Sentimientos inéditos.

1325 Words
Pero pronto se apoderó de él el pánico, por miedo a que le sucediera lo mismo. No quería quedar otra vez en ridículo. Sintió como su cuerpo comenzó a temblar estando sobre ella, y su endurecida intimidad estaba comenzando a desaparecer. El, cerró fuerte los ojos sin entender. Su respiración se descontrolada juntamente con un temblor en todo su cuerpo. Pero antes de sucumbir, sintió que ella tomó su rostro con sus temblorosas manos. _ Mírame_ Le dijo en un murmullo. El abrió los ojos y notó que también ella temblaba. _ Lo siento. No sé qué me pasa... yo..._ Dijo avergonzado. Entonces ella lo interrumpe con un beso. Despacio y con los ojos abiertos. El corresponde asombrado y percibe otro despertar en su, hasta ahora mejor aliado, y le rogó en silencio que, por favor, no le volviera a fallar, porque tenían un solo día, y sentía que moría de unos locos y extraños deseos por ella. Un sonido quejumbroso sale de él cuando siente que ella, introduce una mano entre ellos y tomó su duro, pronunciado y ahora decidido mejor aliado, y lo pone en su cavidad. Un espasmo recorre su cuerpo al contacto y maldice a la vez que se apresura a tomar un preservativo del bolsillo de su pantalón. Se lo pone con destreza bajo la intimidada mirada de ella. Vuelve ahora seguro. Sabía que había recuperado ya el control de su cuerpo. Se acomoda en su centro y empuja para detenerse inmediatamente otra vez, al sentir la presión y el grito de ella, por el dolor. Levanta rápido la vista hacia ella que se movía incómoda. _ Camila _ Susurró fascinado. Lo sospechaba por la poca experiencia que notaba en ella, pero no creyó que fuera del todo cierto. Ella forcejeaba empujándolo para que saliera de ella, pero la bella imagen de ella apretando las sábanas con una mano y empujándolo con la otra, mordiendo sus labios mientras arquea su cuerpo rebelde alzando las caderas, más lo caliente y apretado de su interior, no le permitían ahora razonar y detenerse. _ ¡Schss! Tranquila, tranquila. _ Le susurró inmovilizándola con su cuerpo tendido sobre ella y tomándole el rostro volvió a besarla y a acariciarla, estando aun dentro de ella. Escuchó un leve sollozo y vio una lágrima escapar de sus ojos. Pero, aunque su estómago se comprimió, le era imposible volver atrás. La haría suya de cualquier manera, como había deseado. Su excitación creció al comenzar a escuchar los quejidos de placer de ella cuando el introduce uno de sus empinados pechos en su boca, y entiende que era el permiso para seguir adelante. Hambriento y desesperado, comienza a hundirse más profundo dentro de ella, despacio y delicado para no hacerle más daño, pero siente como esta se relaja, al sentir que comenzaba a acariciarlo y a mover sus caderas al compás de él, guiada por el instinto a satisfacer sus más recónditos deseos. Un vapor subió por su rostro, algo como euforia o una pasión loca que, él no conocía, y le hizo perder el control. De pronto estar dentro de ella y permanecer así, era lo que más deseaba, estar ahí dentro de ella era demasiado bueno como para ser verdad. El asombro reflejado en su rostro de ella, ante el descubrimiento de lo que era capaz de sentir su cuerpo, sus ojos abiertos que no dejaban de mirarlo con tanta pasión y sus gemidos, lo incitaban a él, a aumentar el ritmo, exigiendo más y más. Pronto la habitación se llenó del lenguaje de sus cuerpos unidos en uno solo, cargados de un placer indescriptible. Besos y caricias, gemidos y susurros, maldiciones expresadas a causa del desaforado deseo que los invadía, al descubrir el placer que encontraba cada uno, en el cuerpo del otro. _ Camila. Camila. _ Su nombre salía en susurros por su boca como si tuviera la necesidad de ser liberado de aquella intensidad, y a la misma vez no. El, nota que ella lo abraza y al mismo tiempo sintió un leve ardor en su espalda y en sus hombros, y entendió que a ella le sucedía lo mismo que a él, al escucharla gritar también en susurros, su nombre en su oído. Las arqueadas de su cuerpo al caer otra vez en la cama sin poder evitar los espasmos del fuerte orgasmo que la estaba llevando al tope, tomaron de él también, su voluntad de querer quedarse ahí, dentro de ella y, sin poder evitarlo, sus embestidas se hicieron más rápidas y seguidas, para descargarse dentro de ella, a la vez que seguía gritando, como un demente, su nombre. El cae exhausto sobre ella. Luego se va incorporando despacio sobre la cama, sin apartarse del todo de ella. Una mano y una pierna de él quedaban sobre ella. No se miraron, no se dijeron nada. Jadeantes los dos, tomando aire para recuperar las fuerzas. No supo cómo se había quedado dormido. Pero cuando abrió los ojos, ella ya no estaba allí. Miró su reloj de pulsera y vio que eran pasadas las seis de la mañana. Fue inmediato al baño para comprobar si estaba allí pero no estaba. Se había ido. Sintiéndose todavía un poco cansado, se tiró otra vez en la cama, pronto las imagines de lo sucedido llegó a su mente, junto a ese bendito sentimiento que se formaba en su estómago cuando pensaba en ella, y al que ya se estaba acostumbrando. Sintió que también su corazón latió con más fuerza al recordar lo especial de lo que había sentido. Y estaba seguro de que era algo nuevo para él. No era la primera mujer virgen con la que se había acostado, así que no era ese el motivo. Le hubiese gustado decirle. Pero se había ido sin avisarle. Aquella extraña sensación volvió a estrujar su estómago al caer en cuenta que fue, después de todo su primer hombre. Su primera experiencia. Sonrió al recordar cada aspecto de ella, su cara de asombro ante cada descubrimiento, sus besos, sus caricias, sus susurros y gemidos. Cerró los ojos y suspiró al recuerdo del susurro de nombre en su oído, cargada de deseo y pasión. Se había ido sin saber que no solo ella había descubierto cosas nuevas en esa aventura. Él había tenido mucho sexo. Loco y desenfrenado. Pero nunca había hecho el amor. Ella le había hecho conocer la pasión. _ ¡Ey, ey, mira! _ Siente como Jeromé le da unas palmadas en el hombro, llamando su atención. Miró hacia donde este le señalaba, y vio el auto de Norman parqueándose frente a aquella casa que estuvo vigilando toda la noche. Se incorporó sintiendo como el enojo lo invadía, y observó su elegante reloj de pulsera, para comprobar la hora. No supo cuando se había quedado dormido, pero eran ya las siete de la mañana, y no había hecho nada. Ni siquiera se había dado todavía el tiempo para pensar en, qué y cómo debía hacer, para hablar con ella. Vio a Norman tocar un timbre y luego entrar. _ ¿Y ahora qué vas a hacer? _ No le dio tiempo a responder, porque ya estaban saliendo de la casa. Se incorporó para tener mejor visión y sintió como su boca se secó y su corazón comenzó a bombear rápidamente. Ella salió primero, llevando a una niña de la mano, Norman detrás y otro hombre quedó parado en la puerta, vestido aun con ropa de dormir. Aquella mujer, había tenido siempre el poder de hacerle aflorar sentimientos que no sabía que podía sentir. Amor, celos, enojo, envidia, dudas, y hasta miedo, se entremezclaban de algún modo inédito, confundiéndolo y dejándolo cada vez, fuera de contexto, sin poder siquiera controlarlos. Su corazón en ese momento, parecía tener su ubicación en la garganta y no en su caja torácica, por que era allí donde lo sentía con mucha fuerza latir, sin poder quitar los ojos de aquella niña.
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