Esperando por ella

1398 Words
Lo extraño de todo esto era, que solo cuando deseaba hablar para explicarle que no existía eso de un matrimonio con Dana, era cuando ella daba señales de su supuesta enfermedad. Aquella enfermedad de la que su padre no tenía todavía idea, y que ella se empeñaba en no decirle alegando que no quería preocuparlo. Cosa que Lorant aceptaba, aunque le parecía ridículo, y que por veces le hacía sospechar que todo era un mal truco de su madre para salirse como siempre con la suya. Así y todo, él le seguía el juego para no llevarle la contraria y porque al final, estaba perdiendo las esperanzas. Tanto, que al final de todo, cuando decidió enfrentar a la misma Dana, ella le confirmó que sería un trato. _ ¿De qué se trata todo esto Dana? _ Tu madre está empeñada en que te conquiste. _ Respondió inmediatamente, sabiendo a que se refería. _ ¿Por qué crees que me buscó y me trajo aquí? _ Pensé que habías venido porque éramos amigos. _ Le dijo con decepción. _ Y lo somos. Vine tan pronto como me llamo porque soy tu amiga. Pero me contó su problema y, … quiero ayudarla. _ ¿Ayudarla casándote con un hombre que no amas? _ Ella baja la mirada apenada. _ Sí te amo Lorant. _ Su confesión la llenó de vergüenza porque era consciente de que él no sentía lo mismo. Este se queda atónito mirándola asombrado, sin poder decir palabra alguna. _ Se que no me amas Lorant. Pero tu madre me confesó que estaba enferma. Y le gusto para ti. Así que me pidió que te conquistara. Podríamos tener un matrimonio para hacerla feliz mientras se pueda. _ Me conoces Dana. _ Reacciona molesto, aún sin entender. _ Sabes perfectamente que no me casaría solo para hacer feliz a mi madre, aunque esté enferma. ¡Esta es MI VIDA! Es, también la vida real ¿sabes? No es un maldito cuento de hadas en el que uno se sacrifica por el bien del otro. _ Lo se. _ Lo interrumpe. _ Es por eso por lo que te estoy contando todo y, _ Le advierte cerrando los ojos, pareciendo muy asustada. _ no quiero que le digas que te lo he contado… _ !Sabes que odio eso maldita sea!_ Le grita obstinado. Odiaba que le dijeran esas palabras. _ Lo se Lorant, pero por favor te lo pido. No quiero tu madre se enfade conmigo. Y también quiero pedirte que lo consideres. _ Se acerca a él y toma una de sus manos. _ Igual podríamos tener un matrimonio por un tiempo. Él la mira intrigada. _ ¿Y tú que sacarías de todo esto? _ Ella lo mira tímidamente. _ A ti. Te tendría a ti Lorant. _ Ella sonríe seductora ante el desconcierto en la mirada de él. _ Tal vez te enamores de mí. Un trato que él terminó aceptando después de todo, porque como si las cosas tuvieran que suceder, cuando se dio cuenta, estaba metiéndose entre las piernas de su amiga más veces de lo que él había planeado. Y para cuando quiso tomar el control, este ya estaba tomado por esas dos mujeres: su madre y Dana, haciendo planes de compromiso y bodas. Así que pensando que, no debía ser tan malo casarse con su mejor amiga, a la que conocía muy bien y, que, además, no estaba para nada mal, dejó que las cosas sucedieran. No solo para que su madre estuviera tranquila, si no también porque pensó que, con Dana, encontraría estabilidad. Que tal vez con el tiempo llegara a amarla. Todo eso sin contar con que apareciera Camila. Deja la copa vacía que tenía en la mano sobre la mesa, y toma otra de las que estaban allí, ya preparadas. Bebe la mitad del contenido en ella y luego se quita completamente la corbata y se abre los primeros botones de la camisa. Sentía que se asfixiaba. Había cedido demasiado rápido a todo este espectáculo. Sabía que no sería fácil retroceder ahora. Pero sin importar lo que pase, lo haría. Dejó la corbata sobre la mesa de las bebidas; le molestaba traerla en las manos. Bebió el resto de la bebida y tomando otra de las copas ya llenas, salió con el teléfono en la mano. _ Soy yo. _ Estoy frente a la casa donde ella entró y no ha salido más. _ ¿El… se quedó con ella? _ Preguntó. _ No señor. Él se fue después que ella entró. _ Bien. _ Suspiro aliviado. _ mándame la dirección. Tomaré un taxi. Se volvió para mirar atrás antes de subir al taxi, porque sabía que alguien lo observaba. Era su padre que miraba desde los grandes ventanales. Lo miró por unos segundos y luego entró, sentándose en el asiento trasero e indicándole al taxista la dirección que le había enviado Jeromé. Aunque no sabía que era lo que iba a suceder, estaba muy nervioso. Su corazón era como un corcel desbocado. Recordaba haber tenido el mismo sentimiento de inseguridad antes. Siempre lo había sentido cuando de Camila se trataba. Ella era la única que lo hacía sentir así. Inseguro y con miedo. Después de aquella noche en el restaurante, cuando ella lo hizo quedar en ridículo delante de sus amigos y de Dana, donde estaban celebrando el comienzo del último año en la universidad y la despedida de Dana que había venido a pasar unas semanas con su amigo, No podía dejar de pensar en ella. Antes de eso, muy poca eran las veces que coincidían en la escuela. Pero luego, cada día la veía. Estaba seguro de que era porque ahora él la buscaba con la mirada, al menos para verla de lejos. Ella lo miraba de vez en cuando, como si percibiera misteriosamente que alguien la estaba observando. Alguna que otra vez, la veía conversando con alguien. Pero la mayor parte del tiempo, su única compañía,eran unos audífonos de esos que todavía llevan claves, los cuales usaba mientras caminaba, como si quisiera evitar escuchar a las personas a su alrededor, y los libros que leía. Siempre llevaba uno en la mano. Y allí donde la viera, ya fuera en el patio de descanso o en la cafetería, estaba sola y leyendo. Pero desprendía de ella un aire de superioridad, como si estar sola fuera lo que realmente deseara, que le daba cierto toque misterioso. Cada vez más despertaba en él la curiosidad por ella, y el susto que sentía en el estómago cuando la veía. Luchó por borrarla de sus pensamientos. Aceptaba las propuestas de cuanta chica se le insinuara y también de cuanto trabajo le saliera que lo mantuviera lejos de la escuela para evitar eso de andar desesperado por ver dónde estaba y sentarse cerca con sus amigos, mientras él la miraba de reojos. Pero allí donde fuera, allí iba ella también en sus pensamientos. Mientras que todos los chicos se morían por ser los mejores futbolistas en las escuelas, para llamar la atención de las chicas, Lorant, no se interesaba por ello. Había sido guiado por su madre desde muy niño al modelaje, y le gustaba. Así que lo disfrutaba. Y siendo joven y en verdad guapo, con el ego hinchado como un balón, disfrutaba ser el preferido entre las chicas. Pero aquella que le llamaba tanto la atención, pasaba por su lado y no se volvía suspirando por él como las demás. Había sido la figura principal de Dior en la línea masculina, por mucho tiempo cuando era a penas un adolescente. Y trabajaba con muchas de esas principales marcas de ropa europea. Conocía a cuanta mujer hermosa podría haber a través de su trabajo. Pero esta mujer tenía algo que no entendía Sabía dónde ella trabajaba, así que, sin esperar más, una noche se apareció allí. Ella levantó la mirada cuando sintió que alguien llegaba y su gesto de obstinación al verlo, le hizo entender que no era bienvenido. Así que pidió algo de beber a otra de las mesera que lo atendió muy eufórica, y se sentó apenado, sin saber qué hacer. Sabiendo que era ya tarde y que por ende el restaurante debía estar al cerrar, pagó, y se fue. La sorpresa fue de Camila, cuando al salir, lo encontró afuera, apoyado en su auto, esperando por ella.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD