Se levanto sonriente, y me preparo el siguiente, le puso azúcar y me lo removió delante, ya empezaba a despertar, y veía sus grandes tetas moverse al compás de la cucharilla del café. Me lo acerco, viendo que le había mirado las tetas, y se quería sentar encima, pero volvió a su silla, y me soltó tan tranquila:
—¿Por detrás no te desvirgas, verdad?
Abrí los ojos, levante la cabeza y la mire diciéndole:
—Montse, ¿le has dado mucho al coco toda la noche, o te has pasado viendo porno? ¿Qué te pasa tía, estas diferente? Me gustaba más la dulce Montse inteligente de antes.
—No, que va, solo pregunto, porque no se si es perder la virginidad— me dijo avergonzada.
—Si, pierdes la virginidad de tu culo. —le dije bebiendo un sorbo, y encendiendo otro cigarro.
—Vale, pues esa te la doy a ti— me
