Rojo sangre (parte 3)

2019 Words
Con el corazón desbocado en su pecho, Break, lo vio salir del auto y cerrar la puerta trás él. Debía reconocer que ese maldito loquito, se veía muy sexy con su musculosa negra puesta del revés y ese par de pantalones ajustados de tela elástica del mismo color. Lo vio acercarse a la entrada del negocio y tocar el timbre. A esas horas todo estaba cerrado y, si algún negocio se encontraba abierto al público, este solo atendía con las puertas cerradas. «Conmigo no hay punto medio, o soy tu amigo o... » Recordó como él le había dicho esas cosas tan sugerentes y no pudo evitar morderse el labio inferior al pensar en lo prometedor que sonaba todo eso. Lo vio encender un cigarro, con medio cuerpo recostado en la reja de la tienda de víveres. Con esa actitud tan ruda, no parecía realmente el mismo hombre con el que estuvo hablando durante esos días. Debía reconocer que le gustaba y mucho verlo así. Pero, también debía reconocer que deseaba un poco más de ese hombre con el que había estado hablando en la cafetería de su amiga. Suspiró decepcionada ¿Por qué no podía tener a ambos? «¡Porque está re loco y eso es lo que te gusta de él! Además que ya dijiste que solo te querés sacar las ganas ¿Ahora qué te pasa, boluda?¡Agradezcamos que el tipo es más consiente que vos de esto y ya te está descartando de una! ¡Decidite, boluda!¡Amistad o c0g¡da de una noche! Por tu paz mental no se puede las dos cosas.» Se recriminó ella con la actitud de niña enfurruñada a la que se la hacía elegir entre dos juguetes muy codiciados. No entendía porqué justo cuando al fin conseguía lo que quería, no se sentía conforme con eso. Vio como él pagaba las cosas y volvía al coche con una bolsa descartable en la mano. Había comprado más cosas que solo el paquete de cigarros. — A decir verdad... No consigo acostumbrarme a Argentina y la manera que tiene la gente de tratarte.— lo escuchó comentar como si nada hubiese ocurrido minutos antes.— "¿Qué necesita, maestro?" Sigo sin entender qué significa o porqué lo dicen tanto. Break se sorprendió al escucharlo hablar con esa actitud tan "bipolar". Quizás, era eso lo que era él. Un simple trastornado que tenía la desgracia de ser bipolar y no controlar del todo sus emociones. Quizás, él no había querido ser tan dilapidario como a ella le pareció. Lo vio sacar los cigarros de la bolsa de las compras para luego dárselo en la mano. —Tus cigarros. Por cierto ¿En serio te los habías olvidado o solo lo dijiste para robarme el mío?— le preguntó sacando una lata de cerveza junto a un paquete de botanas de queso — ¿Quieres? «Quizás, mejor no me apuro y solo paso la noche con él, a ver qué onda... » Tuvo que desistir por el momento. Al ver esa naturalidad con la que él actuaba, no le daba el alma para dejarlo irse solo por un capricho. Aceptó las botanas y la cerveza. Quizás, lo mejor sería tantear un poco el terreno antes de decidir. A fin de cuentas, la noche era joven y él le estaba dando el beneficio a decidir lo que quería hacer. — Che... ¿Nadie te dijo que sos más raro que gallina verde?— le preguntó imitando su actitud para luego llenarse la boca de botanas se queso saborizadas. Hans la miró un momento para después llevarse la lata de cerveza a la boca. Bebió un buen sorbo, sintiendo como su frío amargor sabía a gloria. La última vez que había tomado una j0dida cerveza había sido aproximadamente hacía un mes, en Irlanda y con su padre. Se encogió de hombros. — Más raro que una pvta naranja mecánica, es lo que dicen de mí. Pero ¿Qué va? Hace años que nadie dice nada de mi personalidad, desde que salí del manicomio, me la paso actuando lo más normal que puedo... Hasta ahora, parece que mi disfraz de persona normal y cuerda, está funcionando...— replicó con desinterés haciendo una pausa para volver a beber.—¡Dah! ¡Qué pvto asco de cerveza! Lo siento, Break... La cerveza de tu país es mucho peor que un m3ado de vagabundo ¡Dime que al menos tienen otras opciones! De lo contrario, ya mismo me vuelvo a Irlanda para tomar algo digno de mi paladar. Ella rio divertida para luego levantar la cabeza y mirar en dirección al negocio. El hombre que lo había atendido seguía allí, observandolos con recelo. — Esperá, voy a comprar yo a ver si algo te gusta...— le dijo en lo que dejaba las cosas a un lado para luego agregar a la vez que ponía la mano en la puerta — ¿Probaste el Fernet con Coca-cola? ¿O preferís otra cosa? Ante aquellas preguntas, Hans simplemente se encogió de hombros para luego recostarse sobre el asiento del carro con una sonrisa sobradora. Chasqueó la lengua y bebió lo que quedaba de cerveza. A decir verdad, a él le daba igual ese asunto. Cerveza es cerveza, así fuera un m3ado de vagabundo, como los que solía tomar en las fiestas clandestinas de su adolescencia. — Sorprendeme, Break. De todas formas, beberé hasta hartarme...— reconoció con soltura —...o hartarte, lo que suceda primero. Estoy más seguro que será lo segundo, ja, ja, ja. «¿Manicomio, m3ado de vagabundo? Y ¿Qué onda con ese lenguaje tan sucio? Y eso que ya es de pvtear. Parece que solo se esfuerza en hacerse el loquito... ¿Qué le pasará ahora?¿Me estará tomando el pelo o qué?» Sospechó Break, mientras esperaba que el hombre de la mala cara le trajera las bebidas que ella había pedido. Se sentía burlada y eso le molestaba un buen tanto. Aunque, si lo pensaba mejor, en amén a la verdad, se lo tenía bien merecido. A fin de cuentas ¿A hacerse la loca desde el principio? «Y... ¡Nadie, che!¡Yo solita me mandé al frente! ¡Calavera no chilla, m'hija! Igual... ¡Qué lindo que le sale hacerse el loquito, che... ¡Más ganas me dan de comérmelo!» Pensó sintiendo el peligro prometedor de aquella extraña actitud, a la vez que dirigía sus ojos hacía el coche n3gro de Hans. Esa actitud agresiva tenía su encanto. Le recordaba a un emblemático personaje de cierta película de culto. Casi que casi podría oírlo decir aquella famosa frase: «¡Y ahora qué pasa!¿Eh?» Resonó en su mente, como alto parlante que solo buscaba gritar una consigna para que se moviera. Pagó las cosas que había comprado. «¡Y ahora qué pasa!¿Eh?» Estalló la voz de Hans, como si esa pregunta fuera dirigida hacia ella. Break caminó hacia el auto, cruzando la acera para subir por la puerta del copiloto. «¡Y ahora qué pasa!¿Eh?» Parecieron gritar esos ojos verdes que la miraban burlones y sugerentes, como si la estuvieran d3snudando lentamente. Ella ya había entrado en el coche y lo tenía de frente, comiendo esas botanas de queso mientras la observaba con una media sonrisa en el rostro. —¿Y ahora qué pasa?¿Eh?— le dijo él a la vez que movía la cabeza en un casi imperceptible gesto de afirmación — ¿Qué quieres hacer realmente? La miraba a la cara, con una expresión altiva y sobradora. Como si supiera un chiste que no pensaba contárselo. Pero, a su vez era como si intentara darle más énfasis a la pregunta y la dejara elegir a ella lo que ocurriria esa noche. Break le entregó las bebidas y se encogió de hombros. Si debía ser sincera, no sabía realmente lo que quería hacer en ese momento. Por un lado, quería divertirse con él. Aprovechar que, por fin, disponía de tiempo para disfrutar una noche de fiesta como una joven de su edad, con el hombre que le gustaba, sin preocuparse de nada más que no fuera que le acabase afuera. Por otro lado, quería alargar todo lo que pudiera de ese encuentro y que, al finalizar la noche, esa relación siguiera existiendo. Lo vio destapar la botella de Fernet y empinarsela sin miramiento alguno. Deseó ser ella esa botella que humedecia su boca. Se mordió el labio inferior, preguntándose qué tan lejos llegaría si se atreviera a hacerlo. Él, ajeno a todas sus cuestiones, le extendió la botella y esperó a que algo ocurriera. Ella aceptó el trago, aunque, a decir verdad, a ella no le gustaba el Fernet solo. Se llevó la botella a la boca y saboreó el amargor de aquella bebida. Vio como a su lado, él la observaba expectante. En sus ojos verdes, pareció que el tiempo se detuviese y todo quedara allí, en esa mirada de aceitunas. Hans le quitó la botella de las manos, apartándola a un costado, del coche. La tomó por la cintura y la sentó sin pedir permiso, en sus piernas, dejandola de cara a él, sin dejar de mirarla a la cara. Break le llevó instintiva, los brazos al cuello, entrelazando sus dedos en las hebras de cabello dorado. —¿Y ahora que pasa, eh? ¿Break?— lo escuchó indagar en un susurro, a la vez que la guiaba con sus manos hacia sus labios. El fuerte sabor del tabaco n3gro y el alcohol, invadieron su boca, junto con esa lengua que parecía querer decir que ella era suya y que no se le escaparía en esa noche. A ella no le importó aquel mensaje. Por el contrario, complacida, se aferró a sus hombros, para pegarse contra su cuerpo. Llevó su cadera a la ingle de él, sintiendo como las cosas comenzaban a calentarse, quizás, con demasiada rapidez. Él bajó su rostro al cuello de ella besando y mordiendo todo el área que pudiese. Mientras tanto, sus manos no dejaban de apretar con fuerza ese bonito cvlo que ella tenía. Sintiendo como la sangre le hervía de deseo, una idea peligrosa, cruzó su mente. Ella llevaba falda y una de esas panties muy pequeñas y fáciles de quitar. Él lo sabía, él se las había visto de casualidad cuando ella había entrado a su auto ¿Qué tan difícil sería hacerlo allí mismo? Tampoco era como si estuvieran en plena calle a la luz del día, rodeados de gente. Solo estaban en un auto muy lujoso de vidrios polarizados y, él único ser humano que se encontraba cerca de ellos, estaba lo suficientemente alejado como para no enterarse de nada en absoluto. —¡Esperá!¡Acá no!— le ordenó ella sin mucha convicción mientras sentía como él saboreaba la fina oquedad de su clavícula.—¡Ah!¡En serio, che!¡Pará, acá no! De mala gana, Hans, se apartó un poco de ella. Sus ojos todavía demostraban todo el hambre que le tenía, a la vez de mostrarse especialmente molesto por aquella interrupción. Exhaló un hondo bufido de fastidio y, como si quisiera hacerle ver lo que ella se estaba perdiendo, apretó sus nalgas atrayendola hacia su p3ne que, a esas alturas, rogaba por salir de sus malditos ajustados pantalones. —Muy bien. Si no es aquí ¿Dónde lo quieres?— preguntó molesto, tirándose contra el respaldo del asiento y cruzando los brazos. De esta forma, la dejó bajar. De esta forma, Break, pareció volver de un sueño extraño y comenzó a darse cuenta de lo peligroso que podía llegar a ser todo aquello. A su lado en el coche, tomó la mochila, como si quisiera esconderse detrás de ella. Se mordió los labios, preguntándose así misma cómo escapar de esa situación. Miró de soslayo a Hans. Él por su parte, parecía no darse cuenta de nada en absoluto. Parecía más preocupado por lo que ocurría en sus pantalones que por la incomodidad que ella sentía.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD