Ambos me miran y mi dilema moral pesa demasiado en los hombros. Puede que la propuesta de Noah sea la mejor, pero me acosté con él. Le di mi virginidad. No es solo bochornoso, sino que se puede crear un conflicto de intereses. Si se enteran de lo que ocurrió entre nosotros, los otros dos candidatos ya seleccionados lo pueden objetar.
Pero el pasado es el pasado podría decir, el dilema real es que la reacción de mi cuerpo no me hizo sentir segura de ello. Quería más de Noah, era obstinada, pudiese que terminase lanzándome en los brazos de un hombre casado. Y hacerlo me llevaría a uno de mis más grandes temores.
Enamorarme de alguien casado. Como lo hizo mi madre. Me gusta ignorar esto, pero Alba y yo éramos las hijas de una aventura de mi padre. Mi padre era un contador, casado de muchos años, con tres hijos por su parte, que como ocurría con normalidad en el mundo, se acostaba con su secretaria. La secretaria era mi madre.
No solo basto con embarazarla de mí, sino que con promesas de amor y el típico “no me divorcio por los niños”, mi madre se dejó embarazar otra vez. De Alba. Amo a mi hermana, amo a mi madre, pero me cuesta creer ese nivel de humillación al que se sometió mi mamá. Cuando la esposa de mi padre descubrió que tenía una vida paralela con mi madre, amenazó con llevarse a sus tres hijos, sus tres hijos varones.
Pude escuchar cómo papá le prometía a mi madre que volvería, que tenía que mudarse de ciudad para que su esposa no se llevase a sus tres varoncitos. Y como mi madre decía la incoherencia más grande la vida, que ella le daría otro varoncito.
Creo que los hijos juzgan con facilidad a sus padres, no sabemos cómo reaccionaremos en situaciones similares. Nos creemos mejores, pero no sabes si eso es real o no. Pero hasta el día de hoy, no puedo entender la desfachatez de ese hombre.
Mi padre se fue y más nunca volvió, dejando a mi madre como una madre soltera que gracias a Dios no logró lo de quedar embarazada del varoncito. Por eso no se debía ser la amante, solo conllevaba a desgracias e hijos que se sentirían avergonzados de su nacimiento. No he podido conocer a mis tres hermanos, ni siquiera nos avisaron del funeral de nuestro padre, solo un abogado nos vino a leer el testamento que había dejado. No nos dejó nada, solo una carta de arrepentimiento.
Bla, bla, perdón por no estar con ustedes, bla, bla, eres mi gran amor Cecilia. Mamá lloró por la muerte de su “gran amor”, Alba por el padre que nunca tuvo, y yo hice equipo con mi abuela deseándole una buena vida en el infierno.
Estoy razonando de todo un poco, por lo que me levanto a caminar por la sala de juntas. Por ello puedo ver a través de las paredes de cristal a los quince candidatos, entre los que está Noah.
Noah habla con simpatía con otros candidatos, pero es fácil percibir que está muy nervioso. Su pierna tiembla, y tiene sus manos tomadas en un puño inseguro. Verle también me hace darme cuenta de otro pecado de mi padre. Cuando embarazó a mi madre, la despidió, la hizo completamente dependiente del dinero que le daba bajo falsas esperanzas de amor.
Mi padre pudo transferirla a otra sede o cambiarla de departamento, de haberlo hecho ella hubiese podido disfrutar de su permiso maternal, en tranquilidad, y de una jubilación respetable ahora. En cambio, cuando se fue nunca pudo recuperar un trabajo de oficina sentada en un escritorio. Lo máximo que pudo ascender en estas fue a limpiar sus suelos por muchos años. Él tuvo poder y saboteo a mi madre en ese aspecto. Fue egoísta y desagradable.
¿Sabotear la mejor propuesta, la de Noah, por mis intereses no era convertirme en mi padre?
─ La propuesta de Noah Montés es la mejor – opino frente a un Gabriel feliz y una Gabriela con ojos en blanco.
No tengo nada más que hacer aquí, por lo que me voy, sabiendo que esto traerá problemas pero con la tranquilidad de que hice lo correcto. Yo soy mejor que mi padre, en todos los sentidos.