Carmen apareció en bata y ropa interior, me beso en los labios oliendo a flores frescas. —Me gusta tu perfume— le dije soltando su culo dándole paso. —Si, me dieron una muestra y me di el capricho— me explico sentándose en el sofá. Había puesto una silla delante, para que hiciera de mesa, con dos copas. —¿Que te apetece a estas horas? —le ofrecí. —Vino, que me hace hacer locuras. —Me dijo descarada. —Ahora vengo, no te duermas —le dije de coña. —No, no, estoy muy despierta —me dijo mirándome el culo. Carmen esta cañón, y me la quise follar desde el primer día, ya hacía más de 5 años. Y no me creía que por fin la iba a catar, mi polla se entonaba, y volví con el vino fresco de la nevera. Bebimos y charlemos de su curriculum, y ya tenía a la hija de un mando, que también tenía una g