disfrutaba a morir. Tanto era así que, ya hasta le hacía ilusión ir a trabajar. Esperaba ansiosa a que llegara la hora de terminar, para encontrarlo allí en la calle, recostado a su auto, esperando por ella. Ni siquiera se había percatado, o no sabía reconocer las señales de que se estaba enamorando, al sentir cierta desilusión, cuando él no estaba allí, esperando por ella. Le gustaba también él. Pero que nadie la culpara por ello. Porque, ¿a qué chica no le gustaba él? ¡Era Lorant por Dios! Ella no lo conocía de nada. Lo había visto por primera vez cuando entró a la universidad. Para entonces él ya era muy famoso, porque era modelo desde muy niño, según supo después. Solo eso sabía de él. Alguna que otra vez la miró. Pero nunca le dirigió la palabra cuando estaba con sus amigos. Ni siquiera después que comenzaron a acostarse. Para entonces pensaba que era ella la que lo utilizaba a él, que estaba siguiendo los consejos de su madre, pero, qué equivocada estaba. _ !Camila! Camila? _ Sintió que la tocaron por el hombro y que la llamaban. _ Estás muy entretenida. _ Le dijo Norman. _ Sí. Está todo bien. Solo… solo estaba… pensando. _ Sonríe mirando a Norman y tratando de parecer interesada en la fiesta prestando atención. Pero eso era totalmente imposible, estando él allí, tan cerca y, con sus hermosos ojos clavados en ella sin escrúpulos. Como cuchillos afilados que deseaban cortar sin piedad su carne. Automáticamente, aunque no lo deseaba, los ojos de ella se conectaron con los de él. Por un momento le pareció que en ellos había tristeza. Pero pronto descubrió que tal vez era su paranoia porque, lo que veía ahí, en realidad, era… ¿odio? ¿desprecio tal vez? ¿reproche? “Pero claro.” _ Pensó ella. _ “¿Qué esperaba? ¿Acaso esperaba que corriera a mí y se alegrara de volver a verme? Va a comprometerse y yo… aparezco así sin más. _ Se remueve incomoda en su asiento. _ Seguramente piensa que estoy aquí a propósito. Que estoy aquí para sabotear su fiesta de compromiso… !Oh por Dios! !Sí, debe ser eso por lo que no deja de mirarme así! !Qué verguenza.! Tenía que haberme ido desde el principio. Huir como antes. Eso tengo que hacer. Tengo que salir de aquí. Ahora.” _ Se decía así misma desesperada y se acerca a Norman hablándole al oído. _ ¿Podemos irnos ya? _ Lorant hijo, es tu turno. _ Lorant mira a su madre y esta le hace una señal disimulada, animándolo a tomar el pequeño estuche de terciopelo que ella le estaba entregando. _ Sí. Claro. _ Pasa una mano por su cabeza, nervioso. Pasa su mirada rápida por Norman, a quien no había prestado ya mucha atención, tratando de escuchar su respuesta a la pregunta de Camila. _ ¿Ya quieres irte? A penas comienza amor. Lo más importante está por suceder. _ Sí, pero ¿podemos irnos luego? No me siento muy bien. Lorant toma el estuche sin dejar de prestar atención a la conversación que se realizaba en voz baja, pero que él escuchaba por estar atento. _ Lorant por favor. Deja de mirarlos ya. Reacciona y no olvides lo que tienes que decir. _ Asienta con un movimiento de cabeza a las palabras de su madre, que le hablaba al oído. Su padre, no decía nada en ese momento. Pero su cara preocupada, y sus constantes miradas cargadas de dolor, repartidas entre Lorant y Norman, era suficiente para saber, que había entendido perfectamente lo que sucedía. Y lo lamentaba mucho. Se reprochaba y se culpaba por ello. _ Dana, _ comenzó a decir, tratando de recordar el discurso que su madre había preparado para aquella ocasión, y que él debía recitar tal y como si fueran sus propias palabras. Pero para cuando las memorizó, con la idea de complacer a su madre, no esperaba que fuese a tener que decirlas delante de la mujer que realmente amaba. _ ¿Quieres ser mi esposa? Había olvidado todo el discurso. Pero decidido como era, no le importó lo más mínimo. Terminaría esto de una vez, por que ya estaba montado el espectáculo. Pero había aparecido su mujer. Así que las cosas habían tomado ya, otro rumbo. Ni Norman, aun y con todo el cariño que sentía por él, ni su madre, ni Dana, ni siquiera ese anillo y todo lo que representaba, iban a impedir, que fuera detrás de ella.
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